La tecla del duende
¿Cómo será eso de tener un doble en todo? Alguien con quien compartir no solo un espacio físico, objetos y proyectos, sino también un rostro y una anatomía prácticamente idénticas. El maestro del Periodismo curioso Luis Hernández Serrano lo sabe de memoria. De su libro inédito Mejor es ser jimagua son estas anécdotas...
El bigote de leche de Leonel. La primera asamblea en que participamos mi hermano jimagua Leonel y yo, en el kindergarten, con cuatro o cinco años, la convocó nuestra maestra porque Leonel le tomó el vaso de leche condensada que su esposo le había traído y le colocó en su mesa, en el aula. La profe preguntó quién había sido y, por supuesto, mi hermano se quedó callado. Pero como se le quedó «el bigote» de leche en el labio superior, ella le dijo: «Alumno Leonel, ¡fue usted? A lo que con una temprana frescura, mi gemelo contestó: ¿Y si lo sabe para qué lo pregunta?
Culingo pelotero. Mi hermano y yo participamos en un campeonato de béisbol en el terreno de pelota de nuestro barrio. Yo era receptor y él lanzador. Estábamos empatados los dos equipos. Era la última entrada. El contrario había llenado las bases. Vino el cuarto bate, Raúl Viñas. Le decían «Culingo». Mi hermano y yo conferenciamos en la lomita. Le dije que le tirara una recta por el medio del plato, aunque le iba a hacer seña de curva para afuera, para despistar. Y le aclaré: «No te preocupes, Leonel, que a uno que le digan “Culingo” no puede ser pelotero». Pero… «Culingo» le dio un batazo tan grande que la pelota no ha aparecido todavía.
La rubia del baile. Cuando tenía 20 años fui a un baile en Bejucal. Eran las dos de la madrugada y no había podido sacar a bailar a ninguna muchacha. Vi a una rubia muy linda que, según me dijeron, no bailaba con nadie. Me encapriché y le pedí una pieza. Me tiró el brazo por arriba y me dijo: «Qué malito tú eres, me embarcaste el viernes». Enseguida comprendí que me había confundido con mi hermano y bailé con ella el resto de la madrugada. Me decía Leonel. Creo que no descubrió la verdadera identidad mía. Al amanecer, le hice el cuento a mi hermano jimagua y primero se puso bravo, pero después me perdonó, porque, según me dijo: «Es que teníamos los gustos gemelos».
Este sábado, a las 10:00 a.m., en la Casa de la Prensa, de Holguín, se encontrarán los ocurrentes. Tema: amor de mujer.
En la Rita Longa, escuela de instructores de arte y prepedagógica de Las Tunas, ha crecido la tertulia Regalo de Jueves. Hace poco despidieron allí a un grupo de alumnas que irán a su práctica preprofesional como educadoras de la Enseñanza Especial y se graduarán en junio. Dos de ellas sintetizaron así lo que les aportó la peña: «Aprendí que las cosas pequeñas que nos da la vida pueden convertirse en grandes momentos» (Elianis). «Me enseñó a darle más valor a las cosas espirituales que a las materiales, y logró unir a un grupo tan complejo» (Dairelis). A esta cosecha teclera, un gran abrazo.