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Que haya más unión en la Unión

Fernando González Guerrero (Rastro 318, entre Habana y Trinidad, Santiago de Cuba) censura que los operadores de la subestación de transmisión de 220 kilovatios de Renté, como él, no reciban los módulos alimenticios y de aseo personal que disfrutan los trabajadores de las centrales termoeléctricas.

A su entender, es estimular solo a quienes producen la energía eléctrica, cuando para que esta llegue al consumidor requiere de la entrega de otros sectores de la Unión que, además de participar íntegra y directamente en la sincronización de las unidades generadoras, conviven con los trabajadores de ellas, compartiendo el mismo transporte, el mismo comedor y las mismas áreas de trabajo.

«Sin quitarle merito a ningún puesto, dice, observamos que cualquier personal de servicio o administrativo que no está vinculado con el proceso productivo (así como otras áreas del sector) se benefician con módulos dignos a precios módicos, no así los operadores de la Subestación de Transmisión de la Empresa de Construcciones de la Industria Eléctrica (ECIE).

«Tuvimos que conformarnos en un fin de año tan laborioso y sacrificado con gestiones personales de un trabajador de la empresa para entregarnos 14 maquinitas de afeitar, dos jabones de tocador y tres latas de leche condensada, gestión que le agradecemos. Y, además, con el insuficiente monto que asignó la Unión Eléctrica de 3 500 pesos por trabajador, mientras los de la CTE Antonio Maceo Grajales recibieron un monto aproximado de 10 000 pesos, según ellos mismos».

No se debe fomentar la desigualdad entre los trabajadores del sector, en el cual la ECIE ha jugado un papel decisivo en la recuperación del Sistema Electroenergético Nacional  ante el azote de desastrosos fenómenos atmosféricos, añade.

«Ni ostentando la condición de Vanguardia Nacional del Sindicato de Energía y Minas, añade, nos hacen merecedores de ser reconocidos justamente a los operadores de la subestación de transmisión de la ECIE que laboramos en la CTE Antonio Maceo Grajales de Santiago de Cuba, quienes, en medio de tantos retos, tratamos de preservar el concepto de unidad», concluye.

Morosa e insuficiente

El 17 de septiembre de 2024, desde la calle Acosta 6, bajos, entre Calzada de Diez de Octubre y 1ra., municipio habanero de Diez de Octubre, Héctor García Revilla contó aquí que hacía más de cinco meses en el traspatio de su casa había una acumulación de aguas albañales, producto del registro tupido en Calzada de Diez de Octubre, No. 1423 (interior), entre Acosta y Lagueruela.

«Es inconcebible cómo todos los factores municipales conocen de esta situación emergente, decía, y más ahora que existe la propagación del virus Oropouche. Debaten en reuniones, pero las acciones que han hecho no han resuelto la situación. Son directores de entidades y de organizaciones. ¿Cuántos de ellos han tocado el problema con las manos? ¿Justificaciones? Petróleo, que hay solo dos camiones grandes… «Aguas de La Habana en el territorio y en la provincia conocen de la situación. Pero al final nada: el cuartico está igualito, y para peor», concluía. Y el 26 de septiembre de 2024 Héctor agradecía aquí la publicación del caso y atestiguaba que, a esas alturas, nueve días después, nadie se había proyectado al respecto. Preguntaba cómo es posible que el Gobierno municipal, que conoce de esa situación tan lamentable y tan dilatada en su solución, no haya exigido que se atienda.

Añadía que al propio Director de Aguas de La Habana en el territorio se le pidió la solución de ese peligroso foco, y se comprometió una vez más a resolverlo delante de otros factores.

Y el pasado 30 de enero fue que llegó a nuestra Redacción una respuesta de Eladio Cobas Martínez, jefe del Departamento de Atención al Cliente de Aguas de La Habana. Curiosamente, la misiva estaba fechada el 30 de octubre de 2024. ¡Tres meses después llegó!

En su respuesta a esta sección, Cobas señala que «ciertamente, en la dirección antes mencionada el vertimiento albañal inundaba los patios colindantes, agravándose la situación con las lluvias». Y precisaba que «durante la inspección realizada por el funcionario del municipio de Diez de Octubre, perteneciente a la empresa Aguas de La Habana, se constató que, la brigada de la base de saneamiento Centro, utilizando el carro de alta presión, realizó la desobstrucción, mantenimiento y limpieza en el registro de 24 pulgadas y en la línea central del alcantarillado desde Lagueruela hasta la calle Acosta, lo que posibilitó de esta manera dar solución a la problemática planteada». Nada más. En la morosa respuesta, faltan algunos porqués.

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