SANTA CLARA, Villa Clara.— A las conexiones ilegales se debe una buena parte de los 30 000 metros cúbicos de agua que se desaprovechan todos los días para el abasto a la población solo en la Conductora Hanabanilla-Santa Clara, confirmó la Empresa Provincial de Acueducto y Alcantarillado en el territorio.
Ese volumen utilizado indebidamente para el riego agrícola y en la ganadería, más los salideros, resulta suficiente para satisfacer la demanda de casi 70 000 personas, reveló Mayra Isabel Colina Costa, directora de Ingeniería de la entidad referida.
También las conexiones clandestinas, causantes del deterioro de las redes de abasto, afectan el sistema Minerva-Santa Clara y, en menor o mayor medida el resto de las conductoras del territorio.
Esa práctica ha contribuido de manera decisiva al deterioro del sistema soterrado Hanabanilla-Santa Clara, de 38 kilómetros de longitud, y que tiene más de 30 años de explotación.
En los dos últimos años se han detectado en Villa Clara más de 22 conexiones furtivas, pero según Ricardo Rodríguez Leiva, subdelegado de Inspección Estatal de la Dirección del Instituto de Recursos Hidráulicos en la provincia, se calcula que resultan muchísimas más las que existen.
Tal valoración la sustenta en el hecho de que en la mayoría de los casos resulta difícil detectar la conexión ilegal, porque las ejecutan en lugares intrincados, de muy difícil acceso, o las enmascaran de forma tal que no resulta sencillo descubrirlas, precisó.
En su opinión, facilita este daño la falta de personas que se encarguen de vigilar las conductoras, procedimiento que sí aplican a fin de proteger a los sistemas de riego. Tampoco se mantiene limpia el área donde se encuentran aquellas, con excepción de la nueva conductora del poblado de Vueltas, aunque también en esta descubrieron una infracción.
Para conectarse barrenan las tuberías o lo hacen a mandarria, lo cual debilita el recubrimiento interior y exterior de hormigón; además los salideros ocasionan la pérdida de presión, lo que disminuye el volumen de agua.
Hay casos también de destrucción de los tubos con el fin de extraerle el alambrón que es vital para garantizar la resistencia de aquellos. O se conectan a las válvulas destinadas al desagüe o a las que permiten expulsar el aire de las tuberías. La obstrucción de estas últimas pueden producir graves averías por explosiones.
Sobre el particular, la directora de Ingeniería de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado añadió que se ha llegado al extremo de sustraer parte de los tubos soterrados en el sistema Palmarito a la planta potabilizadora de Cero Calvo, que está previsto para enfrentar el período de seca. La fechoría la cometieron en un tramo cercano a Santa Clara.
Los depredadores actúan contra las conductoras de hierro fundido, asbestocemento, de hormigón centro acero o de polipropileno de alta intensidad. Increíblemente, cuando los descubren, solo se les puede imponer multas que oscila entre 200 y 300 pesos.
Es esta una cuantía ínfima que, por supuesto, no cubre en lo más mínimo los gastos en que se incurre para eliminar la conexión furtiva y reparar la tubería, sin contar el agua que sustrajeron durante no se sabe cuánto tiempo.
El enfrentamiento a esa ilegalidad se ha visto limitado por recursos, mientras que las sanciones a los transgresores, de acuerdo con lo establecido no son lo suficientemente severas, razonó Rodríguez Leiva.
Destacó que resultan frecuentes también las sustracciones de los hidrantes de aluminio que se colocan en las conductoras para ser utilizados por el Cuerpo de Bomberos en caso de incendios, así como de las tapas de hierro fundido de los registros. Esto puede facilitar que se accidente alguna persona al faltar estas últimas o la destrucción de las válvulas que protegen.
Si grave resulta el hecho de desviar el abasto de agua tratada destinada al uso de la población para utilizarla en el riego o la ganadería, peor resulta el daño que le hacen a las conductoras y, consecuentemente, el salidero de pesos y divisas que ocasionan.