Los que soñamos por la oreja
Creo que nunca olvidaré el impacto que causó en mí hace años la lectura del libro Feminine Endings: Music, Gender and Sexuality, de Susan McClary, y que llegó a mis manos gracias a la investigadora (fallecida en fecha no muy distante) Jan Fairley, buena amiga de Cuba y de varios de los que por acá nos acercamos a la música desde la perspectiva académica.
Conocer el aludido texto me permitió adquirir conciencia sobre el hecho de que el registro de compositoras femeninas en Cuba resulta abrumadoramente inferior al de sus colegas hombres, así como formularme algunas preguntas para las que aún no he encontrado respuestas, como por ejemplo: ¿Las cuestiones de género pueden quedar en nuestro caso circunscriptas solo a lo corporal-baile? ¿Cómo es la división social del trabajo en la música cubana? ¿Existen entre nosotros estereotipos de género? ¿Cuáles?, pienso en la vestimenta, movimientos escénicos, discurso letrístico, forma de cantar, videoclips…
Las investigaciones en el campo de la música popular y académica en nuestro país aún tienen un largo camino por recorrer y numerosos temas que no han sido abordados en lo más mínimo. Un buen ejemplo de lo anterior es lo relacionado con las exégesis a propósito de los vínculos entre música y género, donde hasta el presente no hemos pasado del mero recuento histórico de lo hecho por las mujeres, algo importante para un primer momento, pero que es insuficiente a estas alturas del siglo XXI.
El día en que empiecen a llevarse a cabo tales estudios, uno de los asuntos que, en mi opinión, tendrá que recibir atención especial es el concerniente al rol de las féminas como compositoras de música académica, y a las particularidades que en comparación con sus colegas masculinos asume el discurso practicado por ellas.
A la mente me viene de manera rápida un listado de notables creadoras de las generaciones que han ido apareciendo a partir de la de los 80, como son los casos de Beatriz Corona, Mirta de la Torre, Marietta Veulens, Ileana Pérez, Magaly Ruiz, Keyla Orozco Alemán, Mónica O’Reilly, Irina Escalante Chernova, Janet Rodríguez, Evelin Ramón, Teresa Núñez y Ailem Carvajal.
A propósito de la última mencionada, o sea, Ailem Carvajal, en fecha reciente los amantes de la música académica en Cuba tuvimos la oportunidad de conocer su disco titulado Isla, llevado a cabo gracias a la colaboración entre personal ubicado en los países de Italia y España bajo el sello de Rey Rodríguez Productions. El fonograma, que resultase galardonado en la emisión del premio Cubadisco correspondiente a 2013, es contentivo de una representación de la obra de esta compositora, que en su carrera ha incursionado por terrenos como el de la electroacústica y el de la creación sonora de perfil contemporáneo. Aunque sea de forma limitada a tenor de la extensión que puede tener un álbum digital, la riqueza de lo hecho por Ailem, durante alrededor de 15 años, y la diversidad de intereses musicales que la animan, aparecen representadas en el CD.
El eje de la grabación lo constituyen varias obras en las que instrumentos acústicos interactúan con la electrónica. Ejemplos de ello lo encontramos en piezas como ¡Aé! Mañunga, para chelo y tape; Resonancias, para clarinete en si bemol y tape; y Eón, para clarinete en mi bemol y tape. De algún modo, y aunque con sus propias características, temas como los antes aludidos me hacen evocar el legado del máximo impulsor de la electroacústica entre nosotros, el desaparecido pero siempre recordado maestro Juan Blanco.
Un elemento que le da realce al fonograma Isla viene dado por las notas escritas para el mismo por la prestigiosa musicóloga Marta Rodríguez Cuervo, compatriota que en años recientes se ha desempeñado como profesora en esa institución de larga trayectoria y amplio reconocimiento social que es la Universidad Complutense de Madrid. Así pues, el disco de Ailem Carvajal, que dicho sea de paso cuenta con un excelente trabajo de masterisación, nos brinda la posibilidad de entrar en contacto con una porción del riquísimo mundo sonoro que anda por la cabeza de esta aún joven compositora, pero que ya resulta un nombre de obligatoria referencia al hablar del panorama actual de la música académica facturada por nuestra gente, tanto en Cuba como allende los mares.