Humberto Sainz, Jefe del Grupo Nacional de Expertos en Anestesiología y Reanimación del Ministerio de Salud Pública. Autor: Roberto Morejón Guerra Publicado: 21/09/2017 | 05:03 pm
Los argumentos que cada año sustentan la reclamación de Cuba contra el bloqueo norteamericano no representan simples cifras o sueños quiméricos. El sector de la salud se ve cada día afectado por ausencias precisas de medicamentos, aseguró a JR el doctor Humberto Sainz, jefe del Grupo Nacional de Expertos en Anestesiología y Reanimación del Ministerio de Salud Pública.
«En el campo de la anestesiología y la reanimación las principales afectaciones que ocasiona el bloqueo son en cuanto a la disponibilidad de medicamentos.
«Te podría hablar, por ejemplo, de un agente anestésico inhalatorio nombrado Sevoflorano, que posee la cualidad de inducir rápidamente la anestesia y de recuperarla a la misma velocidad.
«Se trata de un líquido volátil, un anestésico mayor, superior a cualquier otro agente, muy ventajoso en los niños y en cualquier otro tipo de pacientes, particularmente en los cardiópatas, ya que aporta cierta protección al corazón contra las isquemias, es decir, contra cualquier situación que ponga en peligro el músculo cardiaco.
«Este medicamento es una patente de los laboratorios Abbott norteamericanos, y verdaderamente en toda la región no hay un genérico de una calidad similar. Otros centros que lo venden lo hacen con licencia de aquellos, y de acuerdo con las leyes que implementan el bloqueo no tenemos acceso a él.
«Ya lleva 20 años en el mercado. Sin embargo, no hemos podido emplearlo, en detrimento de la atención anestésica a los pacientes cubanos, independientemente de que en un país como el nuestro, en el cual la mayor parte de las cirugías se realiza en condiciones ambulatorias, sería el agente anestésico inhalatorio ideal, no solo por la rapidez con que se induce y con que se elimina, sino porque está muy desprovisto de efectos secundarios.
«Otro segundo fármaco que surgió hace alrededor de diez años es el conocido como Desmetomidina. Es un agente de administración intravenosa o intramuscular, que tiene propiedades sedantes, analgésicas, y se puede usar tanto en la medicación preanestésica como en el curso del proceder anestésico, pues permite reducir las dosis de agentes inhalados o administrados intravenosamente.
«En resumen, permite usar mucho menos anestésico y la persona puede tener además una recuperación tranquila y sin dolor. Es también patente Abbott, por tanto, no tenemos acceso a él.
«En los últimos años ha surgido un producto que se llama Levosimendan. Se le llama inotropo positivo, o sea, aumenta la fuerza de contracción del músculo cardiaco, por ende, tiene una indicación precisa en el tratamiento de las insuficiencias cardiacas agudas, en los shocks causados por un infarto agudo del miocardo, en el bajo volumen de eyección de un corazón…, o sea, en todas aquellas situaciones en que un corazón desfallece. Este fármaco es superior a otros que están en el mercado, como la Dubotamina, la Dopamina, la Epinefrina, cuyos resultados son inferiores.
«Por otra parte, en el campo de los equipos de sostén de vida, los norteamericanos tienen firmas que producen y comercializan excelentes estaciones de trabajo anestésico, monitores de alta resolución y muy buena definición, equipos de sostén de vida de apoyo circulatorio mecánico. Algunos de ellos los hemos conseguido por terceros países a un costo superior, porque, lógicamente, el que lo comercializa arriesga y nos cobra ese riesgo».
—Por sus palabras, se infiere que la medicina norteamericana tiene un gran desarrollo en la anestesiología…
—Los laboratorios Abbott son uno de los más importantes del mundo, de los que más investigan, y juegan un rol vital dentro del campo de la anestesiología y la reanimación.
«En sentido general, debo decir que los norteamericanos tienen el mayor desarrollo en el campo de la anestesiología. Ellos la comenzaron, tienen una calidad anestesiológica estupenda y por ello producen a través de sus laboratorios las primicias, las novedades que en farmacología se llaman “de gran utilidad”».
—Y debido al bloqueo, los pacientes cubanos se ven privados de los beneficios que les pueden aportar estos medicamentos…
—Así es. Lo cual no quiere decir que las firmas no quieran vendernos, sino que temen hacerlo porque las sanciones son sumamente altas.
«Yo mismo fui presidente y secretario general de la Confederación Latinoamericana de Sociedades de Anestesiología. Durante 16 años estuve en contacto con el resto de América Latina, pude conversar con muchos representantes de la firma Abbott y observé que están deseosos de participar en el mercado cubano, y de que Cuba cuente con los productos que ellos comercializan, pero sus asesores jurídicos les dicen que no lo hagan, pues corren el riesgo de sanciones económicas».
—Entonces, ¿nunca han podido emplearse en Cuba esos medicamentos?
—Se han usado en algunas ocasiones gracias a donaciones y amigos que han venido a eventos y nos los han facilitado. Pero ahora, con las limitaciones que existen con la transportación de estupefacientes, no lo podemos hacer. Antes podíamos pasarlo por las aduanas; hoy es difícil, hay que dar muchas explicaciones, porque son medicamentos y drogas autohipnóticas, que no son estupefacientes pero que sí pueden ser confundidas con estupefacientes y drogas ilegales».
—¿Se han comprobado sus virtudes en nuestros pacientes?
—Así es, y son excelentes. Además, la literatura médica seria, de revistas de alto impacto científico, respaldan y avalan la calidad de estos medicamentos. Nosotros nunca hemos sido una especialidad que hemos ido detrás de las modas o del último producto de la farmacología; siempre hemos sido prudentes a la hora de introducir en nuestro país agentes anestésicos que ya están probados, porque en ocasiones sucede que se lanza un nuevo medicamento, y tiempo después se retira porque tiene manifestaciones alérgicas, anafilácticas (propias de una sensibilidad excesiva del organismo, debido a la acción de ciertas sustancias), producen espasmos, trombosis… Y siempre hemos tratado de no cometer esos errores».
—¿Cómo los sustituyen?
—Tratamos de suplir con la calidad de la atención las deficiencias que tenemos en disponibilidad de productos. Pero estos fármacos no tienen sustitutos; sencillamente utilizamos los que hemos usado toda la vida: somos de los pocos países que todavía emplean el Alotane, por ejemplo, que ya es obsoleto en el mundo, pues ha sido desplazado por el Sevoflorano, así como la Clonidina, con menos propiedades y ventajas que la Desmetomidina.
«Se traen de donde se puedan comprar, porque cada día se producen menos en el mundo. Igual sucede con equipos que son verdaderamente indispensables. Con mucho esfuerzo se traen algunos y se transportan a través de terceros países, o se tratan de encontrar equivalentes en Europa o Asia, de otra firma, pero que son mucho más costosos, con fletes altísimos y con mayores dificultades para acceder a accesorios y piezas de repuesto».