1- En la mañana del día 16 de julio, las autoridades del Gobierno informaron a la Iglesia sobre el proceso investigativo desarrollado, y que aún no ha concluido, en relación con el asesinato del sacerdote español Mariano Arroyo Merino, perpetrado en las primeras horas del lunes 13 de julio pasado.
2- Las investigaciones realizadas por los peritos policiales han permitido la localización y captura del presunto responsable de este execrable crimen y sus posibles cómplices. Además de las pruebas vinculantes, las autoridades policiales cuentan ya con la confesión del mencionado responsable.
3- Las autoridades también nos habían informado antes que el proceso investigativo en relación con el asesinato del padre Eduardo de la Fuente, acontecido el pasado febrero, continúa. Sobre este crimen al menos una persona detenida ha confesado su culpabilidad y responsabilidad. Los que cometieron ese hecho ignoraban la condición de sacerdote de la víctima.
4- La Iglesia es consciente del estupor, la inquietud y las preguntas que se hacen muchos fieles católicos ante hechos tan inusuales como estos. Sabe también de los sentimientos similares que circulan en nuestra población, así como del impacto que todo ello ha tenido en los medios de comunicación acreditados en Cuba y sus consecuencias internacionales, de modo particular en España y en la Iglesia española, tan cercana y solidaria en todo momento. La Iglesia está en condiciones de expresar firmemente su rechazo a cualquier intento de vincular un caso con otro, o a darle un matiz religioso o político ajeno totalmente a la realidad del hecho criminal en sí mismo.
5- Ante crímenes como los referidos que han involucrado a dos sacerdotes, algo nada común en nuestro país, y que sin dudas afectan de modo extraordinario la vida eclesial, elevamos nuestra oración al Señor por las víctimas, sus familiares, y por la vida de la Iglesia en Cuba y en España. Oramos también para que hechos tan inhumanos no se repitan en nuestra patria.
6- Por último, como cristianos, no podemos dejar de elevar una súplica a Dios para que propicie el arrepentimiento de los criminales y manifieste Su misericordia con quienes obraron de modo tan inmisericorde.