Inter-nos
Las encuestas, ese pasatiempo estadounidense, trazan huellas hacia lo que puede ser, y hay un Sí de espanto en el pesquisaje hecho recientemente por la cadena de televisión CNN y la Opinion Research Corporation.
Algo que ya hemos hecho notar más de una vez, toma cuerpo en la percepción de una mayoría ostensible de los norteamericanos, quienes piensan que la guerra en Afganistán va en camino hacia otro Vietnam, y se oponen a los nuevos envíos de tropas hacia el escenario bélico.
Es cierto que se dividen las opiniones, pues mientras el 52 por ciento de los preguntados ven un Vietnam al final del túnel, el 46 por ciento está en desacuerdo con esa opinión; sin embargo, el índice de quienes rechazan el aumento de las fuerzas militares en el país centroasiático llega al 59 por ciento, un 28 por ciento de ellos piden a gritos la retirada de todos los soldados, un 21 por ciento llama a la retirada parcial y solo el ocho por ciento asegura que los uniformados estadounidenses deben quedarse.
La pregunta era clara, sin ambigüedades ni posibilidades laberínticas: «¿Se tornará Afganistán en el Vietnam de Barack Obama?» Y vino ese Sí, más pronunciado entre los estadounidenses de mayor edad pues —como aclaró Keating Holland, al frente de la encuesta de la CNN— posiblemente recuerdan la guerra en Vietnam, mientras que los más jóvenes solo lo han leído en los libros de texto.
Los temerosos criterios, augurios de males mayores, tienen base en la decisión de Lyndon B. Johnson de escalar el conflicto en el sudeste asiático, muy semejante al actual involucramiento con el que Obama ha dado luz verde a los deseos de sus generales en Afganistán de incrementar las filas en 40 000 efectivos más, en un país donde a diario se complica la situación, se les escapa de las manos y crecen las críticas de que hubo fraude electoral para mantener al frente de Kabul a Hamid Karzai. Una comisión nombrada por la ONU desconoció los resultados y dictaminó que debe haber segunda vuelta.
Sin embargo, hay una paradoja que mucho tiene que ver con el criterio formado por la maquinaria de propaganda desde los tiempos de George W. Bush, el padre gestor de esta inútil y vil agresión contra los afganos: seis de cada 10 estadounidenses sienten que es necesario mantener fuerzas en Afganistán para «prevenir ataques contra Estados Unidos», porque supuestamente ese país es usado como base de operaciones terroristas.
Todavía, a estas alturas, le siguen achacando el lamentable 11 de septiembre de 2001, un error de percepción inducido que puede conducir a otro peor… y ni se mencione cuántos mercenarios contratistas acompañarán a las fuerzas armadas regulares de Estados Unidos, ni cómo las bombas cruzan la frontera y estallan en áreas y aldeas tribales de Paquistán, donde el Waziristan es ya otro campo de batalla, y Baluchistán se señala como base de al-Qaeda… ¿Acaso está allá la Cambodia de los años 60 y 70? Así parece, y por ahora no hay luz al final del túnel, solo balas.