Cuando la sombra de las banderas llegue a este punto se enciende una llama que marca el inicio de la conmemoración de los sucesos del 13 de Marzo de 1957. Fotos: Roberto Suárez
El reconocido urbanista Mario Coyula Cowley siente una atracción especial por los proyectos de monumentos conmemorativos: «Porque son una rara oportunidad de integrar la arquitectura con el paisajismo, el diseño urbano, la escultura y —si el resultado es bueno— la poesía».
Junto a los arquitectos Emilio Escobar Loret de Mola, Sonia Domínguez y Armando Hernández disfrutó proyectando en las noches de 1965 el Parque-Monumento de los Mártires Universitarios, situado en la esquina de Infanta y San Lázaro, muy cerca de la Colina Universitaria donde estudiaron en los años 50.
En 1967 fue ejecutado ese proyecto que resultó después de 1959 el primer monumento importante, donde resalta el concepto innovador seguido por sus creadores: en vez de poner una escultura en el centro de la plaza, formaron una plaza con el monumento. Un muro de hormigón que cambia de forma según el período de la historia al que alude. Este lleva formas en bajorrelieve, hechas con sacos de yute y papel de bolsas de cemento, tablas y sogas, clavados por dentro del encofrado.
Los túmulos funerarios están colocados de la misma forma en que enterraban a los héroes en la antigüedad.
Transcurridas casi dos décadas luego de aquel monumento, Mario Coyula y Emilio Escobar serían también los ganadores del concurso organizado por la Unión de Jóvenes Comunistas para la realización del Mausoleo del 13 de Marzo en el Cementerio de Colón. Antes fueron consultados para que fuesen jurado del concurso, pero ellos declinaron la propuesta porque prefirieron participar en el certamen.El mausoleo a los mártires de las acciones del 13 de Marzo se inauguró en abril de 1982. Cuando han pasado 25 años de su realización JR dialoga con sus creadores, a quienes une la amistad desde la infancia, además de que coincidieron en las aulas de Arquitectura e integraron el Directorio Estudiantil Revolucionario.
—¿Qué criterio tuvieron en cuenta al diseñar la Plaza?
Coyula: Lo principal era un sitio donde descansaran los restos de los caídos, los cuales colocamos en forma de anfiteatro. De manera que cuando uno entra a esta plaza se percata de que está sometido como a una especie de escrutinio por los que murieron.
«Son varios elementos los empleados. Uno de ellos es este grupo de banderas realizadas con acero inoxidable, representan a la bandera cubana, de combate, es por eso que están sostenidas en movimiento, lucen como cuando se corre.
«Al ejecutar las banderas incorporamos al escultor José Villa Soberón. Temíamos que quedaran planas y él ayudó a darles profundidad.
Cada año los jóvenes de entonces y los de ahora rinden tributo a los caídos.
«Las insignias funcionan como un reloj solar. Cada 13 de marzo el astro rey va caminando por esta franja de mármol verde que está en el piso y va marcando las horas. El primer punto que señala el sol es el de las 8:00 de la mañana, y así avanzará hasta llegar a las 3 y 20 de la tarde, hora de la toma a Radio Reloj. Cuando su sombra llega a ese punto se enciende una llama; lo cual marca el inicio de la conmemoración de los sucesos. De manera que el sol se convierte en parte del monumento, fue una idea de Emilio quien siempre ha estado obsesionado con el tema.«La plaza se inauguró el 20 de abril de 1982, por lo que pudimos comprobar que el 13 de marzo se cumplía lo de la sombra.
«Otro elemento importante es el empleo de los adoquines en homenaje a la lucha urbana. Lo hicimos alabeado, con estas ondulaciones recreadas en las hojas de la yagruma y que forman como un piso inestable. Eso obliga a que, al entrar, las personas tengan que mirar hacia abajo e inclinar la cabeza, así rinden homenaje a los caídos».
Escobar: Los adoquines empleados los hicimos con parte del pavimento del camino entre Palacio y Radio Reloj, de manera que aquellos días están presentes. Las calles son reales con su carga espiritual.
«La idea era establecer un espacio diferenciado del resto del cementerio. Lo hicimos colocando los túmulos funerarios de la misma forma en que enterraban a los héroes en la antigüedad. Para delimitar el área utilizamos las palmas y las yagrumas».
—¿Por qué la yagruma?
Coyula: Nos gustaba por el tono gris y verde de sus hojas. Porque así cumplíamos con la estética convencional del cementerio. No queríamos romper con todo y respetamos los colores predominantes de la necrópolis. Lo que también daban las palmas reales.
«Otro elemento son estos montículos de hierba. Si los adoquines recuerdan la lucha urbana, estos reflejan las acciones en la Sierra. Incluso en la lucha estudiantil hubo un cambio de estrategia sin abandonar la lucha urbana, recordemos las guerrillas en la zona central de Cuba».
—¿Participaron en las acciones del 13 de Marzo?
Coyula: No, pero tuvimos la suerte de realizar el monumento a los caídos.
Tributo audaz
«El Mausoleo de los Mártires del 13 de Marzo (1982) —de los arquitectos Emilio Escobar (1934) y Mario Coyula (1939) y el escultor José Villa (1950)— no solo es una obra osada en lo que atañe a su emplazamiento en un recinto tan connotado histórica y culturalmente como lo es la majestuosa Necrópolis de Colón, sino que es audaz en sus soluciones artísticas, espaciales y paisajísticas, y realmente original en su propuesta plástica».
Así lo valoró en el año 1997 para la revista Arte cubano la doctora María de los Ángeles Pereira, actualmente una de las voces más autorizadas en el tema de la escultura en Cuba.
En otro momento de su carrera destacó la singularidad de los arquitectos al convertir el tiempo en un recurso expresivo de inusitado protagonismo visual.
«Es el tiempo —en su sentido físico natural y en su existencia intangible pero inobjetablemente real— el elemento plástico principal de esta obra que definitivamente testimonia la vocación de contemporaneidad y el aliento estético renovador que caracteriza a una parte nada desdeñable de la producción monumentaria en el Caribe hispano contemporáneo.
«El espacio fue planteado como una plazoleta adoquinada, delimitada por lometones de tierra y césped, que culmina en un área ligeramente elevada y también revestida de césped donde se ubican los nichos que guardan los restos mortuorios, los cuales fueron cubiertos con lápidas de hormigón armado virtualmente en voladizos.
«La plazoleta constituye, a la vez que espacio funcional transitable, un elemento expresivo de profundo simbolismo: los adoquines evocan el escenario urbano habanero en el cual se desarrolló la lucha insurreccional de los universitarios contra la tiranía gobernante, mientras que la presencia de dos ejes que se cortan —realizados con piedra serpentina sobre la superficie de la plaza— conforman un diseño que a manera de reloj solar, registra cada año el día y la hora exactas en que se produjeron las históricas acciones recordadas a través de esta suerte de plaza-mausoleo.
«El tiempo es, por tanto, un protagonista plástico fundamental en esta obra: el eje mayor en forma de hipérbole funciona como traza solar que marca las horas; mientras que el eje menor indica el punto correspondiente a las tres y veinte minutos de la tarde. El espacio, las trazas de serpentina y la aledaña estructura escultórica de acero inoxidable fueron diseñadas y calculadas con precisión astrológica tal que cada 13 de marzo, durante el transcurso de las horas diurnas, la sombra que proyectan las banderas metálicas alineadas se va desplazando sobre el segmento de hipérbole, para alcanzar el punto de intersección entre los ejes justo a la hora precisa en que se produjo la toma de la emisora Radio Reloj, y la histórica alocución al pueblo de Cuba que desde allí leyera el presidente de la Federación Estudiantil Universitaria José Antonio Echeverría, quien perdió su vida esa misma tarde».