Desde hace mucho tiempo, en esa distante localidad se alza la escuelita Isaac Crespo, que recibe a ocho pioneros, desde el segundo hasta el sexto grado. En nuestro país más de 193 mil niños asisten a unas 6 000 escuelas rurales
«La Escuela Rural, además de impartir una enseñanza idónea, devendría así en una eficiente colaboradora del progreso nacional. Si esta victoria se ha logrado ya en otros países, ¿por qué no en Cuba?», inquiría Samuel Feijóo, en un fotorreportaje sobre las escuelas rurales publicado en la revista Bohemia en enero de 1953.
En La Bajada, en el extremo más occidental de Cuba, por donde se esconde el sol en la Isla, son escasos y dispersos los asentamientos humanos. Con 28 viviendas la comunidad es la más distante de esa reserva de la biosfera. Desde hace mucho tiempo, entre las moradas se alza la escuelita Isaac Crespo, que recibe a ocho pioneros, desde el segundo hasta el sexto grado.
Uno de ellos sueña con ser karateca y ganar una medalla de oro en una olimpiada; otro aspira a ser guardafrontera como los jóvenes del puesto de al lado; y las dos pequeñas del aula quieren estudiar magisterio, como su maestra Magdalena que, desde hace nueve años llega cada lunes bien temprano y no se va a su hogar hasta el final del viernes porque su casa está a 36 kilómetros de La Bajada.
En nuestro país más de 193 000 niños asisten a unas 6 000 escuelas rurales, según la Oficina Nacional de Estadísticas. De seguro esta realidad de nuestros días complacería mucho al distinguido escritor cubano.