Los que soñamos por la oreja
Después de un período en que la producción cubana de rap vivió una crisis tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo, afortunadamente hoy puede asegurarse que la etapa de franca decadencia ha quedado atrás. En la reconfiguración del movimiento rapero nacional, un factor decisivo lo ha desempeñado la proliferación de pequeños pero muy eficientes estudios independientes de grabación, a la cabeza de los cuales habría que mencionar Real 70, 26 Musas, Ómnibus, Enfori Productions y Champion Records.
Entre los muchos CD que van delineando la actual cara de la producción hiphopera cubana, en un incompleto listado se incluyen El atropello (Los Aldeanos), Dr. Jekill & Mr. Hyde (El B.), Solo (El Aldeano), Desorden público (Anónimo Consejo), Poco bonito (Brebaje Man), El disco negro (Obsesión), Despierta (Doble Filo) y Somos la raíz del cambio (Skuadrón Patriota). Dentro del grupo de raperos que ha alcanzado su consagración como Mc, uno de los que sobresale por su renovadora propuesta es David d’OMNI.
Este singular creador ya ha editado tres producciones fonográficas, a saber: La rueda, Tokan Tokao y A la gua chor nein a la pipol nao. Conocí el primero de dichos materiales cuando formé parte del jurado de un concurso convocado por la Asociación Hermanos Saíz y que llevó por nombre Cubademo. En el certamen, el álbum resultó escogido unánimemente como el mejor disco presentado en la categoría de rap.
Recuerdo que todos los participantes del jurado nos encantamos con el nivel de frescura y espiritualidad de la propuesta, caracterizada por un discurso que, sin caer en expresiones de acritud, se inscribía en la larga tradición que ha tenido el arte cubano de apostar por el diálogo con el entorno desde una profunda vocación sociológica, proyección que ha sido bandera del mejor hip hop en Cuba a partir de su irrupción entre nosotros a inicios de la década de los 90, cuando esta manifestación asume el centro de provocación y dinamización de las nuevas conductas artístico literarias, y comienza a protagonizar un prolífero y desprejuiciado reciclaje de la cultura popular.
Las virtudes de La rueda como trabajo discográfico hicieron que el material también obtuviese una mención en el concurso Puños Arriba, donde el CD resultó distinguido en la categoría de grabación. Los dos reconocimientos, así como la aceptación del público en sus presentaciones, sirvieron de estímulo para David y de confirmación de que iba por buen camino, con lo cual apenas a un año de haber puesto en circulación su ópera prima, en el 2010 sacó a la calle el fonograma denominado Tokan Tokao, producción que de nuevo captó el interés de los jurados en certámenes como el aludido Puños Arriba y el Premio Cubadisco, por lo que fue nominado en ambos concursos.
Si para mí la audición de La rueda había sido toda una sorpresa, tengo que decir que cuando escuché por primera vez Tokan Tokao, experimenté la sensación de que estaba ante algo absolutamente diferente dentro de lo hecho en materia de rap en Cuba y que venía a ser una propuesta musical de esas llamadas a abrir caminos. Más de un amigo rapero me ha expresado que lo llevado a cabo por David en este disco no encaja dentro de los parámetros de lo que un enfoque convencional entiende como expresión sonora del hip hop. Por mi parte, yo discrepo con semejantes análisis reduccionistas, aunque intuyo que determinados presupuestos artísticos manejados en el CD están adelantados al presente y son anuncios de lo que será el rap en el mañana.
En fecha reciente ha aparecido el disco titulado A la gua chor nein a la pipol nao, del cual no me pronuncio pues no lo he oído íntegramente y solo he podido apreciar algunos de sus temas en uno que otro concierto y en los que este Mc prosigue en su idea de usar un lenguaje sencillo y coloquial, en el que se insertan frases de la jerga marginal, dentro de una sonoridad que mezcla el flow del rap con el rock, el reggae, el techno, la música oriental y la New Age Music.
Así, en un continuo proceso de experimentación, para su creación David emplea la intervención social cotidiana a manera de permanente retroalimentación de múltiples vivencias, en una apuesta por el amor, el perdón y la alegría.