Acuse de recibo
Elizabeth Zambrano Martínez (Calle 5ta., No. 12015, entre 2da. y 100, reparto La Fortuna, Boyeros, La Habana) es una mujer discapacitada motora damnificada por el huracán Ian que azotó a Cuba en septiembre del pasado año, y le afectó el techo del baño y del cuarto. Y no ha tenido suerte…
Cuenta que tras el paso de Ian, el delegado de su circunscripción la visitó, hizo el reporte de los daños y los transmitió a la Dirección Municipal de la Vivienda (DMV). Posteriormente fue allí un funcionario de la DMV a hacer una evaluación de las afectaciones. Dos semanas después se personaron dos técnicos evaluadores de la DMV a hacer un levantamiento de los daños. Tomaron las medidas e hicieron los reportes correspondientes.
Esos técnicos le informaron que los materiales serían puestos en la puerta de su casa; precisamente por la limitación de movimiento de Elizabeth, se le hace difícil salir a hacer las gestiones.
Días después ella contactó a su delegado, quien le informó que él había hecho las gestiones para que los materiales fueran puestos en la puerta de su casa. Y que estos eran gratuitos.
«He esperado pacientemente, afirma, y aún no se me da respuesta alguna. En los días lluviosos tengo que bañarme y dormir en la sala de mi casa por temor a que el techo me caiga encima. También se está dañando el colchón de mi cama y los otros equipos que tengo. Todos sabemos lo difícil que es poder obtener estas cosas.
«Mi discapacidad motora no me permite andar y tengo que estar todo el tiempo en la silla de ruedas. Vivo con temor a ser aplastada, ya que no puedo salir corriendo en caso de un desplome».
Después de varios días llamando por teléfono al Gobierno municipal, Elizabeth logró contactarlos y de allí la remitieron a la DMV, donde le dicen que debe esperar.
«Y cansada de tanto esperar, refiere, fui a la DMV, que radica en Santiago de las Vegas. Estuve allí a las 8 y 30 de la mañana. Pasados diez minutos vino la recepcionista a atenderme en la calle, porque según ella, las puertas no se podían abrir y yo no podía subir las escaleras.
«Es difícil de creer que aún a estas alturas haya barreras arquitectónicas. ¿Realmente existe inclusión social para las personas con discapacidades motoras? Al rato me atendió la compañera Lumey, una de las responsables allí, que es la encargada de conservación y subsidios. Y me informó que era yo la que debía llamar al rastro y buscar los materiales, lo que entra en contradicción con lo que me habían informado con anterioridad».
Elizabeth llamó al rastro para ver si tenían disponibilidad de los materiales que le fueron asignados (fibrocemento). Y le confirmaron que habían entrado los materiales para los afectados pero no había fibro de cemento. Sin embargo, sí había disponibilidad de fibro metálico.
«Me volví a dirigir nuevamente a Lumey para ver si existía la posibilidad de cambiar el tipo de material que me habían asignado (fibrocemento por fibro metálico) y Lumey me informó que era imposible hacer dicho cambio. ¿Es necesario que me caiga el techo arriba para que aparezcan las soluciones?», se preguntaba la remitente.
Elizabeth intentó coordinar una cita con el director para ver si este podía dar solución a su problema. Esperó cerca de dos horas en la calle mojándose, porque le era imposible entrar. Se abrió la puerta dos horas después. Y la secretaria le informó que la compañera encargada de dar las citas estaba en la institución, pero no sabían dónde se hallaba.
Finalmente apareció Tania, la encargada de Conservación, quien le indicó a Elizabeth que tenía que esperar que los materiales entraran en el rastro y viniera uno de los técnicos a notificarle que ya podía ir a buscarlos.
«Al darme esa respuesta, y cansada de tanto maltrato, decidí marcharme y no pedir la cita con el director, puesto que me habían atendido varios funcionarios públicos y cada uno de ellos me había dado una información diferente.
«¿A quién debo creerle? ¿Qué debo hacer para poder obtener los materiales y poder reparar el techo de mi casa? ¿Debo vivir con la angustia de ser aplastada? Por cierto, pasadas dos semanas del ciclón Ian le fueron entregados los materiales para la reparación de su casa a un vecino de la misma circunscripción», concluye Elizabeth.