Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Se benefician en Baracoa y Maisí con la Revolución Energética

Wilson Llacer Clapé es el responsable de la batería de ocho grupos electrógenos que benefician alrededor de 100 000 personas en los territorios antes afectados por los apagones

Autor:

Lisván Lescaille Durand

Wilson, mientras controla el proceso de generación de la bateria de grupos electrógenos. Foto: Jorge Luis Merencio Cautín BARACOA, Guantánamo.— En algún rincón de su casa, en Hoyos de Sabanilla, guarda aún sus estandartes de guajiro enamorado de la tierra, que tres años atrás le endilgaban una figura quijotesca.

Allí, a no pocos les parece todavía familiar la imagen del joven entre los cacaotales de la finca paterna: machete a la cintura, jolongo al hombro y a lomo de mulo, tejiendo sueños por encima de los montes mientras se agenciaba el sustento.

Aún les cuesta salir del pasmo: «¿El Rubio, ingeniero eléctrico...?». Sin aspavientos, el chico colgó un pergamino con el título en la pared de la casa de sus padres, José Ulises y Laudelina.

Y para mayor asombro y alegría del caserío, el joven de 30 años de edad, Wilson Llacer Clapé, se cuenta entre los cubanos afortunados que en esta villa primada hacen de los apagones un mal recuerdo.

Apenas puedes reparar en su acento guajiro cuando lo tienes delante, dándote una disertación especializada sobre el fluido eléctrico, mientras cumple su cometido como jefe de la batería de ocho grupos electrógenos (de 15 megaWatt) que cubre la demanda de generación eléctrica de Baracoa y Maisí, dos de los municipios cubanos tradicionalmente más afectados por los apagones y los bajos voltajes.

Ahí en Mabujabo, Wilson, el «Ingeniero de los Hoyos de Sabanilla», tiene su cuartel general desde el pasado 26 de julio, cuando se inauguró la crucial obra de la cual se benefician alrededor de 100 000 personas en los mencionados territorios.

Allí reparte indicaciones a sus 9 trabajadores, cuya edad promedio es de 28 años, o revisa los controles en la computadora que sigue el funcionamiento de la batería...

«A Baracoa le hacía mucha falta este equipamiento, que con la Revolución Energética se puso en nuestras manos», explica al diario de la juventud cubana. El mal estado de las líneas, transformadores y otros aditamentos provocaban pérdidas de corriente y, por supuesto, más apagones.

«Ante cualquier problema en las subestaciones o por generación de energía, esencialmente averías o reparaciones del Sistema Electroenergético Nacional (SEN), activamos los grupos. Así se evita el apagón y el bajo voltaje, que tanto “obstinaban” a baracoenses y maisienses».

Cuenta Wilson que en 1996, mientras labraba la tierra de su padre, un amigo le habló de la posibilidad de estudiar en la universidad de Moa, y desde ese instante empezó a prepararse para los exámenes de ingreso.

«En 1997 me presenté y pasé las pruebas para estudiar por encuentros, una opción para los trabajadores. Y no por casualidad escogí Ingeniería Eléctrica: siempre tuve devoción por algo así, de pequeño fui confianzudo con la corriente, reparaba equipos electrodomésticos averiados y metía mis narices en temas de electricidad», dice sonriente.

Confiesa que nada fue fácil: «La vida del campesino es dura, muy modesta. Vives de las cosechas, que no siempre son buenas, por tanto tienes que atenderlas constantemente. Aun así encontré tiempo para simultanear con el estudio.

«En mi caso —enfatiza con un ejemplo—, no era cosa de coser y cantar encontrar los 30 o 40 pesos cada 15 días para pagar el transporte hasta Moa, y luego para el regreso».

Los rigores de la carrera tienen hoy un especial significado para este joven, miembro además del Comité Municipal de la UJC: «Nada fue regalado... Todo dependió de mi empeño, dedicación y amor por la electricidad».

Cuando en julio de 2003 Wilson alcanzó su título, cerró los ojos e imaginó la vega de su padre —atento siempre a los progresos del hijo—, reclamándolo con sus atuendos de guajiro.

Pero sacó las cuentas del beneficio multiplicado para miles y volvió al barrio, talento por delante, pero sin ínfulas profesionales, a asegurar que muy pronto desaparecerían los apagones.

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