Los que soñamos por la oreja
Aunque a tono con los tiempos que corren, a veces pareciera que el síndrome de la decadencia también se impone en el panorama sonoro contemporáneo, pero afortunadamente todavía sigue haciéndose música de verdad, de esa que nos emociona y nos pone a reflexionar. Pensé en ello al escuchar el disco titulado Separate Realities, álbum acreditado a la formación estadounidense nombrada Trioscapes y que sale al mercado en 2012 a través del sello Metal Blade Records. Confieso que desde la primera audición del material no pude menos que dar gracias porque aún, entre tanta bazofia que la industria nos entrega, uno se encuentre joyitas como esta de la que hoy comento.
Con una alineación conformada por el bajista Dan Briggs (artífice principal del proyecto, en tanto ser el ideólogo del mismo), el batería Matt Lynch, y el saxofonista y flautista Walter Fancourt, Trioscapes surge en 2011 y desde el principio se propuso abordar un repertorio caracterizado por lo peculiar e inclasificable de su sonido.
Como es fácil suponer, esto no es música para aquellos que no tengan su mente abierta a la experimentación y lo no convencional. Quizá, a partir del formato de la banda, alguien piense que se trata de un trío de jazz, pero no es así exactamente. Porque si bien hay algo del lenguaje jazzístico en lo hecho por Dan Briggs, Matt Lynch y Walter Fancourt, en su ópera prima hallamos la presencia de fuertes elementos de rock progresivo, de la psicodelia, de creadores como los maestros Frank Zappa y John McLaughlin o agrupaciones como la Mahavishnu Orchestra y King Crimson, componentes a los que unen una base muy heavy y unas atmósferas oscuras, que dan lugar a un híbrido con aroma al decenio de los 70 de la pasada centuria.
En el CD Separate Realities disfrutamos de pasajes unísonos entre los tres instrumentos, que le otorgan tremenda fuerza a la interpretación de temas como Blast Off, corte con el que abre el fonograma, para mí uno de los mejores momentos de la grabación en su conjunto y que no dudo en catalogar como toda una maravilla, desde su fabulosa intro hasta la impactante coda.
En esta pieza, en la intención de buscar disímiles texturas sonoras, el trío apela a mezclar, por ejemplo, un bajo muy distorsionado (a la usanza tímbrica de las guitarras del metal) con un saxofón tenor. En dicho sentido, de algún modo me recuerdan lo llevado a cabo por los italianos del grupo Zu, lo único que estos últimos a diferencia emplean un saxo barítono.
En el debut fonográfico de Trioscapes se incluyen seis piezas, en las que la improvisación desempeña un rol protagónico. Ello se comprueba al escuchar un tema como Separate Realities, encargado de nombrar el álbum y que posee una línea melódica en la cuerda de las ideadas por Frank Zappa. Por su parte, Curse Of The Ninth, pieza en la que Walter Fancourt utiliza tanto la flauta como el saxofón, clasifica dentro de lo que algunos críticos han dado en llamar post-rock.
En el caso de Wazzlejazzlebof, cuarto track del CD, en mi opinión el estilo composicional e interpretativo encaja dentro de lo que se conoció como Rock in opposition, con un leve toque de afro beat. Cada uno de los tres instrumentistas se explota al límite de sus capacidades personales, con pasajes que por momentos me hacen evocar a los belgas de Univers Zéro.
Mientras, Celestial Terrestrial Commuters (versión de un original de Mahavishnu Orchestra) resulta el vivo ejemplo de una orquestación dentro de los más auténticos códigos del jazz rock y pletórico de la crudeza y agresividad que identificaron la corriente allá por inicios del decenio de los 70. En tanto, el experimental Gemini’s Descent, último track de la grabación, resulta una especie de guiño a lo llevado a cabo en la década de los 80 y a lo hecho entonces por los británicos de King Crimson.
Fonograma complejo de asimilar para los no entrenados en la escucha de trabajos no convencionales, la ópera prima de Trioscapes es un CD que nos invita a transitar por nuevos horizontes que enriquecen nuestro acervo musical.