Violeta Puldón Padrón añoró ser siempre lo que es: ingeniera agrónoma. Autor: Otoniel Márquez Publicado: 21/09/2017 | 05:33 pm
ARTEMISA.— En pleno corazón del Vedado capitalino le nació el amor por la tierra, sin saber siquiera por qué. Su mamá decía con desdén que del Almendares para allá todo era campo, pero Violeta Puldón Padrón añoraba ser ingeniera agrónoma, aunque «el mundo entero» quisiera lo contrario. «Cuando llegó el momento de elegir una carrera mi única elección fue esa. No quería nada más. Por esos días era un manojo de nervios y no estuve tranquila hasta obtenerla.
«Me gradué en 1987, en el entonces Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana. El campo me encanta y la Agronomía es una carrera muy completa: te enseña cómo sembrar y obtener una buena cosecha y también comprende una serie de asignaturas que complementan su línea fundamental: obtener alimentos», refiere.
Tanto amor siente Violeta por su profesión que la compara con tener un hijo. «Se siente uno como una madre cuando siembra una semilla, pues la ves crecer, estás pendiente de su alimentación, de si está enferma, si necesita agua, fertilizantes, y finalmente ves el fruto y percibes la utilidad de tanta dedicación».
Aunque inicialmente laboró en el azúcar, se ha dedicado por más de dos décadas al trabajo con granos, fundamentalmente con el arroz, pues labora como directora científica del Instituto de Investigaciones de Granos, anteriormente Instituto de Investigaciones del Arroz.
«El trabajo en el Instituto me dio otra visión. Ya no es solo producir alimentos, sino también investigar, para hacer las producciones más eficientes y a la vez más nutritivas, en dependencia de las necesidades de la población».
Esta apasionada del campo confiesa sentir a veces su profesión relegada. «Siempre hablo de la Agronomía, porque siento que a veces se le da mucha importancia a otras especialidades; y no niego que sean importantes, pero al final todos tenemos que comer, y quienes garantizamos los alimentos somos quienes estamos «pegados» a la tierra. Por eso me duele ver cómo hablan de ciencia y a veces olvidan que también se hace ciencia en el campo».
En su opinión, esta es una profesión que debe ser más reconocida a nivel social, para que «los muchachos perciban la importancia de esta labor, y también hay que llegar a las aulas, intercambiar con ellos y mostrarles cuán útil es el oficio, traerlos a los institutos y llevarlos a las empresas agropecuarias, que también hay que ponerlas más bonitas para ellos, porque cuando un joven llega y ve un lugar deslucido, despintado, entonces pierde la motivación.
«Hay que mostrar en los medios a agrónomos destacados, a los hombres que se entregan por tener sus fincas prósperas y dignificar la profesión, de modo que crezca en el muchacho ese amor por la tierra, porque las computadoras y la tecnología hacen falta, pero somos un país agrícola, con poca capacidad para importar y necesitamos hacer producir la tierra», precisa.
Para Violeta, «urge cambiar esa imagen del trabajo en el campo como algo duro, ligado al sol y al sacrificio. Aunque esas cosas son ciertas, es importante ahondar en las satisfacciones que le puede dar a un ser humano labrar la tierra, sembrar y obtener frutos».
Esta mujer continúa en «campaña» constante a favor de su profesión y no pierde la esperanza de que más jóvenes se sumen al campo, aunque nacieran, como ella, en la ciudad.