Acuse de recibo
En medio de la pandemia de la COVID-19, el pasado 7 de junio, Alexis Pérez Bayans, discapacitado que vive con su mamá de 81 años, contaba sus problemas al salir a la calle en la ciudad de Cienfuegos a gestionar los alimentos.
Refería que en unidades comerciales se identificaba ante el oficial que protege el orden de la cola, y le daban prioridad. Pero ahora le dicen que tiene que hacer la cola, a un hombre que le cuesta trabajo estar de pie tanto rato.
«Si hay disposiciones que me protegen como discapacitado, dice, ¿por qué no se cumplen? ¿Quién la cambió? Necesito una explicación y ayuda. Mi mamá no puede salir a hacer colas, yo tampoco», afirmaba Alexis.
Ahora responde Miriam Lau Valdés, directora de Relaciones Internacionales y Comunicación del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), que, según lo dispuesto, los trabajadores sociales deben atender a los adultos mayores y personas en condiciones de vulnerabilidad que vivan solos; pero también tienen indicación de dar atención diferenciada a los núcleos familiares más vulnerables, evaluar sus problemas y tramitar ante la autoridad que corresponda.
Así, añade que el trabajador social que lo atiende debe coordinar con los factores de la comunidad y buscar una solución al respecto. Y comunica que se envió el caso a la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social de Cienfuegos, para su evaluación y solución. Finalmente, asegura que darán seguimiento al caso, para que Alexis reciba una respuesta y la atención consecuente.
Agradezco a Miriam Lau Valdés, esta y otras respuestas que está brindando acerca de asuntos muy delicados que llegan a esta columna. Y lamento que esa sensibilidad no siempre aparezca espontáneamente allí en el terreno, en la base de la sociedad. Si no, ¿cómo se explica lo narrado por Danilo Santiesteban Mayor, residente en Olegario Martínez, No. 8, en Cueto, Holguín?
Refiere él que la madre de su medio hermano, con 75 años, tiene demencia senil y padece de un carcinoma que la hace sangrar frecuentemente. Según el facultativo, ya puede estar haciendo metástasis. Y, además, le han dado varias isquemias transitorias.
El hijo fue a la Dirección Municipal de Trabajo y Seguridad Social buscando ayuda, señala, para que le faciliten otra vía de adquirir en las tiendas los artículos de aseo y alimentos, que no sea haciendo las largas colas desde la madrugada, con la incertidumbre de alcanzar o no. Y allí le dijeron que no podían ayudarlo.
Elba Perez Leyé (Jagüey, No. 104, entre Padre Pico y Escudero, Santiago de Cuba) refiere que su casa, en el casco histórico de esa ciudad, presenta afectación estructural por el crecimiento continuo de una planta al lado de esta, en el local de un antiguo almacén de decomisos.
El árbol, precisa, tiene raíces largas y fuertes que han penetrado en las paredes, columnas y techo de su vivienda, provocando ruptura y agrietamiento de gran magnitud y filtraciones, tanto en planta baja como en la azotea.
Indica que han intentado cortar el árbol varias veces en los últimos diez años, sin resultados. La situación ha sido planteada a diversas instancias y en el Gobierno. Y la respuesta no llega.
Ante el peligro de derrumbe de su casa, Elba acudió a la sección homóloga de Acuse de Recibo en el periódico provincial Sierra Maestra, la que publicó su denuncia en diciembre de 2017. Y fue enviada una representación de la Empresa de Servicios Comunales, la cual planteó que todo lo que podían hacer era cortar el árbol, pero no garantizan su total eliminación, pues no tienen los productos químicos requeridos para erradicarlo definitivamente.
«Teniendo en cuenta que Santiago de Cuba se encuentra en la falla geográfica más activa en cuanto a movimientos sísmicos, le planteo mi preocupación y temor por la integridad de mi vivienda y de mi familia», asevera Elba.