Es imprescindible cambiar la mentalidad, dejar a un lado la fanfarria y el formalismo en las ideas y acciones, o lo que es lo mismo, desterrar el inmovilismo fundamentado en dogmas y consignas vacías, para que el Partido Comunista de Cuba (PCC) esté en condiciones de ser, para todos los tiempos, el digno heredero de la confianza ilimitada del pueblo en la Revolución y su único Comandante en Jefe.
Así resumió el presidente cubano, General de Ejército Raúl Castro, el principal tema que se abordará en la conferencia del Partido, a efectuarse luego de la celebración del VI Congreso de la organización política de vanguardia de la sociedad cubana.
El PCC, como organización que defiende los intereses del pueblo cubano, debe despojarse, junto a la Unión de Jóvenes Comunistas y las organizaciones de masas, de esquematismos y rutinas que la apartan de la adecuación de su razón de ser a los momentos actuales.
La superficialidad y el formalismo con que se desarrolla el trabajo político-ideológico; el uso de términos que no toman en cuenta el nivel de instrucción de los militantes; las reuniones excesivamente extensas que se efectúan dentro de la jornada laboral con agendas indicadas por el organismo superior, y los trabajos voluntarios en días de descanso sin un contenido que los justifique, son algunos de los aspectos que, según expuso, laceran el correcto funcionamiento de estas organizaciones y que deben ser analizados con profundidad.
Los alcances negativos de estos viejos hábitos son aplicables también a la estimulación, movimiento movilizador de los colectivos laborales desde su surgimiento y que, con el paso de los años, ha perdido su esencia, en la medida en que se ha convertido en un mecanismo alternativo basado en estímulos materiales que no siempre se corresponden con resultados concretos en el trabajo.