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ANTES de que Jared Lee Loughner apretara en Tucson el gatillo de la pistola semiautomática Glock 19, otras muertes se estaban produciendo en el estado de Arizona por una práctica criminal que no necesita balas para derribar a sus víctimas, pero de la que poco se conoce y ahora quedan nuevamente en la sombra de lo que no es conveniente publicar.
La gobernadora republicana Jan Brewer, a la que algunos han apodado The Grim Reaper (La vieja de la guadaña, personaje imaginario que representa la Muerte), por su controversial, discriminatoria y hasta fascistoide ordenanza con la que criminalizó a los inmigrantes, es la autora de la nueva resolución problemática, vinculada también a la muerte, esta vez por el recorte del presupuesto del Estado en fondos destinados al trasplante de órganos.
El día 7 de enero, ya eran dos las personas fallecidas porque se les había negado el seguro para ese tratamiento, y había unos 100 pacientes esperando por un órgano, 30 de ellos en estado crítico terminal, publicaba el diario The Arizona Republic.
Exactamente el primero de octubre entró en vigor la reducción de los servicios de Medicaid, para balancear el presupuesto. Entonces, el padre de Mark Price, un paciente de leucemia, apeló ayuda para obtener el trasplante que no paga ya el seguro médico. Generosamente respondió un donante anónimo compatible, pero Price murió el 28 de noviembre, sin tiempo para practicarle el procedimiento médico.
A la gobernadora Brewer y los legisladores de su partido se les está solicitando que restauren esa partida en el Medicaid, donde las reducciones perjudican a 1,3 millones de adultos enrolados en el sistema, quienes pudieran necesitar desde servicios dentales de emergencia o de insulina, hasta los trasplantes de hígado, médula espinal, corazón, pulmón y páncreas.
Aunque los trasplantes son opcionales en ese seguro médico, Arizona es el único estado de EE.UU. que los ha eliminado, asegura The Arizona Republic, porque las autoridades «pierden» 20 millones de dólares anuales.
Con el inicio del 2011, y un nuevo Congreso en Washington de mayoría y control republicano, la medida de Arizona puede tener ampliación nacional, con todas sus nefastas consecuencias. El Partido Republicano rechaza la ley de salud presentada por Obama, y la comenzarán a debatir y a rebatir inmediatamente porque, alegan, «incrementa el déficit federal en el periodo 2012-2019 por un total de 145 000 millones de dólares».
Si triunfan en esa siega impía, 32 millones de estadounidenses dejarán de tener seguro médico, y la vida podrá tener un precio fijado de antemano, solo pagable por quienes posean el capital necesario.
Entonces, quizá no solo en Arizona, como proponen algunos médicos indignados por el proceder de la gobernadora y sus correligionarios de partido, tenga que ponerse en quién sabe cuántos certificados de defunción una lacónica y terrible frase en el renglón Causa: «muerte por corte presupuestario».
Lo inhumano le facilita el trabajo a la señora de la guadaña, cuando podrían cortar por lo sano, simplemente saliéndose de una vez por todas de las guerras de Afganistán e Iraq, para las cuales el Pentágono pidió gastar en 2012 la suma de 157 800 millones de dólares.
No quieren pagar 145 000 millones para la vida en ocho años, y prefieren 157 800 millones de dólares para un solo año de guerra y muerte. Es el reino de lo maligno.