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Fidel y la victoria de Playa Girón (Segunda parte y final)

«Que no se detengan los tanques hasta que las esteras se mojen con el agua de la Playa, porque cada minuto que esos mercenarios estén sobre nuestro suelo entraña una afrenta para nuestra Patria», había ordenado Fidel, y poco después de las 18:00 horas del 19 de abril de 1961, Girón había sido tomado

Autores:

Eugenio Suárez Pérez*
Acela Caner Román

La victoria

Fidel dio instrucciones de organizar la defensa hacia el oeste y hacia el este para cortar al enemigo en dos. Es decir, la idea era dividir al enemigo. Hacerlo con el batallón 111 separando las unidades que están al norte de San Blas de las de Girón, y con el 144 aislando a las que están en Playa Larga de Girón y con esto dejarlos en tres grupos separados unos de otros para aniquilarlos con mayor rapidez. Pero tampoco se pudo realizar esta acción.

Fernández rememora: «Estoy convencido que si hubiéramos logrado esto, hubiera caído Girón el día 18. Desafortunadamente eso no se ejecutó por el batallón 111 ni tampoco por el batallón 144, eso disgustó a Fidel […] Si nos hubiéramos movido con mayor energía, con rapidez, con premura, quizás hubiera salido bien esta parte de la operación, dirigida a dividir y aislar las fuerzas que el enemigo tenía en Playa Larga».

Lo cierto es que no salió bien la operación, el enemigo situado en Playa Larga huyó y unido con la fuerza principal contribuyó a la defensa y fuerte resistencia que hicieron en Playa Girón.

Ya en el Punto Uno, el Comandante en Jefe continúa dando órdenes y disposiciones. Ahora las órdenes eran también a las unidades que se encontraban en Covadonga, Yaguaramas y San Blas.

Al terminar el día 18, la cabeza de playa de la brigada invasora se había reducido por el oeste, al ser desalojado un batallón de la zona de Playa Larga; y aunque el ataque a Playa Girón había sido detenido por los golpes de la aviación, las fuerzas cubanas se encontraban a nueve kilómetros de esa posición en donde se enfrentaban contra otro batallón de infantería. Un tercer batallón había sido prácticamente destruido.

Desde la tarde de ese día, la preocupación del Comandante en Jefe era evitar que los mercenarios pudieran reembarcarse. Ordenaba; exigía la mayor rapidez en las transportaciones, en la preparación de la ofensiva; controlaba; insistía: «no podemos dejar que se nos vayan».

A las 05:00 de la mañana del 19 de abril, en lenguaje claro, sin usar contraseña, el jefe de la brigada mercenaria dirigía a Happy Valley, en Puerto Cabezas, Nicaragua,  el siguiente mensaje:

Ustedes no conocen cuan desesperada es nuestra situación. ¿Nos van a ayudar o a dejar? Todo lo que necesitamos es una fuerte protección aérea. El enemigo la tiene. Necesitamos de esa protección si no, no sobrevivimos.

Desde horas bien tempranas, el Comandante en Jefe continúa dando órdenes, a las 06:07 horas se comunica con Pedro Miret y le dice después de varias preguntas: «tú ve tirando cañonazos seguidos, da esa orden. Yo te voy a avisar la hora en que deben parar. Sigan tirando después de las siete  aumentando el ritmo, hasta nuevo aviso. Yo te daré la hora exacta».

Fidel, desde el Punto Uno organiza la ofensiva y la cooperación entre las fuerzas cubanas que participan en el ataque. Llama a unos y a otros, habla casi al mismo tiempo con el jefe de la Fuerza Aérea y con Aragonés, a este le dice: «Gordo: desde las 9 en punto van a tener siempre en el aire, todo el tiempo que haga falta, un Sea Fury y un chorro, siempre una pareja de aviones nuestros, […] Y fíjate que los tanques vayan desplegados, que dondequiera que le tiren un tiro tienen que entrarle a cañonazos al enemigo. Ellos no esperan ataque por ahí, mételes duro».

La estrategia de Fidel para enfrentar la invasión se va cumpliendo: aniquilar las fuerzas mercenarias en el menor tiempo posible, que no diera tiempo a actuar al enemigo; tomar inmediatamente parte del territorio que sería ocupado por los mercenarios, es decir, hacer una cabeza de playa en el mismo lugar en que el enemigo pensaba hacerla; y no dejar de batirlo, utilizando todas las armas de infantería, tanques, artillería y aviación.

De la misma forma que dio resultado el empleo de nuestra aviación indicada por Fidel: primero para hundir los barcos, luego como protección aérea y, por último, en la cooperación del avance de los tanques.

Fidel se ocupa de todo, a las 09:07 horas le informa a Sergio del Valle que a todos los muertos cubanos se les debe tomar las huellas digitales, alguna identificación. Y precisó: «Yo creo que lo más importante de todo es la ayuda a los familiares. Debemos trabajar en la Ley de las Pensiones y la creación de la medalla de Héroe de la Revolución. Hay que ver eso con Dorticós».

A las 11:50 horas llama a Tomassevich que se encuentra en Yaguaramas y comunica que se mantengan allí calladitos. Y le precisa: «forma un cerco allí donde tú estás; si quieres te puedes ir aproximando más, pero armen un cerco de manera que cuando ellos salgan huyendo para allá los agarren a todos, porque ellos van a huir para allá [Tachado] Tú tienes que hacer un bolsón, no en la carretera, pero un bolsón que salga de la carretera, que parta de la carretera hacia Girón y Covadonga. En una palabra, en esa esquina mete un bolsón, porque todo el que salga huyendo va a caer en tus manos».

El reloj marcaba las 14:43 horas cuando Fidel se dispone a salir del Punto Uno hacia la zona de operaciones. Imparte las últimas precisiones con los oficiales del Estado Mayor y sale, esta vez en dirección a San Blas.

Mientras Fidel se trasladaba desde La Habana hacia la zona de operaciones, entre las 02:30 o 03:00 de la tarde, el compañero José Ramón Fernández recuerda:

«Estando yo a kilómetro y medio o dos kilómetros de Girón, en la orilla de la carretera, un oficial que estaba conmigo me señala dos barcos de guerra que se aproximaban. Miro con los anteojos, y veo a dos destructores norteamericanos, que eran según el informe del inspector general Kirkpatrick el USS Eaton y el USS Murray, que escoltaban y protegían la flota mercenaria, que en ese momento se mueven hacia la costa y penetran en nuestras aguas jurisdiccionales.

«Aprecio que venían directamente hacia nosotros, mando a detener toda la ofensiva, a emplazar todos los cañones, tanques y de todo, en dirección al mar; […] Sigo observando a los destructores, los cañones desenfundados apuntando a la costa, veía a los marineros, le veía la cara  a la tripulación. En eso empiezan a salir botes de los barcos y botes de Girón hacia los barcos. Yo le mando un mensaje del que no me arrepiento, del que en cierto grado me abochorno, al Comandante Fidel a través de un mensajero a Australia, de Australia por teléfono al Punto Uno en La Habana y del Punto Uno en La Habana a donde él estuviera: “Mándeme un batallón de infantería y un batallón de tanques, que se está produciendo un nuevo desembarco”, decía el mensaje. Al propio tiempo nuestra aviación también lo evalúa como un desembarco y así le informó.

«Hora y media después de haber terminado las acciones combativas, la respuesta de Fidel: “Lo que se te quieren es escapar, agárralos”.

«Es decir, que los estoy mirando, y a distancia, en otro sector del frente, en el norte, desde donde no se veía el mar, Fidel dedujo con claridad cuál era el propósito de los destructores, qué operación planeaban».

Eran casi las cinco de la tarde cuando los tanques que avanzaban por la carretera de San Blas a Playa Girón arribaban al Helechal. Pocos minutos después hizo su entrada Fidel, acompañado del presidente Dorticós.

Enseguida el Comandante en Jefe precisa, a  varios  oficiales, cómo sería la ofensiva final.

—Hay que llegar a Girón y tomarlo antes de 72 horas, por cuestiones internacionales, dijo Fidel.

Fidel se subió encima de un tanque y desde allí comenzó a hablarle a la tropa y a los oficiales allí reunidos. El capitán  Ángel Fernández Vila recuerda la arenga del jefe de la Revolución Cubana, quien con un valor y entusiasmo extraordinarios advertía:

«El enemigo trata de reembarcar y simular ante el mundo que el ataque ha sido una comedia de nuestra parte. ¡No permitamos que escape uno solo de ellos! ¡Adelante!, ¡No nos detengamos hasta llegar a la Playa! Si cae el primero, llega el segundo, si cae el segundo llega el tercero, pero se llega a la Playa ahora mismo. Que no se detengan los tanques hasta que las esteras se mojen con el agua de la Playa, porque cada minuto que esos mercenarios estén sobre nuestro suelo entraña una afrenta para nuestra Patria».

Cuando Fidel planteó la situación de que él iría en el tercer tanque, se produjo de una forma masiva una negativa para que él no fuera en el tanque, todos los compañeros protegían a Fidel, de que Fidel no se arriesgara.

Y la respuesta de Fidel fue una respuesta que nos dejó impactados a todos. La forma en que Fidel nos dijo enérgicamente que él era el Jefe de la Revolución y que como Jefe de la Revolución, él tenía el derecho, tenía el derecho de combatir y de entrar en Playa Girón igual que lo iba a hacer el resto de los compañeros. Realmente no quedó otro remedio, la gente se calló, allí todo el mundo se calló.

Poco después de las 18:00 horas, Girón había sido tomado.

Fidel y la Victoria de Playa Girón (primera parte)

* Director de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado

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