Acuse de recibo
Darío Iglesias Roma (Pasaje no. 2, No. 365, entre A y B, reparto La Piñera, ciudad de Ciego de Ávila) refiere que su barrio se asienta junto a una cañada, que nunca ha sido dragada o higienizada con equipos adecuados.
Por ello, frecuentemente cuando sube el nivel de esta con las lluvias, se mantiene alto y el agua penetra en las casas de los vecinos.
Como el barrio no tiene alcantarillado, las casas que se encuentran a ambos lados de la cañada conectan el desagüe albañal a la misma; por lo que se convierte en un foco permanente de infección. Y esas aguas sucias no corren con fluidez, se convierten en un fango pastoso, aparte de las indisciplinas sociales de lo que vierten los vecinos, que obstruye el desagüe.
Manifiesta Darío que en las asambleas de rendición de cuenta del delegado ese asunto se plantea desde hace años, y la respuesta siempre es que no hay presupuesto para acometer un trabajo con los equipos adecuados.
Y es un problema acumulado para esas personas, tan acumulado como las aguas pestilentes y nauseabundas que les rodean. Ellos ven por medio de la televisión y otros medios de comunicación todo lo que se está haciendo con los barrios categorizados como barrios vulnerables. Y se preguntan cada día: ¿Acaso no lo somos?
El pasado 26 de enero, desde Ermita 234, entre San Pedro y Auditor, municipio habanero de Plaza de la Revolución, Iván Nápoles Varela denunció que desde los primeros días de noviembre de 2021, había en esa cuadra, específicamente en el jardín de ese edificio, un salidero de aguas albañales.
«Hemos reclamado a todas las entidades correspondiente, la situación en la que nos encontramos, sin que, ni por casualidad, hayan venido ni siquiera a valorar el problema, decía. ¿En qué otros trabajos podrían estar ocupados, si nosotros llevamos ya más de dos meses en esta situación, y vemos que por los alrededores también hay salideros de aguas albañales que afectan a toda la comunidad. Por ejemplo, hay la misma situación en esta misma calle San Pedro, en el punto de Etecsa que está a solo tres cuadras y media. ¿Tenemos que esperar a que se mezclen las aguas por estas roturas y el daño sea peor? ¿Por qué dejamos que todo llegue a situaciones extremas?», concluía.
Responde Mariyorkis Medina Merencio, jefa del Departamento de Atención al cliente de Aguas de La Habana, que el caso ya se conocía en la oficina de Plaza; y se les había orientado a los vecinos que fueran a la Empresa de Saneamiento Básico de La Habana, por ser un asunto interior del edificio, no de la red exterior.
Sin corresponderle al objeto social de Aguas de La Habana, la Jefa Territorial en Plaza se presentó allí. Y ante la gravedad del asunto, decidió atender la obstrucción con la brigada de la Base Saneamiento Oeste de esa entidad, junto al equipo especializado. Se dio mantenimiento integral al sistema de alcantarillado del edificio. Y del salidero frente al punto de Etecsa señala que ya había sido resuelto cuando se publicó aquí.
El propio 26 de enero, desde Zapotes 325, entre San Julio y Durege, Santos Suárez, Diez de Octubre, Jorge Rodríguez Rizo contó que desde el 12 de enero en la madrugada, por las lluvias de esos días, se produjo una tupición, y las aguas albañales retornaron hacia las casas de los vecinos. Al amanecer se reportó a Aguas de La Habana y a Saneamiento Básico. En la madrugada del 13 llovió de nuevo y aumentó el retorno hacia las casas.
«Por ser mi casa la más baja, decía, la línea interna se mantiene llena. No se puede utilizar el servicio, ni la poceta para bañarnos. La presión del agua ya sale por el piso del patio. Debe haber reventado la línea».
Responde Mariyorkis que Aguas… inspeccionó el lugar y comprobó una obstrucción, con rechazo hacia el interior de las viviendas, en la línea central de la cuadra. El 28 de enero se hizo la desobstrucción con el camión de alta presión y la brigada de Saneamiento Centro, que dio mantenimiento a toda la línea albañal de la calle.