El futuro de la UJC está en manos de las nuevas generaciones. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:33 pm
¿Qué debe ser la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) para las nuevas generaciones en la Cuba actual? ¿Cómo la ven y cómo la valoran sus integrantes y en general los más jóvenes? El aniversario 51 de esta organización, celebrado recientemente, motivó esas interrogantes, a partir de las cuales nuestro diario sostuvo numerosos diálogos a lo largo del país.
En la provincia de Camagüey compartieron sus reflexiones más de diez entrevistados pertenecientes a sectores de la agricultura, la salud y la educación, entre otros. Y un concepto resultó ser el denominador común: la UJC no debe ser mirada por su membresía como un espacio lejano, sino como algo sustancial y familiar.
Yasmany Zurita Siam, secretario del comité de base de la Fábrica de Cemento 26 de Julio, de Nuevitas, Camagüey, afirmó que «los jóvenes estamos para crear y transformar nuestros escenarios cotidianos, con el propósito de convocar a todos los trabajadores del centro, más allá de su edad y de si son militantes o no de la UJC».
Para este joven, «también tiene que acabarse en el comité de base la concepción del hombre montaña, que lo hace todo y que casi siempre es el secretario general. Las tareas se reparten y en colectivo hay que asumirlas, materializarlas y evaluarlas».
Yeilén Basulto Pascual, técnica en Gestión económica de esta entidad, sumó al diálogo con JR que una de las iniciativas que les ha permitido a los jóvenes de la cementera alcanzar tres Sellos Forjadores del Futuro ha sido el vínculo directo del universo juvenil con la actividad del comité de base.
La joven de 26 años insistió en que «la juventud comunista tiene que parecerse a su entorno. Y en los debates en las reuniones hay que preocuparse, en primer lugar, por cómo marcha el cumplimiento del plan de producción y buscar los elementos que lo perjudican. Si funciona de otra manera pierde credibilidad y respeto, porque ya no sería importante para el colectivo».
El usufructuario Freddy Torres Padilla, de la cooperativa de crédito y servicios José Antonio Echeverría, consideró que el comité de base tiene que centrarse con fuerza en el cumplimiento del objeto social de su centro de estudio o de trabajo.
Para el médico intensivista e internacionalista Abdiel Rivas Álvarez, del Hospital Provincial Manuel Ascunce Domenech, la UJC se transforma paulatinamente desde su pasado Congreso.
El doctor de 30 años de edad, aunque comparte la visión del campesino Torres Padilla, expresa como mayor insatisfacción que «algunos continúan con el letargo y lastre de evaluar a la UJC a través de porcentajes, y no desde el enfoque cualitativo.
Para el pinareño Luis Roberto Ampudia Plascencia, ingeniero agrónomo de 31 años de edad, la UJC tiene un fuerte fundamento para su existencia y una consolidada obra, «aunque debe perfeccionar su trabajo en la base».
Según este inspector de la Estación de Protección de Plantas de Pinar del Río, el movimiento juvenil necesita aumentar su presencia, poder de convocatoria y análisis en el sector agrícola.
«La organización, a partir del interés y una posición activa y crítica de sus miembros, puede luchar por una mayor presencia juvenil en las juntas directivas de las estructuras agropecuarias, y porque se vele por los derechos y deberes de los más bisoños», aseveró Ampudia Plascencia, con más de diez años de militancia en la UJC.
«Desde la base, los militantes deben hacerse sentir más, tener mayor protagonismo en su zona de impacto, ya sea en el trabajo o en la comunidad. Tienen que exigir más su derecho a ser escuchados, y que se confíe en ellos, en sus capacidades y potencialidades», arguyó.
Según Javier Suárez Rodríguez, guitarrista líder del grupo de rock Médula, en Pinar del Río, la UJC necesita ampliar aun más su campo de acción. «En ocasiones se circunscribe solo a sus miembros».
Para el novel músico de 27 años, el accionar de la UJC resulta más complejo en las vertientes artísticas. «Como existe determinado grado de independencia en cuanto a horarios, formas y organización del trabajo, la vida de la organización tiene que someterse a otros ritmos.
Amén de ello, Suárez Rodríguez, quien proviene de una familia de consagrados artistas, defiende una mayor presencia de la organización dentro de la vanguardia joven de las artes en Cuba.
Para el músico entrevistado, la UJC como vanguardia joven debe ser el seno de las muchas juventudes que hay en el país.
Más miradas sobre los desafíos
En la provincia de Artemisa Isnel Jorge Luis, de 18 años, técnico de nivel medio en Contabilidad, y adiestrado de la Empresa de Cemento Mártires de Artemisa, consideró que «la UJC necesita reforzar el proceso de ingreso, hacerlo más profundo, de manera que militen en la organización quienes reúnan todos los requisitos, pero que además estén dispuestos a asumir los compromisos, a dar el paso al frente en todas las tareas.
«Existen —precisó— nuevos estatutos que cambiaron y dinamizaron más a la organización, pero la interiorización de estos en cada comité de base es lo que permitirá realmente que las reuniones se conviertan en el espacio para debatir, que es su esencia.
«La UJC tiene que parecerse a todos los que representa. Casi siempre nos casamos con un tipo de actividad, con un tipo de música, y olvidamos que la juventud es diversa, con diversos gustos, y si no le damos a cada cual lo que le interesa, estamos restando en vez de sumar».
José Miguel Rodríguez Mantecón, de 22 años de edad, maestro primario y guía base de la escuela primaria Julio Antonio Mella, de Artemisa, manifiesta que «la UJC es una organización política, integrada por jóvenes capaces».
En su opinión, «quienes integran la UJC deben tener inteligencia e intencionalidad a la hora de dirigirse a los jóvenes, porque en definitiva es la organización representativa de todos ellos. Hay formas de llegar a la mayoría. Aunque hoy existen muchas particularidades, gustos diferentes, se puede llegar a cada uno. Se trata de influir ganándose el liderazgo y demostrando que la UJC es una organización política, y en esencia alegre».
Joan Cabo Mijares, primer secretario del Comité Provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas en esta provincia, manifestó: «lo más positivo que hemos logrado en algunos comités de base del territorio es que funcionen como una estructura política y revolucionaria, capaz de atender a todo el universo juvenil.
«El comité de base tiene que aglutinar los movimientos juveniles que puedan existir en un centro, a fin de captar cada vez más jóvenes. La UJC tiene que fortalecer las Brigadas Técnicas Juveniles, el Movimiento Juvenil Martiano tiene que dar en los centros educacionales una atención diferenciada a las organizaciones estudiantiles, pues si estas se sienten bien atendidas y estimuladas por el comité de base, entonces cada día serán más los jóvenes interesados en ser militantes».
Algunos confiesan que militar ha significado mucho; ha sido la oportunidad de demostrar amor y compromiso ante la patria y la Revolución, y de intercambiar experiencias y criterios con diversos seres humanos, de superarse en lo profesional, y de estar al tanto de la situación del país y del mundo.
Aunque esas fortalezas son destacadas por los entrevistados, no dejan de reiterarse desafíos como que en las reuniones de los comités de base deben hacerse planteamientos concretos, realizarse análisis más rigurosos y presentarse propuestas de soluciones a diversos problemas.
Existe la paradoja —según expresiones recogidas por este diario— de que, siendo el comité de base la estructura más cercana al joven, a veces falta desde ese ámbito el conocimiento de quiénes son los mejores, o de cómo convocar de la manera más eficaz para un trabajo productivo u otra actividad.
¿Qué hacer?
Para que la UJC sea preponderante debe tener liderazgo y representatividad, comentó el joven Yodsamy Morales Castillo, ingeniero mecánico, diseñador de moldes y troqueles, y programador de maquinaria de control numérico en la Industria Nacional Productora de Utensilios Domésticos (Inpud), de Villa Clara.
Si los jóvenes aprecian que la organización se preocupa por sus problemas, que las direcciones administrativas tienen en cuenta sus consideraciones, resultará más fácil sumar voluntades más allá de los militantes, reflexionó Morales Castillo, para quien la empatía entre una organización y sus potenciales militantes nunca se dará por decreto.
Amaury Águila Valdés, joven de 34 años que lleva las riendas del Comité de la UJC de la capitalina Antillana de Acero, quien además combina sus responsabilidades con la conclusión de sus estudios universitarios en Ingeniería Metalúrgica, consideró que los que militen en la organización han de tener claridad de que no solo se representa a la vanguardia, sino a los jóvenes.
Así también piensan Donnar Alfonso Martínez y Orlenides Garrido Turro, quienes manifestaron que el entorno que los circunda debe estar en el centro de atención de la juventud comunista.
Donnar, quien se desempeña como técnico en nivel medio y metalúrgico en la Antillana de Acero, sostuvo que el Comité de la UJC no puede estar ajeno a ninguna problemática vinculada con los jóvenes en el centro, a lo que Saviel Silva Fundora, también de la Antillana, sumó que la «batalla» hay que darla en el lugar específico donde trabajamos, porque a veces hablamos de lo que nos trasciende sin solucionar lo que tenemos delante.
Orestes de Paz Leiva, miembro del Buró Municipal de la UJC del Cotorro, refirió que los muchachos de este importante centro de la economía del país han logrado convertirse en un referente en este territorio, no solo por su trabajo cotidiano, sino porque son una «columna» en cualquier nueva tarea que se les asigne.
En otro lugar de la capital, en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), pudimos constatar que la palabra unidad debe ser esencia en la proyección estratégica de la juventud.
Yordanys Gómez Rodríguez, ingeniero químico que se ocupa de la producción del ingrediente farmacéutico activo del antígeno de superficies del virus de la Hepatitis B, para su uso en vacunas, habla de una militancia agrupada en 17 comités de base en el CIGB, que integra a más de 200 jóvenes y que tiene como principal desafío analizar los temas vinculados con su actividad específica desde la perspectiva del mejoramiento.
«A los problemas, soluciones», refirió el joven de 29 años, quien además añadió que la juventud no puede permanecer pasiva ante alguna dificultad. La UJC para Yordanys no es algo abstracto: «cada uno de los que la integramos somos la UJC, así que la mejor manera de perfeccionar su funcionamiento será siempre empezar por uno mismo».
Para la ingeniera en Informática Indira Pla Pagrada, del Departamento de Control de la Calidad del CIGB, el grado de efectividad del trabajo de la UJC también va a estar apuntalado por la autoridad del liderazgo de sus dirigentes, para que, por ejemplo, sus criterios tengan peso en los Consejos de Dirección del centro y sus miradas sean tenidas en cuenta.
En su criterio, establecer vasos comunicantes de forma permanente con el resto de los factores de las instituciones, también favorecerá el trabajo de la organización juvenil.
Hainer Martínez Cabrera, joven licenciado en Ciencias Farmacéuticas que tiene la altísima responsabilidad de inspeccionar y controlar todo el proceso productivo, como integrante de la Dirección de Aseguramiento de la Calidad en el CIGB, cree que a la organización hay que imprimirle el mismo entusiasmo que se le pone a las aspiraciones individuales pero, en este caso, por el bien colectivo.
El espirituano Gioanny González Roche, con todo un arsenal de responsabilidades en la esfera informática del central Uruguay, opinó que «tenemos que decir adiós a las medias tintas y otorgarle a la base el nivel que merece». Desde su posición de secretario general del comité de base, aúna esfuerzos entre los jóvenes para lograr el difícil cometido de acercar las producciones azucareras del coloso jatiboniquense a las cifras récords que implantó hace algunos años en el país.
A decenas de kilómetros, en «la Ciudad Patrimonio», Yaniulis Entenza Ortiz lidera al grupo de jóvenes militantes comunistas del hotel Trinidad del Mar. «En el estímulo tanto material como espiritual radica la esencia para comprometer al joven. La emulación entre ellos resulta un buen paso para alcanzar la motivación; así resaltamos con el apoyo de la administración y del PCC al más dinámico, al más carismático, al más laborioso y poco a poco se han visto los resultados», argumentó.
Yaniulis destacó que la UJC debe ser la formadora de un carácter, de una responsabilidad y de la intención de ser el ejemplo. «No puede ingresarse a las filas del PCC para reeducarse. Dondequiera que se encuentre debe darse a conocer e inspirar la confianza necesaria».
Códigos necesarios y otros caminos
Para la granmense Ileana Espinosa Echevarría, de 29 años, trabajadora de la Pista de Patinaje en Bayamo, a veces, cuando se programa una actividad —aunque la haya ayudado a organizar la UJC—, quienes la disfrutan no están al tanto de que esta la patrocinó o la encabezó.
El concepto apuntó a que incluso en los espacios de recreación, los aparentemente más informales, la organización no siempre aprovecha todas las potencialidades como puede y debe hacer. Y ahí hay caminos, oportunidades de transmitir mensajes y de hacerse notar que se pierden.
También de Granma, Diana Andreu, de 28 años, trabajadora de la Empresa de Materiales de la Construcción y estudiante de Derecho, consideró: «Creo que uno de los retos para representar a los jóvenes es saber extraer de cada época pasada las mejores experiencias, y traerlas al presente».
Para Joan Cabo Mijares, «una de las transformaciones esenciales que tendrá un impacto positivo en el trabajo de la organización es la concepción de los funcionarios integrales que atienden las diferentes zonas de trabajo y a los jóvenes de los centros laborales y de la comunidad».
«Esto —argumentó— demanda de cuadros preparados, que conozcan la vida interna de la organización, pero que también dominen las características de la población, los principales movimientos culturales, deportivos, las fortalezas y debilidades del entorno que los rodea. A ello tributan las investigaciones, que también hay que consultar para una proyección más efectiva».
Otras transformaciones estructurales, en su criterio, han venido a acomodar el trabajo de la organización, a hacerla más dinámica, porque se eliminan las esferas de trabajo que generalmente circunscribían al dirigente juvenil a determinada actividad. Ahora se trabaja por tareas priorizadas, para resolver los problemas de la juventud y estar más cerca de su realidad».
Todo ello permitirá, según Joan Cabo, que la organización represente los intereses de todos los jóvenes y sea más propositiva.
Todos deben ser prioridad
Un sondeo sobre la percepción acerca de qué puede hacer la UJC para acercar a los jóvenes fue emprendido por el Equipo de Investigaciones Sociales de Juventud Rebelde.
La interrogante «¿Qué le pedirías a la UJC para que represente a todos los jóvenes?», propició un intercambio de ideas con militantes de la organización y jóvenes. Fueron consultados estudiantes universitarios y trabajadores de la Empresa Refinería de Petróleo Ñico López (Unión Cupet).
Los conceptos más recurrentes que afloraron en los diálogos aludieron a la necesidad de defender la identidad de la juventud cubana; dominar los problemas internos de la organización; desterrar estilos burocráticos; fomentar la creatividad en las actividades, proponer espacios variados, personalizados y heterogéneos como la juventud misma; ser más atractivos, desde la organización, para con las nuevas generaciones, y rigurosos en el momento de seleccionar a los futuros militantes; así como emplearse a fondo, como protagonistas reales, en los cambios que la UJC necesita.
«Todos los jóvenes deben ser prioridad. Es importante interactuar con ellos en centros de estudio y de trabajo, no solo en el momento de las asambleas», comentó Dayana Beyra Fernández, de 25 años e ingeniera química de la Refinería Ñico López.
Elizabeth Cuesta Lamerte, de 28 años e ingeniera química del mismo centro laboral, resaltó: «Hay que motivar a los jóvenes, conocer sus opiniones, y a partir de ese conocimiento, trazar estrategias de trabajo».
En sentido general se aboga porque la organización, sin perder sus propósitos esenciales, y sin hacer concesiones en el rigor con el cual ha de seleccionar a su membresía, trabaje en consonancia con jóvenes que, inevitablemente, se parecen más a sus tiempos de arrestos y plenitud que a sus padres. Se trata, en tiempos preñados de complejidades, de un acto de pura creación.
Integración, dinamismo, vitalidad
Joan Abel Palmero Pérez, miembro del Buró Nacional de la UJC, considera que la Unión de Jóvenes Comunistas, en el propósito de ser la organización que abrace a todos los jóvenes cubanos, ha comenzado a desarrollar una transformación muy profunda en sus modos de hacer, en sintonía con las que realiza el país y ajustadas a la realidad de la Isla.
En esta dimensión enfatizó en que todo ello se ha pensado partiendo del hecho de que la juventud es un segmento muy amplio de la población y con características muy particulares. «Este es un universo muy dinámico y con singularidades que hay tener en cuenta para lograr su participación», subrayó.
Sobre las modificaciones precisó que no estamos hablando de un simple cambio, ni de una pincelada, sino de una reconfiguración que tiene un alcance que va desde la estructura en la base hasta el nivel nacional, lo cual se ha reflejado en los documentos rectores no solo de la organización, sino también de los movimientos juveniles y organizaciones estudiantiles que agrupa.
Aunque, puntualizó, la esencia del cambio está enfocada en la base y apostamos en esa dirección a un liderazgo y a una autoridad activa. «No pretendemos tener una juventud vertical, sino que los dirigentes de la base sean los que actúen de manera protagónica y con sus códigos, atendiendo a la edad y al sector que representen.
«Se está propiciando revitalizar, como resultado de lo anterior, todo el sistema de trabajo, de modo tal que ese movimiento permita la integración de los jóvenes, para que ellos se vean representados y canalicen a través de la UJC sus preocupaciones, sus expectativas y sus desafíos».
El reto mayor está, según Joan Abel Palmero Pérez, en responder de manera creadora y fresca a esas exigencias y que con ese mismo ejercicio logremos la credibilidad que necesita la organización, para que perdure y tenga la vitalidad que requiere el país.
Como en ese esfuerzo todos los jóvenes cuentan, el miembro del Buró Nacional de la UJC ponderó también que debemos ser capaces de tener una organización de un liderazgo multiplicado y que sea una fuerza dinámica e integradora.
Lo que estamos haciendo —puntualizó— no son cambios a la ligera, sino que los estamos asumiendo con responsabilidad y sin precipitación, de forma consecuente.