Desde la grada
Querrán algunos enclaustrar la fecha en el oscuro listado de los lugares comunes, mas el día de la madre supera cualquier acto de detracción. Es más que obsequios y cursilerías. Es más que pasteles y tiernas sonrisas de niños. Lo descubrí mientras observaba viejas imágenes y repasaba historias de mujeres del deporte que un día supeditaron su éxito para traer hijos al mundo, para parir nuevas gestas.
¿Existe mayor muestra de amor y talante que ese? Campeonas han dejado su sitio en la cima la gloria para ser madres y luego, con tal responsabilidad en forma de peso adicional en sus espaldas, han salido a comenzar desde cero y volver a escalar y escalar en el ascenso simbólico hacia el triunfo moral.
Muchas han conseguido retomar sus mejores momentos. Las más afortunadas, incluso, los han superado. Existe el viejo estigma en algunas disciplinas: las mujeres cuando dan a luz consiguen una fortaleza física aún mayor. Cierto o no, es una prueba de incertidumbre ineludible para la mayoría.
Algunas, sabedoras de la posibilidad de romper de cuajo y para siempre con sus resultados más satisfactorios, han decidido igualmente lanzarse a la aventura de la maternidad y luego han vuelto con la frente alta a competir. Ahí radica la quintaesencia de semejante grandeza: los hijos primero, sus propias vidas, sus sueños y pretensiones, a segundo plano.
Serena Williams, legendaria tenista, vio en 2017 un nuevo motivo para vencer con el nacimiento de su pequeña Alexis Olympia y, apenas unos meses después, ya estaba de regreso en las pistas, dejándose el alma para enorgullecer a su retoño. Era la número uno del mundo y no vaciló en ceder un trono que a partir de entonces le fue esquivo para siempre.
Quien sí retomó la gloria en el mismo punto que la había dejado fue la también mítica deportista, pero de atletismo, Jessica Ennis. La británica, oro en heptatlón de los Juegos Olímpicos de Londres, decidió en 2014 cumplir el segundo y principal de sus sueños: ser madre. Lo hizo y apenas unos meses después, con el duro esfuerzo que conlleva tal reto, logró llegar en las mejores condiciones a Río de Janeiro 2016.
Lo demás es historia del deporte. En Brasil, Ennis no solo logró establecerse como bicampeona bajo los cinco aros, sino que mejoró su marca personal. Un suceso para motivar a tantas y tantas compañeras que observarán el suyo como un ejemplo a emular.
Williams y Ennis son solo dos casos inéditos, más bien, representan la imagen de dos campeonas que, con mayor o menor suerte, llevaron a su cuello las dos medallas más valiosas que se puede colgar una atleta: ser madres y luego de ello asumir con la misma pasión la encomienda de batallar en la élite del deporte mundial.