Amontonadas entre los surcos, las piñas aguardan para ser recogidas. El tiempo de espera es corto. Autor: Luis Raúl Vázquez Muñoz Publicado: 21/09/2017 | 05:11 pm
VENEZUELA, Ciego de Ávila.— Candanga gritó: «¡Dame otra caja. Apúrate!». Desde el camión salió un recipiente plástico que fue atrapado en el aire. Candanga —o Segundo Cutiño Cutiño— es un oriental fuerte y de más de seis pies de estatura. A su lado trabaja Yanet Céspedes Sánchez, la única mujer que en ese turno labora en el campo. Apenas habla, y sus brazos se mueven con rapidez.
Son unos 12 hombres que en el día cosechan las plantaciones de la MD-2, una variedad de piña perseguida por su sabor y tamaño. Es un trabajo duro, en ocasiones brutal. Las frutas son echadas con rapidez a las cajas. En el surco se levantan en peso hacia los hombros de un obrero. Con el impulso, el hombre la levanta para el camión y allí la suben.
Entre los surcos están las piñas amontonadas en hileras. Son las que han dejado los cuchilleros, tres hombres armados de machetes cortos. Avanzan bien adelante. Meten las manos dentro de la planta, arrancan la fruta y de un tajo cortan la corona sin dejar de caminar. Detrás viene la tropa de Candanga.
Todos entraron al campo a las 6:30 de la mañana. A las 8:30 ya habían despachado hacia la industria un camión. Y ahora un Kamaz con motor de KPT-3, avanza imperturbable. Luis Fonseca Arseo, el chofer, dice: «Ahorita está lleno: diez toneladas subidas en menos de una hora y media. Esta piña promete».
Los caminos de la piña
Luis Fonseca Arseo lo sabe. Desde 1980 trabaja en las plantaciones de la piña en Ciego de Ávila. Según cuenta, sus ojos y manos vivieron el esplendor de la bromeliácea. También su declive. Él lo enfatiza con un gesto de la mano apuntando a la cabeza: «En esta calva me hice dos llagas llevando las canastas cuando se cosechaba así. No hay quien me haga un cuento».
Hoy todavía se importan hijos de piña desde Villa Clara y Matanzas. Las cantidades ya son menores. También el horizonte del cultivo es distinto. Y a la memoria de muchos viene el año 1991, cuando se acopiaron 31 094 toneladas de piña, la mayor cifra en la historia de la provincia después de 1959. La noticia se anunció como un festejo. Sin embargo, la fecha también marcó el declive de las plantaciones.
No pocas incertidumbres aparecieron en una región que ha adoptado la imagen de esa fruta como su símbolo de identidad. En opinión de los especialistas, sobre la piña de Ciego de Ávila gravitaba el cansancio de los suelos y el envejecimiento del material genético. Por mucho esfuerzo que se hiciera, si no cambiaban esas dos premisas, todo el trabajo caería al vacío. Así llegó el año 2005, cuando se registraron unas 321 toneladas de cosecha, cifra irrisoria para los promedios históricos.
«Ver los campos vacíos o con esas piñitas era muy difícil. Es como si faltara alguien en la casa y tuviéramos la duda de si algún día regresaría», expresa Alfonso Durán Cobas, dedicado al cultivo durante 35 años y en la actualidad jefe de la Finca 179, cultivada con la variedad MD-2.
Por eso los cambios se iniciaron desde abajo. Los terrenos tradicionales se movieron a otros campos con mejores condiciones. Se adquirieron nuevas posturas. Los actuales mecanismos económicos permiten ahora que un trabajador perciba ingresos en el orden de los mil pesos por el resultado de su labor. También se modificó la estructura de la producción. Los cultivos se extendieron a diversos municipios, con atención no solo estatal sino también del sector campesino. Sin embargo, un nuevo personaje apareció en escena: la MD-2.
La reina exige
En el año 2011 el plan de cosecha de piña en Ciego de Ávila asciende a 3 000 toneladas entre el sector estatal y el campesino. Según los estimados, la cifra debe cumplirse al tener ya unas 2 000 toneladas acopiadas. En estos rendimientos ha influido la aparición de la MD-2.
«Es una fruta muy grande y dulce —explica Alfonso Durán Cobas—. Tiene una masa de color amarillo como la cáscara y su promedio en los rendimientos oscila entre las cien y 120 toneladas por hectárea. En eso supera a la Española Roja, que rinde de 15 a 16 toneladas en una hectárea».
Muchos ojos miran hacia la nueva variedad. Los directivos de la Empresa Citrícola de Ciego de Ávila —que acogió la estructura productiva de la antigua Empresa de la Piña— opinan que la MD-2 puede convertirse en una figura clave para cumplir con las exigencias de los mercados en frontera y estabilizar los niveles de la bromeliácea por encima de las 13 000 toneladas, a partir de 2012, con fines exportables, entre otros propósitos.
«En esos números estará la Española Roja, que es la cultivada en el sector campesino por su resistencia a la sequía; pero en la presencia de la fruta influirá el comportamiento de la MD-2 y sus cultivos», expresa el ingeniero Quintín Domínguez Martín, director de la unidad empresarial de base (UEB) de la Piña, perteneciente a la Empresa Citrícola.
En estos momentos existen 25 hectáreas sembradas con la nueva variedad. Los técnicos afirman que ella, como mismo es de prometedora, también resulta muy exigente en la disciplina tecnológica y la preparación del terreno, sobre todo en las «camas» o elevaciones sobre las cuales se planta la fruta y las curvas a nivel, zanjas de drenaje que permiten la evacuación de la humedad en el campo.
«La piña es la reina de las frutas, pero como reina al fin exige que la atiendan si se quiere obtener algo de ella», enfatiza Domínguez Martín, quien añade que el próximo año se recogerán seis hectáreas para la producción de hijos.
En su opinión, ese paso resulta fundamental para extender las plantaciones de la MD-2. Ello permitirá contar con el material genético para fomentar cien hectáreas para 2013, si se tiene en cuenta que de cada planta se pueden obtener entre diez y 15 hijos.
«Lo otro a tener en cuenta en el incremento de las producciones de MD-2 es el tiempo —añade—. Las frutas que hoy se recogen provienen de plantas con un material genético importado. Los hijos que acopiaremos el próximo año ya estarán adaptados al terreno y las condiciones de Cuba. Ya será una planta más fuerte. Por lo tanto, las piñas estarán más seguras».