Acuse de recibo
Eduardo Arias Polo, residente en el apartamento 18 del Edificio 6-A, en Bahía, en el municipio capitalino de La Habana del Este, cuenta en su misiva que en ese reparto existía una oficina de la Oficoda (Registro de Consumidores), que facilitaba los servicios a los residentes en ese reparto. Y la perdieron un mal día.
Todo comenzó cuando dicho local fue clausurado antes de la pandemia de la COVID-19 por problemas constructivos. Y se informó que estaría pendiente de reparación. Dichos servicios los trasladaron «temporalmente» a la localidad de Camilo Cienfuegos en el propio municipio. Pero excesivamente distante y sin conexión urbanizada con Bahía, lo que desde entonces ha obligado a muchas personas para llegar allí ante la falta de transporte, a caminar a la orilla de la carretera Monumental, apenas sin transporte.
Los vecinos de Bahía esperaban confiados. Y no obstante constataron que el local de marras cambió de uso: lo convirtieron en vivienda.
«Los más perjudicados, puntualiza, la mayoría que somos de la tercera edad, nos vemos obligados a desplazarnos con bastante dificultad lejos de nuestro lugar de residencia.
«¿Cómo es posible que se haya tomado tan descabellada decisión perjudicando así a las personas más vulnerables sin tener en cuenta sus necesidades?
«No estoy en contra en solucionar problemas de vivienda, pero estas decisiones deben analizarse cuidadosamente», concluye Eduardo.
El pasado 17 de marzo, y desde Marqués González, No. 108, altos, entre Concordia y Virtudes, en el municipio de Centro Habana de la capital, Hilda Trujillo Baltar denunciaba aquí que un vertimiento de aguas albañales corría impunemente como un río intempestivo por la acera de su cuadra.
«Ya esto es insoportable, manifestaba, unido a los vertimientos de basura y ahora estas aguas negras. No sé adónde vamos a parar, sin contar que estamos a media cuadra del Hospital Hermanos Ameijeiras, y es aquí donde paran las guaguas para dejar a los pacientes que vienen de distintos municipios cercanos a La Habana. Se han hecho quejas a Aguas de La Habana, y nada», concluía.
Posteriormente, nos escribió otra residente en esa cuadra, Yaima Forcelledo Hernández, quien se sumó a la queja de Hilda. Y calificaba de horrible la tupición, la cual ya había reventado por la puerta de otra vecina.
«Es más que un río, afirmaba. Ya no vamos a decir que viven ancianos y niños solamente. Vivimos personas que no tenemos necesidad de pasar por esta situación, ya que hasta la cisterna de mi vecino se contaminó. Se han realizado reportes a Aguas de La Habana, delegado de la circunscripción e Intendente del municipio. Ya no sabemos qué más hacer».
Y ahora vuelve a escribir Yaima Forcelledo para expresar «el agradecimiento de todos los vecinos de la cuadra por la publicación del caso; y a Michel, intendente de Centro Habana, por haberle dado solución al grave problema de la tupición de los registros, donde el agua albañal corría como un río por toda la acera. El compañero se personó en la cuadra para ver los trabajos que realizaba la brigada. Intensamente agradecidos».
No obstante, esperamos la respuesta correspondiente de Aguas de La Habana, entidad que no respondió ni solucionó el asunto cuando los vecinos le tramitaron su queja.
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