Acuse de recibo
El 7 de octubre de 2020, desde Altahabana, Boyeros, La Habana, Regla Caridad Verdecia contó que tras muchos años de estar albergada por problemas de vivienda, en septiembre de 2012 le asignaron un apartamento en un nuevo edificio, y ya en mayo de 2013 presentaba filtraciones (¡…!). Se le informó a la ECAL 3, que lo construyó; a los gobiernos y Fiscalía en Municipio y la provincia, a la Asamblea Nacional del Poder Popular y al Consejo de Estado.
«Cuando llueve —decía— el agua corre por lámparas y tomacorrientes, cae encima de los colchones. Se extiende por toda la casa. La severa filtración ha provocado el deterioro de los bloques; y rajaduras en las paredes que van del techo al suelo». Alertaba, muy preocupada por el peligro de vivir así, y la salud de sus hijos.
En mayo de 2020 la visitó el presidente del Gobierno municipal y constató lo dicho. Pero no se resolvió. Con una tormenta se levantaron más las mantas y nadie fue a ver el problema. Tampoco hubo respuesta al respecto.
El 26 de noviembre de 2020, Regla volvía aquí: contó que al otro día de lo publicado, la visitaron la directora municipal de la Vivienda y el funcionario que atiende Construcción en el Gobierno, entre otros. Dijeron que en 48 horas habría respuesta. Dejaron sus números de teléfono.
«La respuesta —expresaba— todavía la estoy esperando. En cuanto al contacto, cuando lo intento no responden, o lo hace la secretaria porque están reunidos». Regla contactó con otras entidades. En la Dirección Provincial de la Vivienda le indicaron que su expediente estaba en un archivo pasivo, pendiente de mantas, y no se sabía cuándo entrarían al país.
Quien atiende Construcción en el Gobierno municipal le aseguró que estaban comprando los materiales e incluso los estaban haciendo específicamente para el edificio, porque el arreglo debía ser en toda la cubierta, no solo en su parte del techo. Había afectación en otros apartamentos.
«¿Para qué dan falsas esperanzas sobre algo tan serio que lleva siete años sin resolverse y ya atenta contra la vida de nosotros? Exhorto a funcionarios a otros niveles a que, por favor, vayan a mi vivienda y observen su estado crítico. Analicen si puede esperar siete años más».
El 16 de febrero de 2021 volvía aquí Regla. Decía que, a pesar de publicarse su queja dos veces, con casi ocho años planteando lo de la filtración, «es penoso recalcar que ninguna entidad se hace cargo de darle la solución definitiva al problema». Y preguntaba: «¿Dónde queda la sensibilidad para tratar problemas como este, donde por el deterioro del apartamento a causa de la humedad extrema peligra la vida de mis hijos menores de edad?».
¿Tendrá que escribir Regla Caridad una cuarta carta?, agregaba este redactor, sin imaginar que llegaría la cuarta por estos días: en esta informa que en mayo pasado hubo una reunión con funcionarios de Vivienda Municipal y los vecinos del edificio, en la cual, y mediante acuerdo de ambas partes, se firmó un contrato que ascendía a más de 5 000 pesos por apartamento, a pagar en un plazo de 12 meses, para reparar la cubierta.
Ya en temporada ciclónica y tras aguaceros fuertes, añade, dos compañeros pertenecientes a una cooperativa que se desprendió de la ECAL se personaron y comenzaron a reparar. Vecinos del edificio les alertaron que si las mantas no se levantaban y se trabajaba en las juntas o uniones de las losas, malgastarían material sin resolver el problema de la filtración. Eso se les planteó al jefe de Inversiones y al técnico, quien se comprometió a verificar el trabajo. Y por diversas razones no pudo acudir mientras se laboraba en el techo. Consecuencia: lo indicado en el contrato no se cumplió. No se levantaron las mantas y no se trabajaron las juntas.
Lo que hicieron, dice, fue pegar las mantas donde vieron que estaban levantadas, y ponerle encima pasta para sellar. No solucionó el problema. Siguió pasando agua al interior de la casa, y despegó lo que habían pegado. Y se molestaron por la protesta de los vecinos. Recogieron sus materiales y se fueron. No responden llamadas ni mensajes. Ni siquiera de los funcionarios de la Vivienda.
«Estamos en el comienzo de la odisea de nuevo, afirma Regla. Mi apartamento, el más malo y donde viven dos menores, sigue deteriorándose. Las paredes se agrietan. Los cerramientos sueltan pedazos y debilitan la casa. ¿Dónde está la sensibilidad de los funcionarios que atienden estos problemas y han estado en mi casa observando cómo peligra la vida de mis hijos? ¿Dónde está la vergüenza, el sentido de la responsabilidad?».
¿Tendrá que escribir la quinta carta?