Acuse de recibo
Irene Mariño Gómez (Calle 4, No. 34, entre 3 y Gasómetro, reparto Mariana de la Torre, Santiago de Cuba) relata que el huracán Sandy, a su paso por esa ciudad oriental en octubre de 2012, dejó su humilde casa en pésimas condiciones.
Entonces, ella transmitió su inquietud al Gobierno municipal y al Comité provincial del Partido. Y la visitaron representantes de esas dos instancias y de la Dirección Municipal de la Vivienda. Se hicieron tres dictámenes, y se abrió la posibilidad de un subsidio para la reconstrucción de la casa, pues su jubilación entonces (381 pesos mensuales) no le permitía asumir los gastos, al estar sola y sin otra posible ayuda familiar.
Se le asignó un subsidio de 43 552,50 pesos para la compra de diez bolsas de cemento, cabillas, bloques, arena y otros materiales. Pero al no tener ella posibilidad alguna de contratar mano de obra, se decidió que una brigada de trabajadores de Acopio asumiera la obra de su casa.
La vivienda había sido afectada en su viga principal, con hundimiento del piso, humedad permanente y filtraciones en techo y paredes, desconchado de recubrimiento y pintura, así como pudrición de la madera en marcos de puertas y ventanas.
Una vez aprobado el subsidio y el acometimiento de la obra por la brigada de marras, la visitó en su casa quien figuraría como principal responsable. Y no volvió nunca más. Tampoco nadie más se preocupó oficialmente por la suerte de Irene: una mujer jubilada y enferma, por demás sola y sin ayuda familiar posible.
«Como resultado de estos largos años en que visité varias veces a las partes implicadas en la obra sin hallar respuesta alguna, manifiesta, las diez bolsas de cemento, junto a los demás materiales, se endurecieron y echaron a perder.
«Lo peor es que, ante mis justos reclamos, la entonces presidenta del Poder Popular en el municipio, Yaneydis Hechavarría Batista, ordenó el cierre de ese subsidio en 2019, señalando que esta casa, por su estado, no se puede reparar, sino demoler.
«Entonces, estoy condenada a enfrentar un derrumbe. De origen muy humilde, campesina, fui trabajadora del sector tabacalero, laboré en la fábrica de tabaco sita en Jesús Menéndez 703, en esta ciudad. Corté caña con la brigada Mariana Grajales durante diez zafras consecutivas.
«Fui vanguardia nacional. Hoy mi edad y problemas de salud me impiden por mí misma resolver este amargo y angustioso problema», concluye Irene.
Desde Arroyo Blanco, en el municipio holguinero de Gibara, Jorge Cuadrado Martínez revela la paciencia que ha acopiado después del largo tiempo de su vida laborando en el sector agrícola sin que llegue la ansiada jubilación tramitada.
Refiere que, formando parte del colectivo de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Luis Hernández, solicitó su jubilación en septiembre de 2022. Y desde entonces sigue aguardando por la aprobación.
«La asignación monetaria brilla por su ausencia, explica. No ha llegado ni un billetico a mi bolsillo. Tengo una familia que mantener, y en la bodega no fían. ¿Hasta cuándo tengo que seguir esperando?
«En las oficinas de Trabajo y Seguridad Social del municipio me dicen que tengo que esperar a que en La Habana se firmen los documentos a propósito. Pero el tiempo pasa y nuestras necesidades se agravan, mucho más en estos tiempos de una galopante inflación», concluye Jorge.