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Ecos de un diálogo memorable

Recibe Fidel a los integrantes del Peace boat. Testimonio de una sobreviviente de la bomba nuclear de Hiroshima dibuja los horrores incrementados que podría significar una confrontación nuclear hoy

Autor:

Nyliam Vázquez García

Amaneció este 21 de septiembre y la bahía de La Habana fue asaltada por las luces del Crucero por la Paz (Peace boat). Una vez más, en velado desafío a todos los obstáculos, los activistas a bordo lanzaron el ancla y desembarcaron con su mensaje de paz.

Antes de iniciar su intenso programa de actividades en Cuba, en su visita número 14, y bien temprano en la mañana, el Comandante en Jefe, Fidel Castro, sostuvo un amplio intercambio con el grupo pacifista.

«Me alegro de tener este encuentro por la importancia del momento y además por un sentimiento de gratitud. Conozco la solidaridad de ustedes», expresó Fidel, quien fue recibido con un cerrado aplauso de los visitantes japoneses de todas las edades, reunidos para la ocasión en el Palacio de las Convenciones.

«Nunca en la historia de la humanidad hubo un momento tan peligroso como este», aseguró el líder de la Revolución, luego de destacar el valor especialísimo de la consigna del Peace boat: Aprende de las guerras pasadas para construir un futuro de paz.

Ese es, justamente, uno de los principios de esta ONG, fundada en 1983, que recorre los mares con este bote colmado de personas de todas las edades y que en sus 70 ediciones ha sumado la participación de más de 40 000 japoneses. Los testimonios de un pueblo que ha sido el único en sufrir un bombardeo nuclear navegan de un puerto a otro para acercarse a las nuevas generaciones, contarles del horror de la guerra y motivarlos para que luchen por un mundo sostenible y de paz.

¡No queremos la guerra, jamás! ¡No podemos permitir el uso de armas nucleares, jamás!, fueron dos premisas expuestas por el director de esta edición del Crucero por la Paz, Nao Inoue, quien destacó los esfuerzos por hacer un puente entre el pueblo cubano y el japonés, siempre en contra del bloqueo, y como se supo más adelante, a favor de la libertad inmediata de los Cinco.

Inoue manifestó su deseo de profundizar los lazos de amistad con otros países de la región como Nicaragua —próxima parada del Peace boat—, Venezuela y Ecuador. Además mencionó el deseo de llevar adelante un proyecto juvenil con los países del ALBA.

Mientras el amigo japonés hablaba de sueños y metas posibles, nuestro Fidel anotaba. Luego preguntó por la hora de arribo del crucero y la velocidad de traslación. Supo que a las 5.00 a.m., los cerca de mil activistas japoneses llegaron a nuestra isla.

«Pienso que el Peace boat tiene que marchar más rápido», dijo.

En esta edición del Crucero por la Paz, el testimonio de Junko Watanabe, sobreviviente del bombardeo atómico en la ciudad japonesa de Hiroshima también surcó los océanos. En La Habana, la señora Watanabe revivió el pánico que la ha acompañado desde que tenía dos años, cuando vivió un horror que entonces no comprendió, y que pudo valorar en toda su magnitud años más tarde, al intercambiar con otros hibakushas (sobrevivientes). La historia de su vida, como la de muchos en Hiroshima y Nagasaki, está ligada a la lluvia negra, al polvo, al dolor y la destrucción que prácticamente arrasó con esas ciudades.

«Debemos trasmitir a las nuevas generaciones un mensaje de paz a partir de esa experiencia terrible», expresó Watanabe.

Por su parte, Fidel comentó a los integrantes del Peace boat la reciente conferencia del científico estadounidense Alan Robock, autor de la teoría del invierno nuclear, de vital importancia en medio del actual peligro de guerra de dimensiones insospechadas.

Apuntó que Robock sostiene que bastarían cien explosiones nucleares para que se produzca el invierno nuclear y condenó el hecho de que los acuerdos entre las potencias no se traduzcan en una reducción de las armas.

Fidel criticó el silencio que se cierne sobre el tema, en el que pesan —como mencionó el científico estadounidense Robock, el «estado de negación» generado por los hechos terribles y también, acotó el Comandante en Jefe, por el complot  de los grandes medios de comunicación. Sin embargo, existen muchos datos e investigaciones serias sobre las consecuencias de una confrontación de esa naturaleza. Ahora, destacó en alusión al testimonio desgarrador de Watanabe, las actuales bombas nucleares tienen 450 000 veces más potencia que las lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, marcadas hasta hoy por aquel ataque, que Fidel calificó de innecesario.

«La verdad está secuestrada. No se conoce», dijo el líder cubano, y mencionó que, a pesar de la cantidad de medios y vías de comunicación, se dan muchas noticias, pero estas no se analizan.

También ponderó el papel de la conciencia y la necesidad de educar a las masas.

«La Revolución no se ha defendido con la fuerza, sino con los conocimientos durante más de 50 años» aseguró a los amigos japoneses.

En otro momento apuntó que «solo la conciencia hizo posible la Revolución».

El hecho real, dijo Fidel, es que hoy toda la humanidad está en peligro de cosas horribles, incluso más horribles que hace 65 años. Ante el auditorio subrayó también la importancia de liquidar, no solo las armas nucleares, sino las convencionales, cuyo poder destructivo se ha ampliado poderosamente.

El Comandante en Jefe volvió sobre otros urgentes problemas como el cambio climático —suficiente para que desaparezca la vida—, el aumento a largo plazo de la población mundial o los millones de niños que mueren en el mundo como consecuencia del hambre o enfermedades.

Asimismo, reiteró las alertas acerca de la amenaza de guerra sobre Irán, aunque no se haya podido probar que esté produciendo armas nucleares.

«No van a doblegar la resistencia iraní, no van a lograr un acuerdo por la fuerza… subestiman a los iraníes», sentenció.

«Puede que den la orden de ataque, pero será la última porque después de eso viene la guerra nuclear», apuntó Fidel, quien también mencionó que Israel, quinta potencia nuclear, podría atacar a Irán por su cuenta, si EE.UU. no lo hace, como parte de su intervencionismo y sus planes guerreristas.

«Les recomiendo a ustedes que presten atención a esto», dijo a los tripulantes del Peace boat.

Para la despedida, los visitantes regalaron a Fidel un sonajero con una grulla de la paz, para que el viento pacífico entrara a su habitación —auguraron— y una imagen del Peace boat entrando en la Bahía de La Habana.

Cuando la embarcación se aleje de nuestras costas, quedarán los recuerdos de una jornada memorable. Quizá desde alta mar lleguen los ecos de las emociones de cada quien en su acercamiento a la realidad cubana. Sin embargo, a juzgar por los rostros de quienes estuvieron con Fidel y le escucharon alelados, definitivamente, ese diálogo matutino marcó desde Cuba este 21 de septiembre, Día Internacional por la Paz.

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