La tecla del duende
Una muchacha longeva, que no se cansa de compartir bellezas, colma siempre mi buzón. Con ella vuelvo a la eterna pregunta que tanto nos espolea: ¿En qué, cómo, de qué forma gastamos nuestro tiempo?...
¿Para qué sirve un minuto? Para sonreír: sonreír para el otro, para ti y para la vida. Un minuto sirve para ver el camino, admirar una flor, sentir su perfume, sentir el césped mojado, percibir la transparencia del agua.
Se requiere apenas de un minuto para evaluar la inmensidad del infinito, aunque sin poder entenderlo. Un minuto apenas para escuchar el canto de los pájaros. Un minuto sirve para oír el silencio, o comenzar una canción.
En un minuto uno dice el «sí» o el «no» que cambiaría toda tu vida. Un minuto para un apretón de manos y conquistar un nuevo amigo. Un minuto para sentir la responsabilidad pesar en los hombros, la tristeza de la derrota, la amargura de la incertidumbre, el hielo de la soledad, la ansiedad de la espera, la marca de la decepción, la alegría de la victoria...
En un minuto se puede amar, buscar, compartir, perdonar, esperar, creer, vencer y ser... En un simple minuto se puede salvar una vida. Tan solo un minuto para incentivar a alguien o desanimarlo. Un minuto para comenzar la reconstrucción de un hogar o de una existencia. Basta un minuto de atención para hacer feliz a un hijo... un padre, un amigo, un alumno, un profesor, un semejante...
Solo un minuto para entender que la eternidad está hecha de minutos... De todos los minutos bien vividos... Un minuto... Cuántas veces los dejamos pasar sin darnos cuenta... pero también cuántas veces traemos a nuestras vidas los recuerdos de los minutos vividos llenos de felicidad, de alegría y también de tristezas... Decimos «un minuto» y nos parece nada... Pero cómo se aprecia ese minuto al levantar la mano y saludar a un amigo que se va para siempre, cómo se valora ese minuto que hace que lleguemos tarde a nuestros trabajos, cómo se espera ese minuto que nos lleva a reunirnos con los que amamos, cómo nos llena de emoción ese minuto en que nos entregan a nuestro hijo al nacer, y cómo también deseamos que la vida le otorgue más minutos a quien la muerte separará físicamente de nosotros y no veremos más.
Un minuto... parece increíble... parece tan poquito y sin embargo puede dejar una huella tan profunda... Lo importante no es vivir porque sí, dejando pasar el tiempo. Alguien alguna vez dijo: «Vive cada minuto como si fuera el último»... Si todos recordáramos esa frase a diario aprendiéramos a vivir intensamente (...), a no posponer las emociones más lindas pensando que «si no es hoy será mañana»... Tu tiempo es ahora... La vida es hoy...
Hoy, mientras leas, estaremos compartiendo con los tecleros de la Tertulia Regalo de Jueves, en la escuela tunera Rita Longa. Y el fin de semana, en el campismo Cerro de Caisimú, ocurrentes de varias provincias festejarán los siete años de teclazos en el Balcón del Oriente cubano. Ya les contaremos...