Acuse de recibo
El pasado 12 de julio, y desde la calle 8, No. 13, en Vázquez, municipio tunero de Puerto Padre, Marlén Almaguer Ricardo calificaba como algo «patológico» el suministro de agua allí.
Refería que en la primera quincena de junio estuvieron sin el vital líquido, pues la turbina que lo impulsa se averió. Tuvieron agua unos días, y de nuevo en la escasez cuando nos escribió.
Ahora responden Oscar Carralero Suárez, director de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado Las Tunas, y Adela Peña Velázquez, especialista de Atención a la Población de esa entidad. Y señalan que en visita hecha al lugar, y en entrevista con Marlén, la comisión creada al respecto comprobó las razones de su queja.
Afirman que la turbina se rompió el 11 de junio y fue reparada el 13 de ese mes. Bombeó unos días y el 22 de junio presentó problemas nuevamente. Fue enviada a los talleres para ser reparada. Pero no se dejó de garantizarles el agua en pipa. Se activó un puesto de mando con los delegados al frente, encargados de distribuir las pipas a sus circunscripciones, zonas y barrios más afectados.
Explican que esa es una zona que recibía el servicio cada tres días y se le mantuvo el mismo ciclo en el tiro de agua en pipa. Y señalan que «la recurrente tenía que haberse acercado a su delegado y explicarle la situación que presentaba en su vivienda o al presidente del CDR».
Añaden que «lo que faltó fue más comunicación con el delegado para distribuir el agua en su zona; y quedó solucionada su queja, ya recibiendo el servicio de agua por la red». Y califican la queja: «Con razón en parte».
Adolis Reyner, quien reside en Estela 972, entre Longa y María Luisa, en el reparto Mantilla de La Habana, desea que las autoridades del transporte le esclarezcan una duda.
Cuenta que recientemente estaba en la terminal Villanueva de lista de espera de Ómnibus Nacionales en la capital, con destino a la ciudad de Bayamo. Y cuando fue a abordar el ómnibus, le pesaron el equipaje. Tuvo que pagar por sobrepeso y le parece justo.
Lo que le preocupa es que si el ómnibus es arrendado a un particular, ¿por qué entonces el sobrepeso se le paga a la terminal y no al chofer, que es quien presta el servicio privado?
A Ángel Tamayo (calle 6, No.966, entre 37 y 39, Vedado, La Habana) le preocupa la manifiesta dificultad que atraviesan personas de la tercera edad para recontratarse y reincorporarse al trabajo. Aún con plenas condiciones físicas, técnicas y mentales. Sobre todo en un país como Cuba, con un envejecimiento demográfico notable y un proceso inflacionario en alza.
Considera que constituye hoy una barrera, sobre todo para personas que tienen pensiones vulnerables. Y por el rechazo de administraciones, que sin valorar y sopesar calificación, experiencia y calidad de los optantes, responden solo con imposibles, que solo buscan jóvenes.
«Todavía podemos ser útiles y capaces, afirma. No me elimines sin valorarme física y técnicamente, incluso sin conocerme personalmente para arribar a un criterio concreto y justo», manifiesta, junto a otras reflexiones concomitantes que no puedo reproducir por problemas de espacio.
Para tomar partido en lo que esgrime Ángel, pienso que sin desconocer la necesidad de oferta de empleo para los jóvenes que arriban a la edad laboral, sobre todo para que puedan hacer un proyecto de vida en su propio país, hay que buscar un equilibrio en las políticas de contratación siempre que haya la posibilidad y el veterano optante demuestre su idoneidad y virtudes de todo tipo. Y sobre todo con los veteranos que están en forma física y mental y perciben bajas pensiones. No debe ser la negativa a ultranza.