Cada quien debe dedicarse a lo que le toca, expresó el presidente cubano Raúl Castro Ruz, en clara alusión a la urgente necesidad de delimitar bien el papel que le corresponde desempeñar al Partido, del que le atañe al Estado, durante la presentación del Informe Central al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que inició sus sesiones este sábado en el Palacio de las Convenciones de La Habana.
Se trata —abundó— de despojar al Partido de todas las actividades no propias de su misión política y de liberarlo de las funciones administrativas.
La mala interpretación y confusión de estos conceptos, afecta la autoridad del Estado y del Gobierno, porque los funcionarios no asumen sus responsabilidades como les corresponde, señaló el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
En otro momento de su intervención, Raúl esbozó el carácter del ejercicio del poder del Estado, que tiene su Parlamento, en el que está representado la clase dominante, y por eso elabora sus leyes en beneficio de dicha clase, y las hace cumplir a partir de sus instituciones.
En cambio —precisó—, las orientaciones del Partido son de obligatorio cumplimiento solo para sus militantes; esta organización, vanguardia política de la sociedad cubana, controla a partir de vías y métodos que le son propios y que difieren de los métodos de los cuales dispone el Estado.
El Presidente cubano subrayó en su intervención que el poder del Partido descansa en su autoridad moral y en la confianza que el pueblo deposita en él, a partir de la justeza que emana de sus actos. En cambio, el poder del Estado parte de su autoridad material, que consiste en la fuerza de las instituciones encargadas de hacer cumplir las normas jurídicas que emite.
Raúl se refirió igualemente a las deficiencias en la política de cuadros del Partido, la cual también deberá ser objeto de análisis por la Conferencia del Partido, a celebrarse en enero del año próximo.
«No pocas lecciones amargas nos han dejado los desaciertos en la política de cuadros, debido al ascenso acelerado de cuadros inexpertos e inmaduros, algunos a base de simulaciones», destacó, y más adelante compartió que los dirigentes no surgen de escuelas ni del amiguismo favorecedor, se hacen en la base, desempañando la profesión que estudiaron, en contacto con los trabajadores, y deben ascender gradualmente, a fuerza de su liderazgo y a partir del ejemplo y de sus resultados.
Instó al Partido a hacerse una autocrítica severa y a tomar las medidas necesarias para evitar estas tendencias negativas. Y abogó porque este se convierta en un proceso acompañado por la sistematicidad política de promover a las personas a partir del mérito y de las condiciones que tienen.
Es una verdadera vergüenza —dijo con fuerza—, no haber resuelto esta deficiencia en estos más de 50 años, por no haber sido consecuentes con lo que desde los primeros días del triunfo revolucionario nos ha enseñado Fidel, y por no asegurarnos de su cumplimiento y dejarlo a la espontaneidad.
Asuntos como estos —insistió—, jamás deberán volverse a guiar por la espontaneidad, sino por la previsión y la más firme orientación política, con el propósito de fortalecer el Socialismo en Cuba.