Calabaza de 112 libras. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:02 pm
TAGUASCO, Sancti Spíritus.— Cuando el campesino Armando Rodríguez descubrió la calabaza de 112 libras abrazó una gran certeza: siempre debemos sentirnos novatos frente a los misterios del surco. Ni el carruaje de Cenicienta, ni Jack con sus frijoles mágicos.
El guajiro taguasquense no había asumido una decisión errada aquel día, durante su visita a Madrid, cuando recogió cuatro semillas similares a las pertenecientes a la calabaza criolla, pero con mayor tamaño.
En realidad no sabía qué llevaba en los bolsillos, pero la curiosidad de quien ha desandado tantas guardarrayas, lo motivó a plantar las simientes de regreso a sus tierras, después de atravesar medio mundo.
Cuentan que la calabaza se tornó gigante en Taguasco. Pronto la vecindad acudió a contemplarla. Por su forma esférica, a pesar del color ocre de la cáscara, algunos la comparaban con un melón de Castilla. Otros la abrazaron sorprendidos para comprobar sus dimensiones.
Muchos recordaban las fiestas de Halloween en Estados Unidos, donde se tallan rostros en determinadas calabazas, para iluminarlas con velas desde su interior y simular la presencia de fantasmas, bajo la complicidad de la noche.
Ni el guajiro que supo dónde el jején puso el huevo, nadie había contemplado cosa semejante en Taguasco, mas hoy todos llevan semillas para sus fincas.
La mujer de Armando ya probó esta calabaza, pero si se trata de elegir, ella prefiere el sabor de la criolla, no solo por un problema de chovinismo en nuestro paladar, también porque se cumple aquello de que el perfume bueno, viene en frasco pequeño.