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Casi seis años después, lo mismo

«Mientras la anarquía e impunidad sonoras sigan haciendo estragos en los oídos de la gente, esta columna continuará acompañando cualquier reclamo por el respeto a la paz y tranquilidad de los ciudadanos», afirmé aquí el 27 de marzo de 2016, al revelar la denuncia de Ángel Orama Domínguez en nombre de 44 firmantes, vecinos del círculo social 1ro. de Mayo, del municipio artemiseño de Bauta.

Ángel planteaba que en más de 22 años ese vecindario había experimentado un verdadero estado de indefensión ante la actitud pasiva de las instituciones municipales, frente a la desmedida hiperdecibelia musical de ese centro. Y recordó que en diciembre de 2014 la Dirección Municipal de Salud prohibió el uso del área exterior del círculo para la música y cualquier tipo de actividad. Pero dicha prohibición fue burlada sistemáticamente.

«Nada justifica lo sucedido aquí durante tanto tiempo, decía. En nuestro municipio hay espacios para la recreación de la juventud, y en caso improbable de que no existieran, no puede hacerse pisoteando la salud y los derechos de otros. Toda inobservancia de la ley es grave. Las consecuencias muchas veces son insospechadas en el orden social y político», concluía Ángel.

Y casi seis años después escribe de nuevo Ángel y revela que el asunto no se ha resuelto del todo: «En todo este tiempo el camino ha sido complejo. Finalmente hubo que denunciar el caso ante la Fiscalía Provincial, y fue entonces que el “infierno” en que vivíamos desapareció. Pero no fue definitivo. Innumerables veces tuvimos nuevamente que acudir a la Fiscalía Provincial, movidos por la violación reiterada de lo dispuesto. Siempre a la vista inmutable de las autoridades municipales».

Refiere que también exigieron la insonorización de la discoteca Disco Sol enclavada allí, de acuerdo con lo que dispone la Resolución 140/2018 del Mincin, como requisito para su funcionamiento. Y a nadie pareció importarle.

Aclara que jamás han pretendido el cierre del local, porque en él laboran trabajadores, de los que dependen sus familias, aunque ese centro está muy lejos de brindar un servicio apegado a nuestra cultura e identidad nacional, y es foco de reiteradas indisciplinas.

Y dice: «¿Resulta muy complejo tomar y exigir el cumplimiento de medidas que, en primer lugar, velen por la salud de sus clientes, la gran mayoría jóvenes? En ocasiones los decibeles de la música son tan elevados, que impactan en el vecindario. ¿No es posible que las autoridades tomen conciencia del hecho? ¿Cuál es el impedimento para formar a sus directivos y trabajadores en el respeto a la institucionalidad, y con ello a los derechos ciudadanos? ¿Qué necesidad hay de permitir tal comportamiento, obrando como genuinos “bárbaros” ?».

Señala que él ha tenido contacto con las principales autoridades municipales. En 2016 fue atendido por el entonces Secretario del Partido. Y el pasado 27 de noviembre, por indicación de Joel Queipo Ruiz, miembro del Secretariado del Comité Central y jefe de su Departamento Económico, lo recibió la actual Secretaria del Partido, en compañía del Intendente y otros funcionarios. Allí fue expuesta una vez más la situación del mencionado círculo social. 

«Este 29 de enero sesionó allí la Asamblea Municipal del Poder Popular, y se desarrolló para sus participantes una feria de venta de productos variados. En flagrante transgresión de la institucionalidad fue autorizada, una vez más, música a todo volumen para animar dicha actividad.

«¿Por qué entonces no se ha resuelto tan acuciante problema en tantos años de reclamos?, pregunta. ¿A qué se debe tan extendida resistencia? ¿Por qué se irrespeta permanentemente toda normativa jurídica en esta materia? ¿Los directivos de este municipio poseen conocimiento pleno de la legislación vigente? ¿Verdaderamente se sienten interesados en el cumplimiento de sus funciones, que son representar al pueblo en nombre del sistema socialista?».

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