«Las presas cubanas están diseñadas y preparadas para soportar más lluvia si continuara precipitando, y no hay ninguna posibilidad de que alguna ceda ante ese embate natural», aseguró a JR el ingeniero William Leyva Armentos, vicepresidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH).
«Todos nuestros embalses están en condiciones de seguir operando y no se dañarán aunque persistan las precipitaciones. La dirección del país —previendo situaciones como estas— destinó los recursos necesarios para la conservación de todos», afirmó el ingeniero Leyva.
De las 239 presas de la Isla —agregó— después de varios días de intensas precipitaciones están vertiendo 137, principalmente en la parte oriental de la Isla.
«Todos los estancamientos son vigilados permanentemente y su buen funcionamiento permite disminuir las afectaciones producidas por tantos días de lluvia», aseveró el vicepresidente del INRH.
En estos momentos el país almacena 8 066 millones de metros cúbicos de agua, lo que representa el 92 por ciento de su capacidad. Y las presas han demostrado su fortaleza, ya que el pasado octubre fue el tercero más lluvioso en la Isla desde 1901, y todas continúan funcionando según lo previsto.
De hecho, además de almacenar agua para los períodos de seca, esta es una de las principales funciones para las que fue diseñado el sistema de embalses del país: evitar que en caso de grandes avalanchas de precipitaciones el agua vaya directamente hacia los ríos y el desborde de estos ocasione mayores daños a los asentamientos poblacionales.
Al triunfo de la Revolución en el país existían solo 13 presas y la capacidad de embalse era de 43 millones de metros cúbicos de agua.
En Cuba existen 2 200 ríos y arroyos que representan su red de drenaje natural, pero la mayoría de esos afluentes apenas sobrepasan los 40 kilómetros de longitud y los 200 kilómetros cuadrados de cuenca, lo que hace que las lluvias lleguen muy rápido al mar y no se aprovecharía casi nada de no existir las presas.