Foto: Roberto Morejón Mariano Hernández tenía su ángel escondido cuando, años atrás, manejaba una ambulancia del Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM) en la capital. Un buen día enfermó y la larga convalecencia le hizo reparar en que las manos pueden ser un prodigio, cuando se trata de volver a las fantasías de la infancia, siempre desbocado sobre un carrito que rueda.
Su primer intento en la técnica del papier maché fue uno de esos «cocotaxis» que transitan por la ciudad. Y entonces le siguió la obsesión de armar con papel, goma y colores, una versión humanizada e ingenua de los medios de transporte que circulan ante nuestros ojos, cuando extenuados esperamos que algo, hasta una diligencia, nos acerque al destino.
Mariano acaba de inaugurar su exposición personal Papier Trans en el mejor escenario: el Depósito del Automóvil de la Oficina del Historiador de la Ciudad, en Oficios 13, entre Jústiz y Obrapía.
Quien quiera transportarse al mundo de Mariano, que se deleite en esta muestra, desde fotingos de las primicias del automóvil, hasta los nuevos ómnibus articulados que casi nos salvan y los bicitaxis imprevisibles, pasando por aquellos agónicos pero fieles «camellos», que quedarán en los archivos de la sobrevivencia.
Ojalá que esta muestra, con sus exponentes, nos alerte del imprescindible respeto que merecen los medios de transporte. No por gusto, un chofer de ambulancia nos está conduciendo a la evidencia: la fascinación de crear anda suelta y no cree en todas las luces rojas que nos imponen las rutinas.