Con paciencia y ternura pueden aprender y no renunciar a sus sueños. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:11 pm
Una de las patologías más complejas que puede enfrentar un maestro es atender a niños y niñas sordo-ciegos. La falta de estos dos sentidos, y también del habla, los obliga a apelar a las sensaciones, al tacto, para lograr educarlos y elevar su calidad de vida.
En Cuba hay 130 menores que padecen sordo-ceguera. No es una cifra que implique una población mayoritaria, sin embargo la voluntad política del país es atenderlos de manera especializada y también a sus familias.
La experiencia cubana en la atención a esta patología será confrontada próximamente con especialistas de diversas partes del mundo en el I Taller Internacional de sordo-ceguera Defendiendo la esperanza, que se realizará en el Palacio de Convenciones del 11 al 13 de julio.
Kenia Noguera, asesora técnico-docente del Centro de Referencia Latinoamericano para la Educación Especial (CELAE), explicó en conferencia de prensa que al encuentro asistirán 170 delegados de Argentina, Colombia, España, México, Puerto Rico, Panamá, El Salvador, Angola y Venezuela, así como 50 especialistas cubanos, la mayoría de ellos doctores en ciencias o másteres en educación especial o en ciencias de la Educación.
«Entre las temáticas que se abordarán se encuentran la concepción multisectorial y comunitaria para el tratamiento a la sordo-ceguera; la familia y su rol protagónico en la educación de sus hijos; el diagnóstico y la evaluación; el enfoque preventivo; la atención educativa integral; la estimulación temprana; el tratamiento psicopedagógico y la atención a la familia; el implante coclear, así como formación y superación de los docentes que atienden a estas personas».
Durante el primer día de trabajo, especialistas cubanos impartirán cuatro cursos, y luego trabajarán en paneles donde cubanos y extranjeros intercambiarán sobre sus prácticas pedagógicas.
Moraima Orozco, directora nacional de Educación Especial, explicó que en Cuba existe un proyecto de investigación que propició un modelo para atender a estos niños.
«Lo que vamos a presentar en este encuentro es el resultado de esas investigaciones, que nos han llevado a defender la tesis de que estos pequeños, a pesar de su discapacidad y limitaciones, pueden ser educados.
«En su mayoría presentan también otras patologías —añadió—, y cada alumno es un caso diferente, por lo cual trabajamos con sus especificidades. Por ejemplo, más de 20 han recibido el implante coclear que les devuelve la audición, lo cual conlleva un trabajo distinto para que puedan adaptarse a escuchar los sonidos desde su ceguera».
Moraima dijo además que unas 600 personas, entre guías, maestros y especialistas de diversas ramas, laboran en la atención a estos niños en todo el país, pues el trabajo es personalizado y difícil.
«Hay que estudiar sus potencialidades y necesidades para, desde la psicología y la pedagogía, lograr su integración a la familia y al contexto social», expresó.