Acuse de recibo
Esteban Monstelier Colina (calle 1ra. No. 12-A, entre avenida Sandino y Carretera Central, Santa Clara, Villa Clara) es un trabajador por cuenta propia que gestiona el restaurante-bar Sandino y considera que no se le ha hecho justicia tras varios procedimientos que considera infundados.
Cuenta que el 13 de noviembre de 2020 se presentó en su casa un equipo multidisciplinario ante una denuncia por receptación y tenencia de productos ilícitos, y le retiraron la licencia correspondiente. La Dirección Integral de Supervisión (DIS) le aplicó una multa de 2 000 pesos por tener supuestamente a trabajadores ilegales en el negocio, lo cual se probó con posterioridad que no era cierto, y le devolvieron el dinero.
Se le acusó de violar el fisco, lo que él demostró que era falso, mediante certifico de no adeudo entregado por la ONAT. Igualmente, le manifestaron que existía insatisfacción de los vecinos, pero él tiene las firmas y el número de los carnés de identidad de 29 de los 31 vecinos testificando que el servicio del bar no les molesta.
La realidad es que fue citado por el entonces Director de Trabajo municipal, se le aplicó la cancelación definitiva de su licencia, la cual aún no se le ha devuelto. Y se le comunicó que tenía cinco días para apelar, término que él cumplió.
Tras reclamar oficialmente, la Fiscalía Municipal de Santa Clara dictaminó, por no proceder la denuncia, la devolución de todos los bienes incautados: 22 botellas de ron, seis de vino, 26 cajas de cerveza y ocho cajas de agua, todo amparado por la licencia y con sus comprobantes de compra.
Precisa Esteban que «la dirección de Trabajo no se pronunció, y a los 60 días, cuando reclamé, me iban a devolver la licencia. Pero la Intendente municipal intervino, decidió no devolverla y crear una nueva comisión investigadora que, hasta hoy, no me ha dado respuesta.
«Como trabajador no estatal, aun cuando el propio Presidente de la República ha insistido en que debemos recibir el mismo tratamiento que se les da a los estatales, me he sentido maltratado, porque nunca había sido multado. Y se me aplicó la sanción más severa cuando solo se me pudiera cuestionar que en ocasiones se extendía el horario de servicio más allá de las 12 de la noche.
«Solo reclamo que se me devuelva mi licencia retirada injustamente desde el 13 de noviembre, y que significa el sustento de mi familia. Espero que se resuelva esta situación porque confío en la Revolución, a la que he servido siempre con fidelidad absoluta», concluye.
Lázara Maseda Pineda (calle Luz No. 151, entre Venus y Aranguren, Guanabacoa, La Habana) confiesa en su carta que es de los que fustigan en todo momento las cosas que andan mal, pero no ha extraviado la capacidad de percibir lo hermoso y noble.
Cuenta que recientemente se dirigió muy molesta a la mismísima sede del Ministerio de Salud Pública por un asunto bastante difícil de resolver. Y cuando entró por la puerta de ese organismo, comenzó a experimentar una especie de sanación espiritual.
«El trato de todo el personal fue maravilloso, refiere, pero tengo que felicitar en especial a la doctora Tania Bárbara Guerrero Pupo, de Atención a la Población, una persona maravillosa con unos deseos tremendos de resolver los problemas. Me dedicó todo el tiempo, dejando incluso su trabajo para resolver mi problema. Salí con la situación resuelta y muy agradecida por la atención en ese lugar.
«Si en todos los lugares hubiese personas como esa doctora, todo sería mucho más fácil y más bonito. Gracias, doctora. Usted es un gran ser humano. Orgulloso tiene que estar ese Ministerio por contar con una persona como usted. La felicito», termina Lázara.