El Turquino pareció estremecerse el mediodía de aquel 28 de abril de 1957. Por primera vez ascendía hasta allí Fidel Castro con su tropa rebelde. Llegaban eufóricos, felices. De pronto, ante el monumento a José Martí del que ya sabían por Celia Sánchez Manduley —quien ahora los acompañaba— empezaron a cantar el himno patrio, luego el del 26. Manos y fusiles se elevaron y la alegría se hizo inmensa.
Subir a la máxima cima de Cuba era una operación casi mística, afirmaría Che en sus relatos sobre la larga marcha de la fuerza insurrecta por toda la cresta de la Maestra. Ya volvían a ser tantos hombres como los desembarcados del Granma 146 días atrás, con la llegada del refuerzo de combatientes del llano enviado por Frank y Celia, y otras incorporaciones, de ellos muchos campesinos.
En el Pico Real del Turquino finalizaría además la entrevista que realizara a Fidel y a otros integrantes de la guerrilla el periodista norteamericano Bob Taber, quien logró así su primer testimonio fílmico sobre la verdad de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra.
EL TESTIMONIOA 50 años de aquella epopeya tengo ante mí grabaciones y fragmentos del Diario de Guerra del combatiente —ya fallecido— Manuel García Núñez (Pitín). campesino manzanillero, participante singular de la guerra en la serranía, fue capaz de recoger en su diario de campaña el extraordinario testimonio de una gesta que también hizo suya.
Todavía recuerdo cuando me narró sus vivencias en 1990. Entonces no podía esconder la emoción que lo embargaba. Se frotaba sus huesudas manos fuertemente. Sentado, a ratos cruzaba y descruzaba los pies, nervioso, como si se sintiera andando, saltando entre piedras y palos en ríos y arroyos, faldeando monte, subiendo o bajando con rapidez el mismo lomerío guerrillero que lo vio como el patriota de sus sueños de niño.
Asumí entonces, ayudado por él, la lectura de su testimonio sobre la primera subida rebelde al Turquino, valioso documento que hoy se conserva celosamente en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, en la capital cubana.
CELIA, HAYDEE Y PERIODISTAS«Día 22. — (de abril de 1957) Por la mañana salimos el t. Ciro (teniente Ciro Frías), el policía (Francisco Soto Hernández) y yo, alcanzábamos a los periodistas y dos mujeres (se refiere a Bob Taber y el camarógrafo Wendell Hoffman, acompañados por Celia y Haydée), comimos muchas cañas. Cuando llegaron nos tomaron películas, bajamos a las 3 de la tarde, Fidel ordena: “tómense una lata de leche y cocinen”. Dormimos.
«Día 24. — Por la mañana hacíamos guardia el t. Ciro y cuatro más. Llovía. Teníamos hambre, comíamos garbanzo crudo hasta por la tarde que bajamos a cocinar, buscaba agua por la falda (de una loma) de noche (ahí se encontraban próximos al firme de Santana).
«Día 25. — Por la mañana nos tomaban películas. Seguimos caminando al Turquino por una falda. Por la tarde empezó a llover. Nos tapamos con nailon. Nos tomamos una botella de ron el capitán Jorge (Sotú), el t. Ciro, el policía, Omar (Ramos) con bacalao crudo. Seguiremos caminando, lloviendo hasta llegar a una casa vacía, mojados, cocinamos, hacíamos una caña santa (infusión o cocimiento hecho con esa hierba aromática). Había 3 o 4 casas, las invadimos, cada día los guajiros se reunían con nosotros».
POR LA FALDA DEL TURQUINO«Día 26. — Por la mañana hacíamos caña santa. Fuimos a la estancia, yo cogí dos racimos de plátanos para el almuerzo para salir rápido. Comí potaje frijol negro con plátanos. Salimos al camino por una falda del Turquino, como a las tres de la tarde empieza a llover en cantidad, toda la gente se tapa con su nailon, de pie y cargados con 50 libras (cada uno). Yo de pie por la fuerte lluvia llenaba dos botellas de agua, escampó, escurriendo, toda la gente armaba su hamaca. Ajunté candela por el enorme frío. Calenté mis plátanos y malanga y un poco de frijol, hacía un buen poco de caña santa. Me acosté, sequé mis ropas, dormí bien gracias a Dios.
«Día 27. — Por la mañana asé un plátano, me lo comí. (El combatiente rebelde) Agustín Lara hacía un poquito de café, me dio un trago, encendí un cigarro. Del estado mayor ordenan: “arrecojan las hamacas para estar listos”. Son las 9 de la mañana. En este tiempo que escribo el diario, se le escapó un tiro al compañero Vazquecito haciéndose un “furo” en la palma. Se lo llevaron al médico Che para inyectarlo. En el tiro escapado por poco queda el americanito Chuk (se refiere a uno de los tres estadounidenses que subieron en el refuerzo del marabuzal enviado por Frank y Celia). La gente se comenta de este caso. El tiro escapado fue como a un cordel cerca de mí. (Vazquecito) echaba sangre cantidad. Estamos parados por la salida a ver en qué para el herido, mandan al herido a las 11 de la mañana (lo bajaron al llano a curar y posteriormente volvió a la guerrilla), a las 11 y 45 seguíamos la marcha. A las 3 de la tarde hacíamos campamento cerca de un salto de agua (se trata de la conocida Aguada del Joaquín) en una falda del Turquino. A las 4 de la tarde cocinábamos 50 plátanos y arroz con garbanzo, caña santa, un frío enorme.
UN MENSAJE ENTRE PIEDRAS«Día 28. — Salimos para el Pico Turquino, ocho de la mañana. Antes calentábamos congrí y chocolate. Llegamos al pico 12 del día...».
Cuando 33 años después llegamos a ese momento de la lectura de su diario, recuerdo que Manuel García me interrumpió. Se puso de pie y vi entonces en su rostro la misma felicidad que debió animarlo al pisar por primera vez la alta cima cubana.
«Aquello, narraba Pitín, fue lo más grande de mi vida. Todos sentíamos un regocijo tremendo. Levantábamos las manos, fusiles, boinas, sombreros, gorras. Nos olvidamos del cansancio en los pies, estábamos ya preparados como chivos para caminar las lomas. Y los periodistas aquellos seguían allí tomándonos películas. A veces las he visto en parte por la televisión y vuelvo a emocionarme.
«Cantamos “al combate corred bayameses” y la Marcha del 26 de Julio. Fidel estaba muy contento y se hicieron prácticas de tiro. Yo dejé una carta en el Pico, debajo de unas piedras que estaban junto al monumento de Martí. Esta decía, creo, aquí estuvo Manuel García para pelear por la libertad de Cuba».
Cuatro picosJunto a Fidel, de izquierda a derecha, Camilo, Taber, Marcelo Fernández, el camarógrafo Hoffman y Raúl Fidel y su tropa rebelde escalarían el Pico Turquino en cuatro ocasiones durante la guerra: el 28 de abril, el 24 y el 30 de junio y el 22 de agosto, todas en 1957.
La ruta seguida aquel 28 de abril es la misma que conocen miles de jóvenes cubanos para arribar con similares emociones a la cumbre serrana, todo un símbolo de nuestra dignidad nacional.