Las horas que vivió Enrique Leyva fueron insuperables. Aún estaba fresco el olor a polvo cuando llegaron al viejo apartamento derruido. La edificación no pudo resistir los azotes de los huracanes y se desplomó en esos días tormentosos.
En cuanto avisaron del derribo, el subteniente Leyva salió como un vendaval, junto al subgrupo que comanda en el Destacamento de Salvamento y Rescate de Ciudad de La Habana. «Colgaban los restos de paredes y techo cuando hicimos la primera exploración, lo que constituye una compleja maniobra, porque la estructura está resentida y en cualquier momento puede venirse abajo otro de sus costados. Fueron momentos difíciles; el peligro siempre acecha, pero por suerte no hubo lesionados».
Resulta común ver a estos jóvenes entre montañas de escombros o colgados de una cuerda desde las alturas de un edificio para salvar a una persona, porque sus labores diarias tienen por esencia y recompensa el riesgo y la gratitud.
Durante las últimas jornadas de agosto y las primeras de septiembre se aceleró la dinámica de este equipo de muchachos. «Donde haya que salvar vidas y recursos económicos allí estamos, y ante las adversidades de la naturaleza tenemos que estar doblemente alertas», ratifica el suboficial Javier de la Cruz, de 22 años.
«Ante la proximidad de un evento de este tipo se movilizan todas las fuerzas, se reestructuran los carros y se preparan todas las dotaciones con sus medios. Esto se hace con 12 horas de antelación. Después que pasa el peligro se tiene que reorganizar nuevamente todo y volver a poner la técnica en disposición para otras misiones», argumenta el subteniente Leyva.
Las fuerzas del Ministerio del Interior también acompañaron el proceso de evacuación de los pobladores. Antes, durante y después de los ciclones los hombres del MININT se funden junto a la Defensa Civil y el pueblo en la preservación de la obra colectiva. Desde la fase informativa se activan los órganos de dirección y mando en cada territorio, se envían representantes a todos los consejos de defensa y se despliega a los agentes del orden público, bomberos, tropas guardafronteras y otros combatientes, en cumplimiento de las más diversas misiones.
A río revuelto, faena para combatientesCuando es inminente la embestida de los ciclones, los combatientes de Guardafronteras son los últimos en abandonar las comunidades costeras donde cumplen sus tareas; porque no se perdonarían que alguien pueda morir por no estar protegido, o que los inescrupulosos, aprovechando el éxodo, escamoteen las casas de la gente que deja el pueblo en busca de seguridad.
El soldado Héctor Lantigua vino desde el otro extremo de La Habana para cumplir con el servicio militar en el Puesto de Guardafronteras de Cajío. En su natal Jaruco se oye hablar de surgencias solo en los medios de difusión. Allí no hubiera podido hacer nada para librar a la gente del dantesco drama entre el mar y la tierra.
«Dos ciclones ya es bastante para ganar experiencia como soldado. Gustav me hizo sacar más fango que Ike, pero en el último tuve que nadar cuando vinimos a comprobar los daños que le había hecho a la comunidad. Todo el pueblo quedó inundado por el mar. Queríamos saber el rumbo de las pocas cosas que la gente no se llevó al albergue para avisarles».
Según el teniente Irvin Hernández, jefe del Puesto de Guardafronteras en el Consejo Popular Majana, en Artemisa, antes de que la surgencia haga imposible la permanencia en el lugar, recorren los patios de las casas, donde algún morador pueda estar aferrándose a lo suyo, o algún malandrín aprovechándose «del río revuelto».
El oficial contó que gracias a la labor conjunta con la PNR evitaron que dos o tres malhechores despojaran a sus dueños de lo poco que Gustav no desvencijó en aquel paraje sureño.
«Vinieron en un camión Hino y cargaron con cuanto flotaba en el dique. Gustav hacía tan solo unas horas había desbaratado todas las casas y arrastró muchas pertenencias al agua. Estos maleantes pensaron que nadie los vería, pero les salió el tiro por la culata. Recuperamos todo y se lo devolvimos a sus propietarios, que ya con perder sus casas tenían bastante».
Yamila Noa, mientras limpia su casita de veraneo, que recuperó uniendo los tablones que encontró tirados en el dique, nos dice que los policías que cuidan la playa y los compañeros de Guardafronteras no dejan entrar a los desconocidos cuando ocurren sucesos como Ike y Gustav. «Se paran en la entrada y si no eres de aquí, tienes que irte por donde mismo viniste».
En otro lado del surEn Güira de Melena tres delincuentes trasladados en coches con caballos desde la vecina localidad de San Antonio de los Baños, intentaron aprovecharse del estrago de los vientos de Gustav para robar en el centro comercial El Encanto, el cual resultó parcialmente destechado.
Los vecinos, la administración y trabajadores de la unidad inicialmente frustraron sus intenciones y los enfrentaron, pese a la conducta agresiva de los malhechores.
«La labor del MININT es notable en cada una de las zonas de defensa», acota el teniente Luis Suárez Santana, instructor político de la PNR en esta localidad habanera, quien reafirma que en esas condiciones se encargan de garantizar el orden y la disciplina, y asistir y prevenir a quienes se resisten a la evacuación.
Luis, en medio del lodazal en que estaba Cajío el segundo día del paso de Ike, con el fango a la mitad de las piernas, nos contó que vive en Mariel y viaja todos los días desde ese municipio, ubicado al norte de la provincia, hasta el otro extremo en Güira.
«Soy como las aves migratorias que recorren grandes tramos. En estos días la gente se asombraba de que estuviéramos aquí con ellos y no en nuestras casas con la familia. La comunidad se da cuenta de los avatares que enfrentamos, y por eso nos respeta. Uno lo siente en la forma en que te miran y te hablan».
Manuel Borrego, jefe del Puesto de Guardafronteras de Cajío, cayó en una zanja cuando vino en la vanguardia a revisar lo que el último vendaval hizo en la playa. «No me saques con esta facha en el periódico, que así no debo andar. Llevo 48 horas empapado. Entre un ciclón y otro hace 20 días que no voy a Nueva Paz, donde está mi familia».
Borrego y el joven soldado Héctor Lantigua trabajaron sin descanso mucho antes de que Ike llegara a inundar con sus vientos el lugar. Se encargaron de que todas las embarcaciones entraran a tiempo al muelle y recorrieron las zonas donde podía quedar algún moroso que desoyera las orientaciones de la Defensa Civil.
«Después del susto que Charlie les dio a los playeros, la cosa es distinta. Ya ellos solitos piden que se los lleven lejos del mar. No obstante, nosotros revisamos por si alguien tiene mala memoria», asegura el oficial.
Mientras él y Héctor recogen sargazos y otras plantas acuáticas enredadas con el lodo, lamentan que apenas pudieron disfrutar la remodelación de la unidad, porque la ventolera arruinó ventanas y puertas.
«Esto será lindo de nuevo. Después de Gustav lo pusimos limpiecito, y ahora hay que empezar de cero. Pero regresen dentro de una semana. No van a conocer el lugar», asegura el soldado.
Como un solo puñoIke castigaba a Ciudad de La Habana en el momento que rozaba la localidad de Punta La Capitana, en la zona oriental pinareña, cuando aún los agentes del orden interior Rafael González y Yunaiky Rodríguez regulaban el tránsito en una de las intersecciones del capitalino municipio de Playa.
Al igual que estos jóvenes, gran número de combatientes del Ministerio del Interior —enfundados en sus capas verde olivo— permanecían en admirable disposición en las calles habaneras ante la proximidad del evento meteorológico.
Las principales arterias de la ciudad parecían bastante recogidas; sin embargo, el agente Rafael González consideró que no podían cansarse de alertar a los que aún circulaban por las calles y advertirlos de la necesidad de que se resguardaran.
El primer suboficial Nordelys Aleaga también se encontraba de recorrido junto a un grupo de compañeros desde horas bien tempranas. «Tenemos la misión de cuidar los bienes de las familias que fueron trasladadas hacia lugares seguros y los recursos económicos de nuestro Estado», refirió.
En Ciudad de La Habana las fuerzas del MININT también acompañaron el proceso de evacuación. Gregorio Cruz, presidente del Consejo de Defensa Municipal de Marianao, contó que la participación de estos combatientes ha sido vital en el mantenimiento del orden y la disciplina durante todas las etapas.
Según el teniente coronel Frank Jiménez, jefe de la Estación de la PNR de este municipio, varias patrullas recorrieron el territorio con altoparlantes para insistir en que los pobladores tomaran las máximas medidas de protección.
«También hicimos un levantamiento de los estacionamientos inadecuados y les indicamos a los conductores que pusieran los carros a buen recaudo», expresó la oficial de Tránsito Fidela Jorge Guillén, quien precisó que reforzaron los parqueos de vehículos estatales para evitar posibles incidentes y reportaron las caídas de señales y semáforos.
Las medidas de seguridad y protección que deben tomarse en las instalaciones del Estado ante el paso de fenómenos meteorológicos como los ocurridos fueron supervisadas por funcionarios de la Defensa Civil junto a combatientes de la Dirección de Protección del Ministerio del Interior en todo el país.
«Controlamos la aplicación del nivel de aseguramiento físico y técnico de los inmuebles de cada entidad, tratando de eliminar condiciones de vulnerabilidad que generaran pérdidas o accidentes fatales», explicó el coronel Over Companioni Pentón, jefe de la Dirección.
Para esta labor —señaló— reforzamos nuestra presencia en las comisiones creadas, para alertar a tiempo de las medidas preventivas que había que tomar en cada centro.
El MININT creó brigadas compuestas por reclusos de la Tarea Confianza para apoyar labores de saneamiento en el país. También el MININT creó brigadas compuestas por reclusos de la Tarea Confianza para apoyar labores de saneamiento en el país.
El segundo suboficial Osmel Sagibiera fue uno de los combatientes que condujo a un grupo de 25 hombres en la recogida de escombros en el municipio de Plaza de la Revolución. «Estamos trabajando de sol a sol para dejar todo limpio y lindo cuanto antes», consideró.
En el riguroso compás que nos han impuesto los ciclones, los miembros del MININT, junto a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, acompañan el pueblo desde los más insospechados lugares. A partir de que se decreta la fase recuperativa vuelven, como un solo puño, a erradicar los daños.