Frente al espejo
«Con días de atraso leí tu trabajo Del duende al futuro, fechado el 9 de septiembre (Hugo Rius). Redundante sería decir que me entusiasmó el contenido lleno de sentimientos y su excelente técnica. ¡Y no creas que exagero en calificaciones! Además de saludarte, te escribo porque lo utilicé en mi clase de Fundamentos del Periodismo, en la sede universitaria municipal Medardo Vitier (Comunicación Social).
«Cuando leí tus palabras me trajiste millones —si es que se pueden contar— de recuerdos, porque yo también soy graduado de la Escuela Normal para Maestros de Matanzas. Tú hablas de Fulgencio Oroz y del reconocimiento a la profesión. Muy bien sé lo que es perder a un condiscípulo y de las consideraciones a la bien ganada profesionalidad del maestro normalista. Recibe mis agradecimientos por dar vida a mensajes como este». (Roberto Vázquez Pérez, periódico Girón)
«Es muy esclarecedor este comentario (Al compromiso nos llaman, Sancho, Luis Sexto, sección Coloquiando, viernes 1ro. de octubre). No es lo mismo burocracia —por demás necesaria para el buen funcionamiento de cualquier Estado—, que burócrata, y la mayoría de las veces le endilgamos el cartelito a todo aquel que trabaja detrás del mueble que genéricamente le da nombre a estas profesiones. Normalmente el funcionario público tiene por obligación servir al pueblo o a su colectivo laboral, pero los burócratas se las arreglan para elaborar, desconceptualizar, enredar y hasta inventar leyes e instrucciones con vistas a no perder poder y que sean vistos como el ombligo del mundo…». (Emigdio)