Jorge León Acosta, especialista del Instituto de Investigaciones Agroforestales. Autor: Roberto Morejón Guerra Publicado: 21/09/2017 | 05:12 pm
Oculta en la densa geografía cubana, bajo la tupida vegetación de Topes de Collantes, provincia de Sancti Spíritus, crece una planta singular que podría contribuir a la tan demandada sustitución de importaciones en el país.
Se trata del ratán, también conocido como caña de India, originario de zonas asiáticas y algunas regiones de África Ecuatorial, que se destaca por ser de los materiales naturales más antiguos y resistentes utilizados para la fabricación de muebles.
Esta especie de palma, muy espinosa, se caracteriza por presentar un tallo perfectamente cilíndrico, de gran solidez y flexibilidad, que permite confeccionar objetos mobiliarios y artesanales muy perdurables y para una amplia gama de diseños.
El sector turístico internacional, sobre todo el de países caribeños como el nuestro, ha sido tradicionalmente uno de los más interesados en este tipo de muebles que, además de duraderos, se destacan por su belleza y naturalidad.
El caso cubano
De los 13 géneros y alrededor de 600 especies que componen el ratán, ninguno está incluido en la flora del continente americano.
Fue en año 1993 cuando en Cuba surgió la idea de comenzar los estudios de introducción y evaluación de adaptabilidad de diferentes especies de esta planta, a través del Instituto de Investigaciones Agroforestales y su estación experimental en Topes de Collantes.
Según recuerda el especialista Jorge León Acosta, uno de los investigadores del Instituto implicados en el proyecto, «se introdujeron cuatro especies, dos provenientes de Vietnam, una de Malasia y otra de Indonesia».
—¿Por qué Topes de Collantes?
—Primero que todo, los ratanes son propios de suelos ferralíticos como el de Topes. Son plantas que viven a la sombra de los bosques y no crecen en lugares abiertos, porque demandan mucha humedad para su desarrollo.
«En Topes, por ejemplo, la unidad relativa de humedad en el aire está casi siempre por encima del 85 por ciento y se registran alrededor de 2 000 milímetros de precipitaciones cada año.
«No obstante, tenemos la intención de hacer algunas pruebas en zonas de la Sierra Maestra y del macizo Nipe-Sagua-Baracoa».
—¿Cuáles son los resultados luego de más de una década de investigación?
—Hemos obtenido semillas viables de tres de las cuatro especies, con posibilidad de reproducción en otros escenarios. Es decir, las hemos sembrado y han nacido nuevas plantas. Estos resultados nos convierten en el único banco de germoplasma de ratán de América Latina.
«La especie Daemonorops pierei becc, por ejemplo, es capaz de fructificar a los seis años de sembrada, de forma similar a como lo hace en su hábitat natural.
«Sin embargo, una de las especies nunca ha echado frutos, y no sabemos por qué. Esa no la consideramos adaptada pues, aun cuando ha crecido y se ha desarrollado, no es capaz de reproducirse. Ese tipo de ratán, lamentablemente, es el más importante en el sector comercial debido al grosor de su tallo.
«Las otras tres constituyen una materia prima que actualmente Cuba está importando para la industria de muebles y artesanía. Existen piezas de distintos diámetros, según la especie de que se trate; como promedio una caña de tres metros cuesta cuatro dólares.
«Por tanto, el desarrollo de estos tres tipos de ratán puede significar la supresión total de dichas importaciones. Podríamos también exportar semillas para aquellos países que quieran establecer plantaciones de prueba.
«Representa, además, la obtención de un nuevo producto forestal no maderero, con la consecuente creación de nuevas fuentes de empleo en la montaña. Las abejas van a esas nuevas plantas a buscar la flor para producir miel, y también obtenemos resina, carbón… Es un producto más del bosque.
«Lo mejor del ratán es que la confección de muebles es muy sencilla. Fundamentalmente se hacen de forma manual, gracias a técnicas de vapor que permiten doblar con facilidad las cañas. En la Isla tenemos al menos una fábrica importante, en la ciudad de Trinidad, que actualmente hace maravillas con los ratanes importados.
«En la medida en que esta industria se desarrolle, podría constituir un rubro en cuanto a la exportación de muebles.
«El primer paso sería que la industria avale que el ratán cubano es bueno. Porque la misma caoba que crece en la Ciénaga de Zapata, por ejemplo, no tiene características idénticas a la que crece en Topes de Collantes o Santiago de Cuba, debido a que las condiciones climatológicas no son exactamente las mismas. De igual forma, el ratán cubano no es idéntico al vietnamita.
«Las especies estudiadas, desde el punto de vista biológico, han logrado adaptarse. Ahora la industria debe decirnos si en la conformación de los muebles nuestro ratán es tecnológicamente apto también. Porque a lo mejor a la hora de doblarlo se parte, por no tener elasticidad suficiente.
«En estos momentos tenemos abundantes reservas de semillas como para que la industria haga las pruebas pertinentes con varios prototipos. Lo que no queremos es equivocarnos y convencer a los decisores de empezar a plantar ratán sin el aval industrial. Ese sería un error imperdonable.
«Una vez que esto suceda, sería factible extender las plantaciones con fines propiamente productivos, teniendo en cuenta que se trata de un recurso totalmente renovable, de rápida reproducción. Es como una areca. Cortas el tallo más maduro y los hijitos le nacen enseguida».
—¿Qué falta para hacerlo?
—Hay un determinado nivel de conciencia. Pero como la industria está fuera del sector de la agricultura, las personas no se han enamorado e implicado totalmente con la idea. Ahí es donde se nos ha trabado un poco el proyecto, porque no ha existido motivación suficiente para hacer los prototipos necesarios.
—¿Es el ratán una planta resistente? ¿Demanda muchos recursos a la hora de combatir plagas y enfermedades?
—En las condiciones nuestras no ha tenido ningún problema, y en su hábitat natural tampoco es común. Es una planta muy rústica, resistente a las enfermedades, que además crece en un medio muy natural donde las posibles plagas tienen muchos enemigos, como los pájaros.
«Constituye una iniciativa muy prometedora, un proyecto científico y a la vez económico que mira con grandes perspectivas hacia el futuro, ahora que el país tanto lo necesita».