Pioneros de la Escuela Especial Solidaridad con Panamá junto a profesores y familiares formaron un pelotón de sillas de ruedas para sumarse al homenaje a Almeida Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
La pequeña Emily mira la foto rodeada de flores, observa las numerosas medallas que la escoltan y sin perder el paso toma de la mano al hombre que la sigue en la larga fila de tributo para preguntarle en voz baja: ¿Es él, tío? ¿Es el comandante Almeida?
Abilio López asiente con énfasis mientras contiene su emoción. Le indica a su sobrina el cartel en rojo con la conocida frase «Aquí no se rinde nadie» y apura el paso para dejar salir sus lágrimas a la sombra del monumento de José Martí.
«Ella va a tener todo en esta vida gracias a ese hombre, y a los que han sido como él. Por eso la traje. Ese negro fue bueno: fue un gran luchador, humilde, muy educado, pero sobre todo bueno, gente de su pueblo donde quiera que estuvo», subraya conmovido.
Y esa bondad de Almeida, su carácter jovial y su increíble capacidad para organizar el tiempo y hacer arte sin descuidar las tareas de la Revolución son algunas de las cualidades que más destacan en su conversación centenares de adultos, mientras explican a sus niños por qué han aguardado desde muy temprano en las inmediaciones de esta histórica plaza para rendir callado homenaje al héroe del Moncada, el Granma y la Sierra Maestra.
Incluso pioneros de la Escuela Especial Solidaridad con Panamá dejaron este domingo el confort de sus salones y junto a profesores y familiares formaron un pelotón de sillas de ruedas para sumarse al tributo de la nación, seguidos de cerca por una representación de alumnos del Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas Vladimir Ilich Lenin.
«Alexa tiene siete meses y ahora no entiende, pero esta es la mejor forma de incorporar a la familia a la historia de nuestro país, de hacer que las nuevas generaciones experimenten el patriotismo y estén listos cuando el Partido los necesite», aseveran los combatientes del Ministerio del Interior Ailén Amarán y Alexei Rivero.
«Para nuestra familia Juan Almeida Bosque fue siempre un símbolo», afirma Ailén, y su esposo Rivero lo confirma: «Mi padre y él fueron compañeros de lucha y en casa hemos seguido siempre con orgullo su trayectoria de estos años».
Cuando Alexa crezca y estudie la historia del país le hablaran de la grandeza de sus invictos comandantes, de sus aportes a la causa revolucionaria y su disposición de no rendirse jamás. Ella entonces recordará la anécdota contada por sus padres sobre esta mañana calurosa en que siendo aún bebé pasó más de tres horas en una larga fila donde la tristeza y la admiración dibujaban un solo rostro de pueblo.