Acuse de recibo
El pasado 18 de agosto, desde Pinar del Río, el doctor Antonino Gómez Cantillo narró aquí la desorganización en el policlínico Raúl Sánchez, de esa ciudad, al llevar allí a su padre. Primero, la cola para la encuesta epidemiológica. Nadie controló la entrada a la única sala de espera en uso: los que trataban de colarse y los que molestos con razón intentaban hacer valer sus derechos.
No había nadie para organizar la entrada de limitados físico-motores, como su padre, y de las embarazadas y niños. Personas entrando a las consultas a preguntar, demorando más el trabajo. Mientras, otro local habilitado como sala de espera sin usar, con capacidad para ocho personas con adecuado distanciamiento.
Después, otra cola inmensa para el PCR, extremadamente lenta, pues, entre otras cosas, al tomar la muestra de exudado le vuelven a preguntar al paciente todo de nuevo, con excepción de los contactos.
«El desorden era tal que una trabajadora dijo: que vengan siete. Y allá fue el molote. Ya adentro, tomada la muestra de PCR, mi padre estuvo una hora hacinado junto a otras personas en un espacio de 1,5 metros por cuatro, esperando por la valoración de la única doctora presente, sin que la cola se moviera, al parecer por varias remisiones que ella tenía que hacer.
«En ese tiempo las personas alrededor tosían. Ya era el mediodía… Algunos se bajaban los nasobucos y comían. Otras personas ajenas al lugar entraban y salían con total libertad. Hastiado de tanto desorden y temeroso de que mi padre, de no ser COVID positivo, se contagiara, me lo llevé de allí, pues por fortuna soy médico.
«En total, aquella odisea duró cuatro horas, y eso que logré que mi padre fuera priorizado como limitado físico-motor. Había personas que llevaban más de seis horas, y muchos probablemente en ocho horas no lograran completar todo el procedimiento. En fin, mucha desorganización y maltrato al pueblo, desde mi punto de vista» comentaba.
Al respecto, responde el doctor Ariel Godoy del Llano, director provincial de Salud, quien agradece lo planteado por el doctor Gómez y declara la queja con razón, e informa que en esa área de Salud se realizaban acciones organizativas y de control, teniendo en cuenta su población; lo que motivó ejecutar cambios en el equipo de dirección del policlínico y además abrir otras dos consultas fuera de este, para evitar aglomeración de personal y que situaciones como estas pudieran repetirse.
Refiere que «se monitorean con sistematicidad los estados de opinión en todas las unidades, lo que influye en la toma de decisiones y permite perfeccionar nuestro sistema de trabajo, evaluando los planteamientos como una oportunidad para transformar lo que no está bien».
Luis P. Mora Carmenates (Lealtad 365, entre San Rafael y San Miguel, Centro Habana) elogia la iniciativa que han tenido Etecsa, la Unión Eléctrica y Cubacel con sus incentivos económicos para que los clientes paguen sus cuentas por la aplicación Transfermóvil, de manera que por bonificaciones se les hacen descuentos.
Esa forma de pago, manifiesta, evita aglomeraciones y colas en las oficinas comerciales; y al propio tiempo es muy beneficiosa para esas propias entidades, porque cada vez necesitarán menos personal para atender al público.
Y pregunta por qué las empresas Aguas de La Habana y de Gas Manufacturado no se adscriben a las comodidades y beneficios de esas transacciones mediante Transfermóvil, si tantas mejoras supone la informatización de los cobros y pagos, tanto para ellas como para los clientes.
Lo sugiere Luis, porque piensa que esa inquietud suya puede ser también la de muchos clientes que utilizan ese eficaz, rápido y utilísimo medio de pago, y merecen, sobre todo, disminuir el tiempo que dedican a trámites y colas.