Acuse de recibo
Karina González Domínguez (calle 17, No. 259, entre J e I, Vedado, La Habana) escribía decepcionada el pasado 1ro. de noviembre sobre el pésimo servicio que recibió en la base de campismo Los Cocos, ubicada en el litoral norte de la provincia de Mayabeque.
Contaba que se había hospedado junto a su esposo y su hijo en la cabaña siete de dicha instalación. Allí encontró un rosario de insuficiencias que responden más a problemas subjetivos, organizativos, de exigencia, control y de comunicación.
La instalación ofrecía un gran descuido. Las áreas verdes sin chapear, carencia de iluminación en las áreas exteriores, la piscina fuera de servicio y las áreas infantiles de juego muy deterioradas, refería. En la cabaña que le correspondió, el mobiliario en crisis: una silla sin fondo y una butaca desvencijada. Para colmo, faltaba la luz en el baño y en el portal.
No había disponibilidad de agua para beber, y debían tomarla de la pila luego de que se asentara, porque estaba totalmente sucia. Como si fuera poco, las carencias de ofertas gastronómicas se hicieron presentes y, paradójicamente, precios elevados con respecto a la pobre oferta. Y sufrieron más: ninguna propuesta recreativa, ni siquiera música para ambientar, aunque la piscina no estuviera funcionando.
«Yo lamento haber visto la que fuera una de las mejores instalaciones del campismo en el país en estas condiciones», afirmaba.
A todo este manojo de cuestionamientos y lógicas decepciones respondió Daryll Héctor Pírez Álvarez, vicepresidente del Grupo Empresarial Campismo Popular, quien refiere que durante la investigación pudieron constatar el escenario precario y las problemáticas expuestas por Karina.
En un primer momento asegura que en las evaluaciones conocieron que la chapea de las áreas verdes de la instalación se realiza por esfuerzo propio de los trabajadores. Sin embargo, la carencia de implementos para acometer la labor impide que sea hecha con calidad. No obstante, agrega, resulta inaceptable que el campismo estuviera en esas condiciones de descuido.
Sobre la poca iluminación del campismo, el directivo precisa que se evidencia falta de gestión para adquirir las luminarias, tanto por la instalación como por la Empresa. También es inaceptable, precisa, el hecho de no haber prestado servicios recreativos, a pesar de que la piscina se encontraba fuera de servicio debido a problemas con el motor del agua en la estancia de Karina en el campismo.
Aunque es cierto que los campistas tenían la opción de la playa, agrega en la respuesta, el técnico A en actividades recreativas y deportivas no realizó eventos de esparcimiento, ni supervisó a sus subordinados para que los efectuaran.
En cuanto al tema del mobiliario en el campismo, su nivel de deterioro en la habitación asignada a Karina y las responsabilidades, asegura que la técnica B en servicios de alojamiento debió supervisar y chequear las condiciones de la cabaña, y no buscó alternativas frente a los problemas reales.
De inadmisible también señala el hecho de que no se les oferte agua a los clientes, incluso, ni en el restaurante. De igual forma responsabiliza de la falta de oferta gastronómica y los precios elevados a la administración de la instalación y la Empresa.
Después del análisis y las irregularidades detectadas, significa, se le realizaron varias indicaciones a la Empresa de Campismo Popular de Mayabeque, entre las que sobresalen la de realizar gestiones con entidades que le permitan sustituir el mobiliario deteriorado o roto de las habitaciones, así como las luminarias.
Y aunque la respuesta del directivo no aclara cuáles fueron las disposiciones adoptadas con los trabajadores implicados de forma directa, solo refiere que le «aplicaron las medidas correspondientes». Si el nivel de descuido y deterioro del campismo Los Cocos roza lo descrito anteriormente, bien valdría conocer cuáles fueron entonces las medidas dispuestas hacia esos compañeros.
