Los que soñamos por la oreja
Eduardo Sosa resulta en el presente uno de nuestros trovadores mejor dotados para el canto. A diferencia de la gran mayoría de los representantes de esta corriente ideoestética, que son más bien decidores de sus canciones o, como suele nombrárseles, cantores, Eduardo es alguien con una voz privilegiada y que él pone en función de lo que quiere transmitir en sus melodías.
Lo anterior vuelve a comprobarse en el más reciente disco editado por este santiaguero afincado en el Vedado capitalino. Mañanita de montaña, trabajo íntimo y muy personal en su concepción general, es de esas grabaciones que, con una sola audición, a uno lo atrapa por lo bien cantado que está. He ahí ya un primer gran logro para este fonograma de Sosa y que sale al mercado a través de Producciones Colibrí.
Pero el asunto no se queda ahí y también hay que hablar del valor que poseen las piezas como composiciones. Hay aquí un muestrario de diferentes géneros, que siempre han estado asociados a la trova durante su historia. Por ello, encontramos desde el chachachá, el bolero, el changüí, algo parecido a lo que se conoce como rumbita del Cauto, hasta la canción como tal. Son temas escritos por el propio Eduardo, algunos en coautoría con el poeta y periodista Rogelio Ramos Domínguez.
En el excelente resultado final del álbum, asimismo resulta fundamental la intervención de David Álvarez como productor, que consigue orquestar cada corte con la sonoridad precisa. Si me preguntasen cuáles son mis favoritas entre estas piezas, mencionaría Esperando tu llegada, Más que hoy, Preocupado por mis amigos, Mujer bonita en pueblo chiquito y la que da nombre a la producción, es decir, Mañanita de montaña, recogida en el CD en dos versiones, una con orquestación y otra a guitarra.
Otro disco dentro de los códigos de la trova que deseo recomendar es el titulado Hermosa Cuba tu brillante cielo..., acreditado al dueto de Carlos y Marta. El trinitario Carlos Gómez constituye una de las personas que en la actualidad posee un mayor dominio acerca del repertorio trovadoresco tradicional de la región de Sancti Spíritus.
Durante años, él llevó adelante un dueto con su compañera, la vocalista canaria Marta Ramírez, proyecto artístico dado por concluido en 2013. El dúo Carlos y Marta, a contracorriente de la industria, logró registrar su quehacer en más de un fonograma, entre ellos, Carlos y Marta en concierto (Duque Production Inc.) y Hermosa Cuba tu brillante cielo… (Trova Bolero Publishing).
Una de las vertientes del quehacer de Carlos como compositor es musicalizar poemas de diversos escritores, entre los que ha puesto el énfasis en José Martí. En su repertorio encontramos autores de tanta valía como San Juan de la Cruz, Gutiérrez de Cetina y Sor Juana Inés, entre los poetas del llamado Siglo de Oro; así como Pablo Neruda, César Vallejo y Nicolás Guillén entre los contemporáneos, sin que falten clásicos del siglo XIX como la Avellaneda. Justo de uno de los poemas musicalizados de esta destacada mujer, el denominado Al partir, es de donde surge el verso que da nombre al trabajo discográfico que hoy comento.
Para quienes somos amantes de grabaciones en las que todo gira en torno al exquisito sonido de la guitarra y a las combinaciones entre voz prima y segunda, escuchar las 17 canciones registradas en Hermosa Cuba tu brillante cielo… resulta «una fiesta innombrable», como diría José Lezama Lima.
Piezas como Noche cubana e Interludio, de César Portillo de la Luz; El amor de mi bohío, de Julio Brito; Habanera ven, de Graciano Gómez; y Lágrimas negras, de Miguel Matamoros, entre otras, adquieren en el dueto de Carlos y Marta un nivel interpretativo pocas veces registrado en un formato semejante en la actualidad.
En el sentido antes expresado, la voz de Marta es sencilla y llanamente preciosa, a lo que añade un saber decir estas melodías dentro de lo más auténtico de nuestras tradiciones, que uno llega a cuestionarse que ella no sea nacida y criada en nuestro país. Como cantante, Marta pertenece a esa clase de intérprete que nos hacen dar gracias a la vida por la existencia de la música.
En mi caso personal, confieso que disfruto al máximo oír discos como estos de los que hoy he hablado, álbumes que de seguro gustarán muchísimo a los fieles amantes del arte trovadoresco cubano. Es una pena que tal clase de música, exponente contemporáneo de lo que hemos sido y seguimos siendo en materia sonora, sea olímpicamente ignorada por los medios de comunicación en Cuba.