Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Enyerbamientos

Pedro Matos Cuervo (Santa Rosa No. 10, apto. 5, entre Ulloa y avenida 26, Plaza de la Revolución, La Habana) es un joven asiduo a la Ciudad Deportiva los fines de semana, para jugar béisbol con sus amigos. Pero esta afición tan cubana se le ha convertido allí en molestia y sacrificio.

Refiere que «aunque sigo disfrutando mucho de jugar y ver fútbol, estoy prefiriendo pasar mis fines de semana con mis amigos jugando a la pelota; pero es increíble el estado tan deplorable en el que están los terrenos de béisbol de esta tan especial lugar para los capitalinos amantes al deporte al aire libre».

Allí, añade,  hay dos terrenos de béisbol y dos de softbol (además de otros, por supuesto). Todos los terrenos han perdido la calidad qua necesitan.

«Más que terrenos parecen campos de ganado, dice. La hierba crece a su antojo. Las áreas donde normalmente solo hay arcilla o al menos tierra, como la medialuna, ni siquiera se distinguen. La zona del montículo ni siquiera está al nivel del terreno. Más que una lomita es un hueco desde donde se tiene que lanzar.

«Y cuando se hace algo, apenas se chapea, la hierba casi llega a media rodilla. Toda la hierba cortada se queda justo ahí, como abonando la tierra, de paso impidiendo el libre tránsito de los jugadores en pleno, por estar pendiente uno de no enredarse y caerse».

Señala que la Serie Nacional ha hecho un esfuerzo por elevar su nivel con nuevas aristas, y lograr revivir los mejores momentos de la afición en estadios. Pero el Inder y demás instituciones deberían aportar también su granito de arena; al menos manteniendo en buen estado los terrenos de tan importante instalación, para que el pueblo se sienta motivado a seguir amando este deporte bello del béisbol.

Inseguridad con el seguro

Camilo Carol Cabrera Baras (calle 49, No. 2824, entre 49ª y 28ª, reparto Kohly, Playa, La Habana) hace más de 15 años que tiene su auto asegurado con la Empresa de Seguro Estatal Nacional (ESEN), y siempre ha cumplido con los pagos anuales.

Pero el 18 de marzo de 2021 su hijo manejaba su auto cuando en el semáforo de Infanta y Neptuno un ómnibus P1 se llevó la luz roja y lo impactó por el lado izquierdo. Afortunadamente a su hijo y su nuera no les pasó nada, y el carro, luego de todo el peritaje correspondiente de los inspectores de la ESEN, quedó aprobado para reposición.

El dictamen de reposición, señala, se hizo efectivo oficialmente el 3 de noviembre de 2021. «Desde entonces, dice, contando el día del accidente hace ya un año y casi cuatro meses, todavía estamos esperando. He estado llamando a la oficina donde se atiende a los clientes en este caso. Y cada vez que llamo me dicen que tengo que esperar, porque todavía están atendiendo casos de años anteriores.

«Eso es inadmisible. Si no tienen en existencia los vehículos para estos casos, ¿por qué siguen haciendo contratos de seguro? ¿Por qué el maltrato a quienes confiamos en el sistema y ponemos nuestros modestos
ingresos para poder garantizar que esto se solucione lo más rápido posible?

«¿Por qué los seguros que antes eran en CUC —y ahora ni idea en qué moneda son— los resuelven enseguida? ¿Cuál fue mi error? ¿Hacer el seguro en la moneda que gano con mi trabajo?  Ya tengo 56 años. ¿Cuándo recibiré mi auto? ¿Cuándo ya no pueda manejarlo?», cuestiona.

¿Hasta cuándo?

Mario Quintanilla Flores (avenida 31, edificio 23409-11, apto. 36, entre 240 y 234, San Agustín, La Lisa, La Habana) recuerda que hace unos dos años su teléfono fijo, 72619654, estuvo interrumpido dos meses, y a pesar de gestiones y quejas hechas, incluida una a la Presidencia de Etecsa, el problema se solucionó al otro día de publicarse su reclamo en esta sección.

Y ahora hace más de un mes volvió a transitar por igual escenario. El 1ro. de julio pasado se entrevistó con la directora de la oficina en Arroyo Arenas. Y no obstante, el problema aún no se ha solucionado. «¿Hasta cuándo Etecsa incumplirá su compromiso estatal con sus clientes y lo acordado en el acápite 11-1-2 en su contrato con ellos?», pregunta.

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