Acuse de recibo
«¿Por qué a mayores dificultades objetivas se le añaden más restricciones?», preguntaba aquí el pasado 9 de marzo desde el municipio habanero de Cerro la octogenaria Nancy A. Herrera Mendoza, ante la necesidad de enviar una carta certificada cuyo destino era en la misma capital.
Explicaba la señora que llamó telefónicamente a la unidad de Correos de la Esquina de Tejas, la más cercana a su domicilio, y le informaron que allí no se presta ese servicio. Que el único lugar en la capital para imponer una carta certificada es el correo de los bajos del Ministerio de Comunicaciones.
La señora llamó a otras unidades de Correos de La Habana, y en todas le ratificaron lo mismo. Al final, tuvo que alquilar un taxi para poder enviar la carta certificada.
Al respecto, responde Edelys Hernández Martínez, directora general de la Empresa de Correos Habana Centro, que en visita realizada a la cliente, se le brindó una detallada explicación sobre los servicios básicos que brinda Correos de Cuba en todas sus unidades. Se esclareció su preocupación y se le dio respuesta.
En tal sentido, se le precisó que el servicio de imposición de correspondencia certificada, tanto con destino nacional como internacional, no está suspendido. Desde cualquier oficina de Correos del país se puede solicitar.
Y finalmente lamenta la directiva «la mala información ofrecida a dicha cliente por los trabajadores de Correos de Cuba, y le ofrecemos sinceras disculpas».
Se agradece el esclarecimiento de la Directora General de la Empresa de Correos Habana Centro, porque así se le corta el paso a una distorsión informativa, que ya estaba creando opiniones adversas en Nancy, y vaya a saber en cuántos ciudadanos más.
Lo inexplicable es que la Directora General se haya limitado apenas a ofrecer disculpas, y no haya precisado quién o quienes lanzaron esa falsa información no solo en el correo de la Esquina de Tejas, sino también en otros de la capital que ratificaron la falsa comunicación.
Al menos debían haberse adoptado medidas con los culpables de tal distorsión subjetiva. Lo merecían solo por haber hecho que la octogenaria Nancy haya tenido que alquilar un taxi, vaya a saber cuánto le costó,
para imponer la carta certificada. Y vaya a saber cuántos más fueron víctimas de ese infundio.
Agustín Rodríguez Oliva, quien reside en Campanario 1067, apto. 11, entre Rastro y Carmen, Centro Habana, en la capital, y es profesor de Inglés de la Educación Superior contratado a tiempo determinado, desea saber por qué quienes están en su condición no pueden cobrar por la antigüedad, como sí se ha beneficiado a muchos con la resolución aprobada recientemente.
«Es injusto y contraproducente», manifiesta. «¿Qué tiene que ver la antigüedad del trabajador con la determinación de la administración de ofertar solo contratación a tiempo determinado?».
Puntualiza que entregó cartas de reclamación a la Rectora de la Universidad de La Habana y a la CTC Nacional, y obtuvo respuestas de que el asunto se está analizando, pero sin resultado alguno. También envió cartas al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y al Partido municipal en Centro Habana, y no le han respondido.