En mulo por el río Toa, 1996. Autor: Fundación Antonio Núñez Jiménez Publicado: 21/09/2017 | 05:33 pm
Aquellos jóvenes, convencidos de su incompetencia, temen el error futuro y la condenación que le seguirá. Ni siquiera tienen idea de que podrían defenderse invocando sus méritos pasados: sería carecer de orgullo.
Hay una excepción: Núñez Jiménez. Estaba calificado de antemano para dirigir el INRA (Instituto Nacional de la Reforma Agraria): como geógrafo, había publicado en tiempos de Batista el único estudio de valor sobre Cuba. ¿Fue a la geografía por la rebelión o a la rebelión por la geografía?
El hecho es que su libro denunciaba los males e indicaba los remedios con una objetividad que no le agradó al régimen: fue secuestrado. Ha reaparecido, actual todavía.
Pero a lo que quiero ir, es que una ciencia de las más seguras y una competencia reconocida en todas partes —hasta en el extranjero—‑, solo le dan a ese revolucionario una calificación aparente: todo lo que fue dicho, escrito y hecho antes del primer día del año 1959, seguirá siendo letra muerta, porque es el pasado. Jiménez el geógrafo no está más calificado que Jiménez el rebelde para convertirse en Jiménez el reformador: lo que lo hace digno y capaz de dirigir el INRA, es el difícil esfuerzo que tuvo que hacer, que hace aún, para transformarse transformando el país.
Durante la Revolución podía ser sin trabajo hombre de ciencia y soldado; las dos profesiones no se aceptan ni se contradicen: se ignoran. Todo empezó después de la victoria: imposible ser en la paz del corazón geógrafo y revolucionario. Jiménez puso la geografía al servicio de la Revolución. Hubo que adaptar los conocimientos científicos al detalle de las necesidades prácticas; hacer de un sabio un practicante constante de manera de controlar la acción por la ciencia.
Su conocimiento de los lugares, del terreno, del clima, perdió toda autonomía: se resume cada día, legible solamente para él, en medidas que despachar: instalar en tal lugar una cooperativa de carboneros de diez o quince familias; decidir en otro lugar qué es lo que se sembrará: comenzar en otro los trabajos de repoblación forestal [...].
Convertirse en hombre de acción cuando se es un sabio, es duro: no se logra sin quebrarse un poco los huesos.