A unos se les antoja como un complicado e inaccesible laberinto de logaritmos, raíces cuadradas, ecuaciones y fórmulas extrañas. A otros una existencia solitaria, signada por una insaciable cadena de problemas irresueltos que a cualquiera le paran los pelos de punta. Al parecer a pocos les resulta un mundo enigmático y apasionante, detrás de cuyos misterios puede estar la solución de los más complejos y apasionantes problemas.
Así se resume la suerte que por estos días corre la Matemática en las apetencias estudiantiles, cuando acaba de anunciarse que desde el pasado octubre esa ciencia celebra su año de jubileo en nuestro país.
«Me gusta más la Matemática que el Español, la veo más práctica; es lógica», dice Lázaro Medina Falcón, estudiante de undécimo grado, casi a contracorriente de como piensan muchos de sus contemporáneos, según la tendencia que se extrae de un sondeo aplicado por el equipo de investigaciones de este diario entre decenas de estudiantes capitalinos de las enseñanzas media y media superior.
Este joven, como otros muchos a los que se acercó el diario, reconoce que esta asignatura no es fácil para muchos de sus compañeros. «A veces es porque no saben lo básico: sumar, restar, multiplicar y dividir. Están fritos. Tuve un profesor en la Secundaria que hacía competencias de habilidades en cálculo, y las clases eran divertidas».
Pero Raidel Echeverría González, de noveno grado, afirma que no entiende la Matemática, y además lo aburre. «Puede ser porque no se enseña bien, o porque muchos no estudian y van a las pruebas a ver qué pasa. Algunos maestros tampoco tienen mucho interés en esa materia; nos asustan con la nota, ponen miles de ejercicios, pero no los hacen con nosotros, solo revisan los resultados, y a veces ni eso».
Sobre la Matemática todos opinan. Unos la aman y defienden como madre de todas las ciencias, y otros, aunque reconocen sus virtudes, le temen. Es vista por muchos como una asignatura sumamente difícil, que obliga a quienes optan por ella a pasar muchas horas entre los libros.
En la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, estudian Licenciatura en Matemática 82 jóvenes. La capacidad es mayor, pero el poco interés por esa especialidad hace que cada año queden plazas vacantes. En nuestro país son pocos quienes deciden dedicarse profesionalmente a su estudio. En la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana cursan el primer año 44 educandos. La oferta era de 80 plazas. Pero para los profesores de ese centro, acostumbrados a matrículas de diez alumnos como máximo, es un verdadero logro haber cubierto más de la mitad de las capacidades.
¿Pero cómo es la vida de un estudiante de Matemática? ¿Son realmente diferentes al resto de los universitarios? ¿Viven metidos entre los libros? JR conoció a algunos, que se ven a sí mismos como cualquier joven, con inquietudes por la vida cultural, el deporte, la moda, el amor y quizá con la necesidad de hacer un poco más de esfuerzo para lograr ser un buen profesional.
Claudia Acosta. Claudia Acosta estudió en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Vladimir Ilich Lenin, de la capital, y participó en talleres organizados por la universidad, donde los estudiantes de «pre» recibían clases teóricas y sobre las aplicaciones de la Matemática.
«Me di cuenta de que me gustaba. Los jóvenes le tienen miedo a la carrera, porque piensan que únicamente pueden aspirar a ser profesores; no saben que te puedes dedicar también a la investigación».
Ivette Raíces. Ivette Raíces está en segundo año de la licenciatura. Hija de profesionales, ellos se preocuparon por su formación vocacional, y la llevaron a distintos centros. Esto la hizo inclinarse con más elementos por la Matemática.
«Siempre me decían: “Eso es superdifícil, no vas a tener tiempo para nada”. Pero yo pensé: “Si me gusta, me sacrifico”. Y hasta ahora no me ha ido mal. Me deja tiempo libre para mis cosas, solo hay que planificarse».
Gerandy Brito. Gerandy Brito está en tercer año y asegura que hay un cambio bastante brusco entre la Matemática que se imparte en el «pre» y la de la universidad.
«En la Enseñanza Media se profundiza en la resolución de problemas, los sistemas de ecuaciones... Aquí se trabaja con cálculo infinitesimal, cantidades variables... Es un pensamiento diferente. Me parece que eso influye bastante en la deserción de muchos estudiantes. Hay que introducir otros conocimientos en el «pre». Antes se enseñaban derivadas, integrales, se hablaba de límite. Eso cambió.
«También es necesaria más divulgación. Cuba no tiene publicaciones fuertes en este ámbito. Solo hay una revista de matemáticas y la impresión no es buena. Soy estudiante y no tengo fácil acceso. Se podrían difundir cosas elementales, para que la gente se familiarice con ellas. Eso, a nivel mundial, se está impulsando bastante».
Carrera de excelenciaCon la reforma universitaria ocurrida después del triunfo de la Revolución se creó la carrera de Licenciatura en Matemática, que tiene como objetivo la investigación y su aplicación al desarrollo de la sociedad. En los años 60 se graduaron los primeros licenciados con ayuda internacional.
El Doctor Luis Ramiro Piñeiro, decano de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, explicó que esa licenciatura cuenta con un programa innovador. Son cuatro años de pregrado, seguidos por dos de maestría. Ambos son de excelencia.
«La maestría permite la especialización de la carrera, que es de perfil amplio. Es un gancho para el estudiante, que comienza a trabajar más temprano y luego se especializa según la rama de la ciencia en que trabaje.
«Hubo un momento en que la Matemática se convirtió en el basurero de la Educación Superior. Venían los que no cogían carrera, y su único interés era entrar en el sistema para trasladarse luego hacia otra especialidad. La mayoría fracasaba rápidamente.
«Ahora el ingreso es mediante selección. Son menos, pero están motivados y tienen más éxito».
—¿Cómo se accede a esta especialidad?
—Hacemos una prueba de requisitos especiales. Es más sencilla que la que se realiza para la Educación Superior en general. Mide habilidades, capacidad de razonamiento... No tanto que el alumno solucione los problemas, como que analice la situación. Algunas son preguntas con una serie de soluciones para escoger la respuesta correcta. En este curso escolar, la haremos el próximo 20 de diciembre.
«Asimismo, los jóvenes que desean optar por la especialidad deben tener un promedio de 90 puntos como mínimo, y aprobar ese examen de aptitud. Con ellos se forma una preselección. Finalmente, para acceder a la carrera, deben aprobar la prueba de ingreso de Historia.
«Este plan empezó hace cinco años. Ya da mejores resultados, pero tenemos que seguir trabajando. Es un método que permite garantizar la calidad del estudiante».
Encontrarle su sazónCada año, cientos de estudiantes de sexto grado, Secundaria Básica y Preuniversitario de todo el país, participan en los concursos nacionales de Matemática. Luego de una preparación especial, los más aventajados acuden a competencias internacionales.
Los resultados de Cuba en estas citas son muy buenos. En 2008, por ejemplo, nuestros muchachos obtuvieron medallas de oro, plata y bronce en la Olimpiada Iberoamericana de Matemática, celebrada en Brasil en septiembre; oro y plata en la Centroamericana y del Caribe, que se efectuó en Honduras en el mes de junio, y plata en la Olimpiada Internacional de esa materia, que tuvo lugar en España, del 10 al 22 de julio.
Carlos Enrique Sigfredo, metodólogo de la Dirección Docente Metodológica del Ministerio de Educación, explicó a JR que la Matemática, como asignatura, tiene un carácter básico y por ello se empieza a trabajar en la Enseñanza Primaria, desde la edad más temprana.
«Es la base de las otras ciencias. El conocimiento matemático deviene el lenguaje natural de todas ellas, no solo de las básicas».
Sigfredo reconoció que el proceso de enseñanza de las ciencias está lastrado por una visión deformada de esas materias y del quehacer de los científicos.
«Es un problema que se conoce incluso en el plano de la didáctica —la ciencia que estudia el proceso de la enseñanza—. Si en la escuela transmitimos la visión de que es una materia difícil, sin atractivos, no contemporánea, y no referimos las emociones del quehacer científico, indiscutiblemente que la Matemática no puede resultar interesante para nadie.
«Si lo que está viendo el alumno es algo acabado, y lo que tiene que hacer simplemente es aprendérselo para después vencer un examen, no resulta atractivo».
Doctor Luis Ramiro Piñeiro, decano de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana. El Doctor Luis Ramiro Piñeiro sabe que la Matemática no es fácil, pero asegura que por su razonamiento lógico debería ser menos difícil que otras materias, que dependen de la memoria del estudiante.
«En la Matemática puedes razonar; lo que pasa es que a veces no se imparte bien, se enseña de memoria. Si el muchacho pregunta mucho, la maestra lo llama bruto. Y si llega a la respuesta por otra vía, le dice: “Está bien, pero así no se hace”. Eso lo aplasta, lo desmotiva.
«Los que finalmente llegan a nuestra Facultad, aunque sean talentosos, tienen problemas, están muy mal preparados. Por ello en primer año deben cursar una asignatura denominada Introducción a la Matemática, que dura cuatro semanas. En ella se tocan aspectos fundamentales, pero no es un curso introductorio.
«Nuestros estudiantes vienen fundamentalmente de tecnológicos de informática y de los IPVCE. Estos últimos son los que tienen más éxito».
—¿Es tan difícil graduarse como licenciado en Matemática?
—Hay quienes piensan que los matemáticos tienen que ser muy inteligentes, pero eso es un mito. Para todo hay que tener determinadas habilidades, todo el mundo no puede cantar, bailar un ballet, pintar... Lo lamentable es que haya personas que tengan talento y no lo aprovechen.
«Incluso muchachos que durante el «pre» participan en olimpiadas y concursos de la asignatura, terminan estudiando ciencias de la computación o alguna ingeniería, porque le cogen miedo a la carrera. Suponen que es muy difícil. Además de que existe la creencia de que la única posibilidad de trabajo una vez graduados es la docencia».
La cuna natural«Todas las consecuencias que seguimos arrastrando del período especial, las fábricas y proyectos que tuvieron que detenerse y que ahora vuelven a arrancar, han tenido su efecto durante varios años en la selección de carreras que hacen los jóvenes que arriban a duodécimo grado.
«Aunque no es mayoritario, existe un porcentaje no despreciable de estudiantes que, al graduarse de los IPVCE, se inclinan por carreras de perfil humanístico».
Así reveló Rolando Forneiro Rodríguez, viceministro de Educación, durante el Taller Nacional para la Promoción del Estudio de las Ciencias en Cuba, celebrado en La Habana entre el 28 y el 31 de octubre, auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), los ministerios de Educación y de Educación Superior, y la Unión de Periodistas de Cuba.
Según explicó el funcionario, el objetivo es lograr que los estudiantes no solo sientan interés por las ciencias, sino que luego las escojan como perfil profesional.
«Nuestra mirada debe enfocarse en los IPVCE. Estamos empeñados en un trabajo conjunto con las sociedades científicas y los ministerios de Educación, Educación Superior y de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, para promover en los estudiantes de esos centros el estudio de carreras de las ciencias básicas.
«Nos toca a todos divulgar la labor de los profesionales dedicados a las ciencias básicas; ese trabajo a veces oculto del matemático, el físico y el químico, y su aporte al desarrollo científico-técnico del país.
«Los logros de Cuba en ese campo tienen detrás mucho trabajo que en muy pocas ocasiones se conoce, y que por tanto no siempre propicia que jóvenes con buen rendimiento ingresen a un IPVCE con determinada motivación e interés hacia las ciencias».
El metodólogo Carlos Enrique Sigfredo explicó que desde hace más de cinco años se eliminó en los IPVCE el sistema en el que los estudiantes se especializaban en una ciencia determinada.
«Esta decisión, en mi opinión, fue necesario tomarla como parte de las transformaciones que han tenido lugar en la Enseñanza Preuniversitaria, donde el nuevo modelo es el de un bachillerato diversificado. En el preuniversitario actual, el grado duodécimo. atiende la inclinación de los alumnos hacia carreras humanísticas, de Ciencias Médicas y perfil biológico o científico-técnico en general.
«A eso hay sumarle que en el período especial, los especialistas de los centros científicos que colaboraban con los cursos de especialización, no tenían las mismas posibilidades de moverse sistemáticamente a los IPVCE para atenderlos. Esos fueron elementos externos que laceraron el modelo, aunque no fueron la causa fundamental».
—Pero en este curso comenzó a ponerse en práctica una nueva variante de especialización...
—La práctica ha demostrado que en los IPVCE es conveniente revitalizar este espacio, en una forma congruente con el actual modelo del bachillerato. Por ello ahora todos los estudiantes de estos centros optan por determinados cursos facultativos.
«Se trata de espacios donde se desarrollan programas que están en la dirección específica de la Matemática, la Física, la Química y la Biología. Pueden ser con un enfoque directo o que aborde, una determinada temática de aplicación donde estas disciplinas tienen un rol fundamental.
«O sea, son cursos complementarios a la formación curricular básica, que les permiten ampliar los conocimientos de estas áreas y promover el interés para que esos alumnos se inclinen hacia carreras de perfil científico-técnico. El estudiante escoge uno, y aunque no tiene un peso directo en el promedio, como el resto de las asignaturas, debe aprobarlo.
«Estos encuentros vienen a ser también un catalizador para poder contar con especialistas universitarios que lleguen al IPVCE a través de las sociedades científicas y de las cátedras de las universidades, y aporten ahí todo su saber. Incluso se les ha convocado a que contribuyan al diseño de los cursos, para ponerlos al mayor nivel posible de actualización de la ciencia y la tecnología».
De la importancia de una orientación hacia las ciencias en los IPVCE, puede dar fe el Doctor Luis Ramiro Piñeiro, quien también admitió que antes existía una estrecha colaboración entre la universidad y las vocacionales. «Eso se perdió —dijo—. El transporte para ir hasta allá es un problema.
«Antes traían a los muchachos del círculo de interés de Matemática de la Lenin. Eso hay que retomarlo. Hace cuatro años hicimos un esfuerzo y logramos que alumnos de alto rendimiento vinieran aquí, en su día de pase, a recibir conferencias. Fue un éxito: de esos muchachos hay 12 que estudian hoy en esta Facultad. Pero ni siquiera esa experiencia la pudimos terminar; solo se hizo durante unos meses en el primer semestre del curso.
«Hoy, cuando visitamos los IPVCE —que están bastante lejos, por cierto— vamos con recursos propios. Nos unimos los matemáticos, los físicos y los químicos. Cada uno se encarga de una provincia diferente. Y así esos estudiantes reciben información de primera mano acerca del sistema de ingreso».
Ciencia imprescindiblePara muchos, un matemático es una persona solitaria, excéntrica, capaz de permanecer horas ante una computadora sin importarle nada más, y que puede dedicar años de estudio intensivo para formular un teorema.
Según explicó Alejandro Mesejo, vicedecano de Investigaciones de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, el avance de la computación ha influido en el desarrollo de la Matemática, y viceversa.
«En el mundo necesitan matemáticos desde las compañías aseguradoras, hasta el sector de la biotecnología, para la validación de medicamentos. Graduados de nuestra facultad han sido ubicados en instituciones del Polo Científico, como los centros de Inmunología Molecular, de Neurociencias y el de Inmunoensayo. Allí demandan más especialistas que los que podemos enviarles».
Esther María León, jefa del Área de Estadística Matemática Aplicada del Centro de Estudios de Población y Desarrollo, de la Oficina Nacional de Estadísticas, expresó que la información más importante y costosa de un país es el Censo Nacional de Población y Vivienda. «Garantizar que se realice con calidad y evaluarlo, es la tarea fundamental de los matemáticos», precisa.
«En nuestro centro —añade— ellos han participado en numerosas investigaciones, como estudios de salud de factores de riesgo de enfermedades no transmisibles, así como en el monitoreo y evaluación de los Proyectos Cuba-Fondo Global de Lucha contra el sida».
Profesor Andrés Sánchez Pérez. Andrés Sánchez Pérez se licenció en Matemática en julio pasado. Se quedó de profesor en la Universidad, donde imparte Álgebra a los estudiantes de primer año. Él reconoce que las posibilidades que se le abren a un profesional en la Facultad son muy amplias.
«El trabajo nos da tiempo para la investigación y la superación. Ya matriculé en la maestría de Matemática.
«La mayoría de los que llegan aquí lo hacen casi por azar. Otras profesiones tienen un reconocimiento social más rápido y claro. Las cosas que hace un matemático probablemente están escondidas, detrás de una modelación que hubo que hacer para poner un equipo a punto, de un algoritmo para resolver un problema más fácil, de un gráfico de computadora o de un resultado físico de relevancia. La Matemática está en todas partes».
(Agradecemos la colaboración del equipo de investigación de JR)
Un año para la Matemática
Del 31 de octubre de 2008 al 20 de noviembre de 2009 se celebra en Cuba el Año de la Matemática, con motivo de cumplirse el aniversario 30 de la Sociedad Cubana de Matemática y Computación.
En su convocatoria se insta a profesores, estudiantes, investigadores y profesionales en general, a acercarse a esta ciencia para su mejor estudio y uso en nuestro país.
La Sociedad Cubana de Matemática y Computación surgió en 1978. Su objetivo es promover el desarrollo de la ciencia y la enseñanza de la Matemática, y desde 1988 abarca también el campo de la computación. Actualmente cuenta con más de 1 200 miembros en todo el país.