Los que soñamos por la oreja
En un reciente viaje que di por España, tuve la oportunidad de conocer Cádiz, esa ciudad de Andalucía que tan estrecha relación guarda con nuestra capital. Allí, como también ocurre entre nosotros, los artistas del terruño se forman en un lugar donde se hace mestizaje, mezcla, fusión de la de verdad y no de esa otra de la que hoy tanto se cacarea. Entre las cosas que perseguí en la urbe gaditana, en primerísimo lugar estaba completar mi colección discográfica acerca de la obra de Javier Ruibal, uno de esos hacedores de canciones a los que he admirado durante muchos años y del que me declaro total devoto.
Por fortuna, como dice el refranero popular, «quien tiene amigos tiene un central», y si bien en Cádiz no pude concretar mi propósito, poco antes de retornar a La Habana desde Sevilla, uno de esos hermanos que me ha dado la vida, el andaluz Emilio García Palacios, me regaló el Digi Pack Lo que me dice tu boca (contentivo de CD y DVD), así como los otros álbumes que me faltaban por escuchar de la discografía de Ruibal.
Para quienes entre nosotros no conocen la obra de este notable creador, puedo expresarles que él no es lo que se dice un típico cantaor flamenco, sino que hace una atractiva «mezcla de cosas», donde ciertamente hay mucho de deuda con el flamenco, pero con un diapasón abierto a disímiles géneros y estilos de la música popular de nuestros días, sin olvidar las influencias que procesa de otras sonoridades menos convencionales, como la música sefardí y la magrebí.
Nacido el 15 de mayo de 1955, este trovador portuense, como él gusta definirse, ha compuesto numerosas canciones inspiradas en los destinos de los emigrantes, sin lugar a dudas uno de sus motivos recurrentes. En el plano personal, uno de los aspectos que me cautivan de su obra viene dado porque en su quehacer autoral e interpretativo, armado en torno a historias escritas acerca de personajes secundarios, prevalecen siempre la elegancia y el buen gusto en el repertorio manejado en una discografía en la que aparecen, entre otros títulos, Duna (1983, Hispavox), Cuerpo Celeste (1986, Ariola), La piel de Sara (1989, Ariola), Pensión Triana (1994, Discos Lollipop), Contrabando (1997, PDI), Las damas primero (2001, 18 Chulos), Sahara (2003, World Music Network) y el aludido Lo que me dice tu boca (2005, 18 Chulos).
Considerado como una suerte de paladín de la trova andalusí, con ojos orientados hacia el color de otras melodías fronterizas, curiosamente Javier Ruibal no es profeta en su patria, o sea, él no resulta de los favoritos de los principales medios de comunicación españoles ni de la industria musical de aquella nación, lo cual no es óbice para que el artista con frecuencia sea programado por los festivales del Womad, el Ronnie Scott de Londres, el club Arta de Glasgow y la BBC, pues el éxito de su trabajo no depende en lo más mínimo de figurar en las cambiantes listas de los «superventas».
En sentido general, su discografía es pletórica en matices, con piezas concebidas a partir de la mezcla o hibridación entre diferentes expresiones musicales, donde no faltan estilos arábigos-andaluces, flamenco, jazz, rock y blues. Cultor de eso que se ha dado en nombrar canción de arte (entre nosotros, un seguidor de la corriente es Santiago Feliú), en ella siempre hay espacio para la sabia pincelada social y así, el desarraigo, la denuncia del racismo, el afán de justicia, encuentran eco en sus letras, las que a la par buscan divertir y emocionar al oyente.
Canciones como Aurora, La reina de África, Pensión Triana, Un ave del paraíso, Isla Mujeres, Por tu amor me duele el aire, entre las que más me han cautivado de las compuestas por Javier Ruibal, poseen textos en los que el universo andaluz está presente en una y otra frase, y donde se aprecia nítidamente la vinculación del artista con lo mejor de la poesía española, en especial Rafael Alberti, Federico García Lorca y Pedro Salinas.
Con música hecha en lo fundamental para la emoción de quien la escucha, aunque no pueda afirmarse que Javier Ruibal disfrute de popularidad entre grandes audiencias, su obra creativa es altamente recomendable para todo aquel que sea un oyente sensibilizado.