Acuse de recibo
Humberto Ramírez Salazar escribe desde calle 3ra., No. 16210, entre 162 y 162 D, en la Zona 1 del reparto Alamar, en la capital, exactamente una de las ocho viviendas que presentan una situación agónica con el servicio de agua.
Y las otras casas cercanas no tienen problemas. Pueden regar sus jardines, y algunas llenan sus respectivas piscinas. Frente a la vivienda de Humberto radica una fregadora de autos, a la que nunca le falta el agua. Y, lógicamente, él no entiende. Nadie en su lugar entendería.
¿Por qué en las ocho viviendas afectadas se pasan hasta tres ciclos de suministro del preciado líquido?. No les llega ni una gota. Cuando llega, solo dura una hora u hora y media.
Asegura que la compañera Yanelis, al frente de la oficina de Aguas de La Habana, muy cerca de allí, conoce de las quejas continuas de esos vecinos afectados. Pero, según Humberto, «ni siquiera responde a los mensajes de reclamación; y se supone que ella despache los martes por la tarde con la población, pero jamás he podido verla».
El remitente ha llegado a pensar, sin una atención y respuesta, que no abren las válvulas como es debido.
«No hay ninguna obstrucción, dice. Demostrado está que en las pocas ocasiones que la suministran, entra. Y casi todos los afectados tenemos edades avanzadas. Yo tengo que cargar hasta 30 botellones de cinco litros de la sede de la FMC, para lo imprescindible, ¡a 80 metros de distancia!!
«¿Por qué tenemos que pasar por este sufrimiento denigrante, con algo tan vital como el agua? Y muy cerca se desbordan las cisternas de los edificios de doce plantas
«Estoy harto de escribirle a Yanelis, y de dejar reportes con la recepcionista. Y ni siquiera se molestan en responder o visitarnos, para investigar nuestra situación», concluye..
Rolando J. Rizo Oliva, quien reside en San Gregorio no. 114 C, en Víbora Park, en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo, narra sorprendido lo que le sucedió en el policlínico Grimau de ese territorio el domingo 27 de agosto, a las tres de la tarde.
En el centro asistencial la doctora que le atendió, una persona muy amable, se disculpó por no poder prescribirle el medicamento, pues allí hacía cinco días que no tenían modelos de recetas médicas.
«¿Quién es el responsable de que esto haya ocurrido?», pregunta Rolando.
Luis Raúl Bermúdez Mariño (calle 5ta, No. 19, Calixto, Majibacoa, Las Tunas) considera que en aquel sitio, debe ser más equitativa y justa la planificación de las afectaciones en el servicio eléctrico por problemas de generación.
Explica que allí hay cuatro bloques en tal sentido, y el tres, al cual pertenece, es el más afectado en el horario de 9:00 p.m. a 1:00 a.m.
«Me he comunicado con el despacho de la Empresa Eléctrica Provincial, afirma, y he planteado mi inquietud de rotar los circuitos, a la medida de otras provincias. Y la respuesta que se me ha dado es que eso es en otras provincias. Considero que es un maltrato».