Acuse de recibo
(Sedano 242 A, entre Horca y San Ramón, Camagüey) cuenta que hace tres meses está tupido el tragante de alcantarillado ubicado a la entrada del callejón que está al lado de su casa, justo a un costado de la ventana de su cocina. Y toda la infección, tanto afuera como dentro de su casa, está afectando seriamente la salud de sus dos hijas, de dos y cinco años.
Precisa que se ha reportado a todas las instancias. Su esposo fue al policlínico Centro, a Atención a la Población de Recursos Hidráulicos, y lo enviaron a que viera al Director de Acueducto y Alcantarillado del distrito.
La respuesta de ese director fue que no podían hacer nada porque no tenían carro y combustible. De ahí fue a Atención a la Población del Gobierno provincial. Y la respuesta de quien le atendió fue que le iba a tomar su queja, pero que no podía hacer nada, pues lo de ellos era distribuir el petróleo.
Fue al Gobierno municipal y le pusieron en contacto con una compañera que atiende Inversiones, quien le dijo que para la próxima distribución de petróleo iba a darle prioridad. Y de esa distribución ya había pasado un mes. Ya hace más de un mes, y nada, señala.
Añade que desde el año pasado, se le advirtió a la delegada de la circunscripción lo que iba a pasar con el alcantarillado, que ya venía con una «historia». Y nada.
Al comienzo de la tupición otro vecino había hecho la queja y fue un camión. Y no se hizo ni el intento de meter la manguera y ver si se podía resolver.
«La cuestión, dice, es que cada día está eso peor y la peste no te deja vivir. Hay que cocinar con peste, comer con peste, dormir con peste y vivir día a día con una lucha incesante, pues en ocasiones cuando ese tragante no está botando agua hacia afuera el baño de mi casa no descarga y esa agua de porquería se mete en la bañera y en el patio de la vecina que colinda con la ventana de mi cuarto.
«Mi esposo, al ver que no hay respuesta, se dirigió al Partido provincial, en Atención a la Población. Delante de él, llamaron al Director de Recursos Hidráulicos del municipio, quien aseguró que al otro día estaría solucionando el problema. Hace casi un mes de eso y aún estamos esperando.
«Pero unos metros más adelante del mío, hay otro tragante tupido frente a donde vive un niño minusválido, cuyo único entretenimiento es sentarse en su silla de ruedas en la puerta de la casa y ver la gente pasar. Sus padres, ya mayores de edad, han ido con él en su silla de ruedas hasta el Gobierno, porque la tupición les llega hasta el fregadero de su casa. Y tampoco han tenido respuesta».
Refiere Yeilén que su niña de dos años ha tenido varios ingresos por vómitos, fiebre y diarrea, que la han llevado a la deshidratación, y la conclusión de los médicos ha sido que lo provocó una infección bacteriana.
La niña de cinco años padece de una alergia que lleva seguimiento médico. Tiene además una gastroparexia (digestión lenta) diagnosticada por el gastro con tratamiento. Y no ha estado exenta de vómitos, aunque no de la misma magnitud que su hermana. Pero le hace daño por su padecer. Se queja de tanta peste, y le da asco en ocasiones todo lo que come. Es una niña bajo peso tratada por especialistas de Nutrición.
«En el último ingreso de la niña pequeña, afirma, salí yo con dengue, me vio la doctora del consultorio. Y nadie vino a mi casa a fumigar. Ahora, ¿qué tengo que hacer para que mi problema sea resuelto y mis hijas dejen de presentar problemas de salud? De aquí vamos a coger hasta infección respiratoria con tanta peste que tenemos al lado, sin contar el brote de dengue que hay en la provincia», concluye.